Capítulo: 2

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Se había dado por vencida, y en ese instante parecía llevar una bolsa de papas ligera y sin vida. Con una sonrisa de satisfacción y vasta alegría que no podía ocultar, Ren la llevó sobre su hombro como si fuera el premio mayor, o bien, el trofeo de oro que se había ganado en su vida. Mientras algunas personas se le cruzaban, él saludaba sonriente con la cabeza, oyendo después el chillido de vergüenza que lanzaba su kohai. La expresión de hombre enamorado y en su momento el más feliz bobo enamorado era difícil esconder, pero tenía que hacerlo una vez atravesarán la puerta, y quedaran a solas de nuevo en esa habitación. Quería y tenía que escuchar esa confesión, y no la dejaría salir ni aunque llegase el mañana. Tenía una misión y no dejaría que nadie se interpusiera.

Una vez llegó frente a la puerta, la abrió con una patada, entró, y luego la cerró de la misma manera, sin embargo, aun no la bajó. Tenerla así era agradable, y era de por sí el mayor contacto que se le permitió como una excusa certera para evitar su escape. Si la tomaba en brazos, y tenía su cara cerca, sería muy complicado no atrapar sus apetitosos labios.

 Tsu-Tsuruga-san...gimió Kyoko en voz baja, llena de vergüenza.

Ren dejó escapar un suspiro, y tuvo que desistir a tenerla así unos segundos más. En realidad, no era una buena posición desde un principio, y solo podía ver su trasero y sus piernas delante de él. Aunque...de eso no se quejaría.

Estiró del borde de su falda y la bajó al suelo. El chillido de bochorno de la joven se ahogó en su boca cuando sus ojos se encontraron accidentalmente.

Kyoko trastabilló. Incapaz de enfrentarlo, fue cautelosa hacia atrás para intentar escapar. Ren, escondiendo una sonrisa maliciosa, se acercó a ella, bajó y la alzó, esta vez entre sus brazos. Ignoró las protestas y  pataleos de la joven ruborizada, y la depositó suavemente en el sofá, en dónde ella se hizo un ovillo, y escondió su cabeza entre la almohada, dándole temblorosa la espalda. 

Él cubrió su boca para evitar una risita, y sin darse cuenta, su mano cobró vida propia, queriendo darle una caricia para calmarla. 

 T-T-T-Tsuruga-san...

Su mano se detuvo justo a un centímetro de su cabeza, y luego la alejó nuevamente, cruzándose de brazos para reprimir sus deseos de tocarla.

 ¿De-De-Desde cuando...es-estuvo aquí?

 Desde que decías que me odiabas y me dabas una bofetada —respondió como quien estuviese afectado y desencantado.

La vio dar un respingo, y entonces, observó como sus orejas y su cuello adquirían un tono más alto del carmesí. Ren apretó más sus brazos, conteniéndose. Carraspeó y adoptó una fingida seriedad.

— Parecías muy inmersa hablando con él, que siquiera te diste cuenta de cuando abrí la puerta y entré —meneó la cabeza—. Si te hubiese interrumpido, no habría escuchado todo lo que en realidad querías decir a mí.

La observó, y esperó una palabra, pero ella se quedó quieta y muy callada.

— Mogami-san... —suspiró y ladeó la cabeza. El muñeco que estaba cerca de ser su imagen en el espejo, estaba tirado, con las múltiples expresiones en máscaras esparcidos en el suelo— Ese muñeco...¿no le habías regalado a María en su cumpleaños?...¿por qué es que está aquí? —preguntó, tratando de cambiar el tema para calmarla.

— Es su culpa... —le oyó murmurar de repente.

— ¿Qué? — se acercó un poco más, sin comprender su respuesta.

— María-chan me lo ha devuelto... Después de ver esa foto de usted besándose con esa actriz mayor, se ha decepcionado tanto que no quiere ver su cara ni en el muñeco... —farfulló con tono molesto.

Ren abrió grande los ojos, sorprendido por el tono que utilizó su kohai para decirlo.

— Así que es así...—dijo con una sonrisa angelical, lleno de regocijo por la obvia molestia que ella mostraba sobre ese suceso.

— Supongo...que a usted no le importa que María-chan se enoje... —el actor la miró apretar los puños— Parece hasta feliz...cuando la menciono...

Ren calló. Su mano estuvo cerca de alcanzarla, pero de nuevo desistió, temiendo asustarla. Exhaló un gran suspiro y giró su cabeza, mirando el muñeco.

Kyoko extrañada por su silencio, alzó cuidadosamente la cabeza, tratando de mirar hacia atrás para ver lo que hacía. Cuando lo vio pasar, escondió velozmente el rostro, escuchó sus pasos ir y venir hasta quedar cerca de ella. Se acurrucó aun más, temerosa de las siguientes palabras que éste podía exponer.

— Si te dijera que estoy feliz, ¿te enojarías?

Su corazón se oprimió al escuchar lo que no quería, pero solo negó con la cabeza, oponiéndose a decirle o demostrarle sus verdaderos sentimientos.

— Mogami-san... Eres una mala mentirosa.

Los ojos de Kyoko se agrandaron.

— Sigues escondiéndote tras una almohada, y no me miras a la cara. Como senpai estoy muy decepcionado de los modales que me estás mostrando.

Kyoko descubrió su cabeza, y miró con sorpresa al encontrar el rostro del muñeco cerca de ella.

— ¿Hablaríamos con la verdad si nos miráramos a los ojos? —la mano de Ren movió el brazo del muñeco, mientras lo disimulaba hablar — Prométeme, Mogami-san, no te escaparas de mi. Dime que me dirás la verdad, dime que seguiremos hablando como hace rato. Grítame, repréndeme, háblame, justo como hace unos minutos, con los sentimientos descontrolados que se reprimen en tu corazón.

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N.A: ¡Hola! Siento tardar muchísimo en actualizar. Mi razón: estaba esperando a que haya más lectores, pero no hubo muchos... Como dije es mi primera vez escribiendo aquí, y no sé muy bien como funciona wattpad jejeje 

Agradezco muchísimo a quienes votaron mi fanfic. Espero que este capítulo les haya gustado :D



Sentimientos descontroladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora