—Boit.

Esperó a que el muchacho viniera, pero al no hacerlo, ya que estaba afuera cocinando, decidió ir ella a buscarlo. Con dificultad se bajó de la cama, y al pararse y dar el primer paso, un líquido tibio se escurrió entre sus piernas, mojando el suelo.

Miró aturdida el gran charco bajo sus pies, como si se hubiese orinado, y antes de poder reaccionar, un dolor agudo la hizo sentarse.

—¡Boit!

El castaño entró corriendo a la casa, y se encontró con Kiha en la cama, sollozando. Se acercó a ella, y notó entonces el suelo mojado, mirándola asustado.

—¿Qué pasa? ¿Qué tienes? ¿Es la bebé?

—S-Sí, creo que ya viene —sollozó—. Tengo miedo, t-tengo miedo Boit.

—Tranquila, todo estará bien, intenta tranquilizarte, pediré una ambulancia —le dijo buscando su celular—. Respira como te explicó la doctora.

Kiha se aferró del borde de la cama, y apretó sus dientes, al comenzar a sentir las contracciones, escuchando como Boit hablaba por teléfono.

Cuando terminó la llamada, con cuidado la ayudó a acostarse. Pero Kiha prefirió quedarse sentada.

—B-Boit.

—Ya están viniendo —le dijo tomándola de la mano—. Respira conmigo, tranquila.

La castaña negó con la cabeza, y apretó su mano con fuerza, intentando no gritar.

—N-No voy... A p-poder.

—¿Qué? —preguntó asustado.

Kiha gritó, recordando aquellos dolores que ya había sufrido antes, cuando había perdido a los bebés, y lloró angustiada, respirando con rapidez.

—Debes tranquilizarte, ellos ya están viniendo, respira conmigo, vamos.

Negó con la cabeza, echándose hacia atrás en la cama.

—N-No, quiere n-nacer ahora, ya.

—Pero-

La joven madre volvió a gritar, y Boit observó aturdido como su vientre se movía... ¿En verdad su hija nacería en ese momento? Él no tenía idea de que hacer.

Kiha apretó su mano con fuerza, y comenzó a pujar, alertando al muchacho.

—Espera, ya regreso —le dijo soltándola.

Fue hasta la cómoda de la bebé, y buscó una toalla, para volver hasta la cama, y arrodillarse en los pies de la misma, para recibir a la niña.

Le levantó la falda a Kiha, y observó que ella había comenzando a sangrar, palideciéndo.

—Y-Yo... Respira Kiha, creo que-

Pujó con más fuerza, gritando en el acto, tomándose del colchón.

—Oh, creo que... Es su cabeza Kiha —pronunció tembloroso—. Lo estás haciendo bien, ella ya casi está aquí. Tú puedes, respira, tranquila, ya casi.

Kiha tomó varias respiraciones seguidas, sintiendo que ya no le quedaba fuerzas, después de las que había hecho. Sintiendo que si su hija no nacía en ese momento, cedería ante el dolor.

No estaba respirando correctamente, y aquello le estaba quitando fuerzas. Ya comenzaba a sentirse muy mareada y débil.

—Vamos, sólo un poco más, sólo un poco más —le dijo inclinándose hacia ella, tomándola de la mano.

Y la joven la apretó con fuerza, antes de pujar con su último aliento, sintiendo como Boit soltaba su mano en ese momento.

—Oh Dios —jadeó tomando a esa pequeña criatura roja con la toalla, escuchando su llanto fuerte y agudo—. Kiha...

La envolvió con cuidado en la toalla, y limpió su carita, mirando con los ojos aguados como la bebé lloraba, apretando sus puñitos.

—Ya mi amor, ya no llores —sollozó emocionado Boit—. Tranquila... Mírala Kiha, ella es muy bonita —le dijo girándose—. ¿Kiha?

La observó, y ella estaba tendida en la cama, con los ojos cerrados.

—Kiha, Kiha —la llamó, dejando a la bebé junto a ella, que no dejaba de llorar.

Y con horror, observó que ella no estaba respirando, y estaba muy pálida.

—No, no, no me hagas esto —pronunció desesperado, bajándose de la cama.

Le cubrió la nariz con dos de sus dedos, y sopló en su boca, antes de comenzar a hacerle compresiones en el pecho.

—No me hagas esto, Kiha... La niña te necesita, yo te necesito —le dijo desesperado, llorando.

¿Dónde diablos estaba la maldita ambulancia?

...

KihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora