D: Dulce

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Dobló la esquina del pasillo de la escuela, sólo para devolverse a los segundos después. Esto es ridículo, se repetía mentalmente. No podía estar tan nervioso por una cosa tan simple y absurda. Si meses atrás le hubiesen dicho que ese era él, no lo creería y seguramente les habría dado una paliza por burlarse así de su persona.

Pero era cierto.

Gaara nunca se había sentido tan nervioso antes. Cada vez que la veía, primero sentía un nudo oprimirle la garganta y el pecho, seguido de un molesto cosquilleo en su estómago. Las piernas le temblaban y las manos le sudaban, además, claro, de comportarse como un idiota cuando le trataba de decir algo bonito.

El otro día había escuchado que a ella le agradaban las fresas, que en teoría eran su debilidad. Genial. Justo ayer su tío había traído un montón de dulces de su último viaje y, cuando vio los de fresa, inmediatamente pensó en ella, en como sería verla devorando uno de aquellos caramelos tan apetitosos. Y después de eso se imaginaba besándola, pero era ahí cuando su fantasía se volvía demasiado irreal.

Venga, sólo son unos estúpidos caramelos. Se convenció a sí mismo de que todo estaría bien y cuando la vio alejarse de sus amigas, supo que era su oportunidad de acercarse.

La abordó de frente, sorprendiéndola.

—G-Gaara-kun –dijo algo confusa por la repentina aparición del chico, que sólo la miraba con parsimonia, pero constantemente rebuscaba algo en sus bolsillos —. ¿Se te ofrece algo?

—Eh, sí –respondió Gaara, al tiempo que desviaba la mirada hacia un costado, sin poder evitar que un leve sonrojo se apoderase de sus mejillas —. Verás… tengo, tengo algo para ti –metió nuevamente la mano en uno de sus bolsillos, no tenía mucha paciencia para estas cosas, así que lo haría lo más rápido posible. Sacó una cajita pequeña y cuadrada, con la imagen de un par de fresas en la tapa de la misma —. Son para ti… son… dulces de fresa…

—Oh –Matsuri no pudo evitar hacer una exclamación de sorpresa, mientras recibía el regalo con las mejillas sonrojadas y el corazón acelerado —. Arigato, Gaara-kun –sonrió como siempre, obligando al pelirrojo a mirar hacia el suelo —. Las fresas son mis favoritas.

—Lo sé –dijo sin más Gaara, antes de tomarla del mentón y posar sus labios sobre los de ella, sin que la chica atinara a reaccionar de manera alguna —. Aunque… me gustaría serlo yo también –terminó con una sonrisa, alejándose de ella sin voltearse a mirarla.

Sin siquiera haber probado el caramelo, los labios de Matsuri ya sabían al más delicioso dulce que haya comido.

"Como quisiera embriagarme con el dulzor de tus labios"

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