Doce minutos y catorce segundos más tarde, Tony levantó la mirada al oír la campanilla.

Entonces lo vio.

Y su corazón se detuvo por un microsegundo.

***

—¿A dónde vamos? —preguntó por milésima vez Steve.

—Ya verás. Ten paciencia. —Mary apresuró su andar, arrastrándolo de la mano.

Steve se irritó ante el misterio. Desde hacía veinte minutos que preguntaba sin éxito alguno el sitio al que Mary lo llevaba. Ella lo ignoró en todas las ocasiones y le pidió que tuviera paciencia.

Se mordió el labio mientras recordaba cómo había llegado a esa situación.

Hacía un rato, estaba descansando en su cama y gozando del sueño cuando Mary irrumpió en su habitación de manera escandalosa y vociferó:

—¡Pops, prepárate. Iremos a desayunar afuera!

Mary había subido a la cama para ese entonces. Steve trató de cubrirse la cara con una almohada, pese a que en realidad ya no tenía sueño. Ella, sin embargo, tomó la almohada y lo golpeó con brusquedad.

Steve bufó por lo bajo, escuchando a Mary carcajearse. Sonrió, porque el sonido de la risa de su hija le resultaba vivificante y lo embargada de una cálida sensación.

—¡Arriba, pops! Debes estar listo.

—Ya voy.

Se enderezó y fue directo hacia el baño, prometiendo que estaría listo en breve. Mary asintió con un sonido nasal y abandonó la habitación dando un portazo.

Ahora, se encontraban caminando hacia la cafetería «Expresso» de la mano de su hija. Ella, por alguna desconocida razón, tenía una sonrisa ensanchada e iba dando saltitos y tarareando una melodía que Steve desconocía.

En cuanto divisó el local, sintió la mano de Mary apretar la suya durante un instante. Puso una expresión de desconcierto y abrió la boca para preguntar qué pasaba. No obstante, antes de que pudiera emitir una palabra, ella lo arrastró con más prisa hasta que alcanzaron la entrada.

 Mary se soltó en cuanto ingresaron al lugar y corrió hacia una esquina lanzando un grito de júbilo que llenó la estancia. Steve iba a regañarla por el pequeño escándalo cuando miró hacia el frente y su mirada se cruzó con la del mismísimo Tony Stark.

De pronto, el aire se tornó tenso y caliente. Steve se sintió traicionado por su propio cuerpo. Iba constantemente a misiones peligrosas en las que podía resultar herido o muerto, y sin embargo nunca se dejaba llevar por el shock. Pero al ver a Tony después de tantos años, toda expresión desapareció y sus piernas se convirtieron en piedras. Durante lo que pareció una eternidad, tan solo sintió el aleteo incesante de su corazón y el bullicio de la ciudad le resultó lejano, ahogado.

Permaneció en su lugar y observó la escena en absoluto silencio. Vio a Mary acercarse a ellos y arrojarse a los brazos de Tony. A Tony correspondiendo al abrazo y besando su frente con ternura.

Para su sorpresa, había otra persona sentada junto a él.

—Mary —murmuró la niña aún enfundada en el abrazo.

—Morgan —respondió ella con una sonrisa.

Steve sintió que su corazón se derritió de ternura al verlos. Comprendió la causa del supuesto extraño comportamiento y soltó una pequeña y tensa risa. Obligó a sus pies a acercarse a ellos, mientras una nube de regocijo y euforia se cernía sobre él.

The parent trap (Stony)Där berättelser lever. Upptäck nu