—Y así se festeja nuestra amistad —de un saltó salí de la cama, acomodando mis shorts— ¿Has visto mi playera?

—¿Amistad? No éramos...

—Ay, no seas sonso... Si tienes novia, nosotros no podemos serlo —respondí descaradamente.

—Si me das un beso, te lo digo...

Inspeccioné todo a mi alrededor, buscando una prenda amarilla tirada por algún lado de la habitación. Por suerte estaba tan visible sobre el rojo tapizado del sofá rojo. Me acerqué a tomarla.

—No eres bueno escondiendo cosas... Ten cuidado —me coloqué mi playera.

—¿Eres el gemelo malvado de Joaquin? ¿O algo así?

Subí al borde de la cama, gateando hacia él.

—Puede que sí, puede que no —mi mano llegó a su entrepierna, con el fin de apoyarme y acercarme a sus labios. Dejé un tierno beso sobre ellos— Después continuamos, te veo en la noche... O no —soreí malicioso.

Salí de la habitación sin esperar a que él respondiera. Me sentía diferente, está vez iba a ser diferente, me niego a salir lastimado una vez más. En ésta ocasión obtengo una cierta ventaja, pues ahora conozco el juego de Emilio, cada movimiento, cada palabra. Lo que es real y lo que no lo es. Me he dedicado a estudiarlo, y a sobrellevarlo.

Sé lo que están pensado, "solo déjalo ir". Al parecer no entienden que cuando estás enamorado, haces lo que sea por estar con esa persona, sin importar que te trate como mierda. Te bastará una mirada, su contacto, un simple te quiero. Porque no importa que tan falso sea todo, te hará sentir vivo el derecho a tocarlo y hacer con el lo que te plazca, porque sabes lo que él desea, y cederá a lo que tú pidas... Excepto a quererte enserio.

A veces me gustaría caminar junto a él, de la mano, sin importar el "que dirán". Pero él se mantiene distante ante esa situación, siempre evita que nos miren juntos. En el pasado creí que yo le daba vergüenza, no me sentía suficiente para estar con alguien como él.

El dolor aún permanece pero es soportable. Estar con él me hace sentir bien, no lo niego, pero solo es momentáneo.

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Los maquillistas intentan quitar el brillo en mi rostro, con maquillaje, arreglan mi cabello, colocan bloqueador y nos posicionan sobre una piedra a la orilla de mar.

La escena es corta; Emilio me abraza, toca mi mentón y besa mi frente. Algo muy insignificante para todo lo que hemos vivido estos últimos meses.

—Excelente, chicos ahora falta la parte del beso, ya saben, solo un piquito, nada del otro mundo —indicó el director Osorio.

Caminamos tomados de la mano hacía el mar. El agua llegaba a nuestra cintura, dijimos los diálogos lo más rápido y correcto posible.

Emilio se acercó, y presiono sus labios contra los míos. Sus besos frente a muchas personas se sienten diferente. Similar a si existiera algo entre nosotros, en dónde no es un simple secreto, la humillación que el jamás debe pasar.

—Se repite —indicó producción.

Lo hicimos al rededor de 8 veces, tomaron una cuantas fotos. Y la escena fue escogida. No puedo creer que estás sean las últimas escenas juntos. Después de esto no habrá nada.

Miradas y caricias disimuladas se hicieron presentes a lo largo de la mañana y parte de la tarde, la cual fue nuestro tiempo de llamado. La escena necesitaba luz radiante. Por lo que la tarde la tuvimos libre.

No debí abrir las IG de Emilio ¿Puede ser alguien tan descarado? Hay veces en las que mantengo una enorme necesidad por hablar con María, contarle todo lo que existe o existió entre mi compañero y yo. Pero prácticamente no tengo corazón para hacerlo, y no entiendo si la persona a la cual no quiero lastimar es a María o a Emilio.

EMILIACO 🏳️‍🌈. #Wattys2019Where stories live. Discover now