Él no es bueno para nadie, pero le ama. Ama con todo su ser a Kim NamJoon.
Sabe que no le hace bien, pero tampoco le importa.
—Sé que estás cansado de esto, pero dame una última oportunidad.
Puede notar lo afligido que está, cada vez más y siempre lo ignorará. Él le ama, le ama como nadie le amará y eso es lo que importa.
Así que siempre pide lo mismo: una oportunidad. Incluso la súplica y si es necesario también se puede arrodillar o llorar.
—De acuerdo, pero debemos cambiar esto. Ya no más, hyung.
Él siempre consigue lo que quiere. Todo eso es solamente Kim NamJoon.
Él no se da cuenta que tiene una obsesión y una gran falta de amor.
—Es que tú eres todo lo que me hace bien. —Siempre lo dice en sus mejores momentos. Con la mirada brillante y una sonrisa sincera; entre caricias bajo las sábanas y besos al colarse sin permiso a su cama—. No sé en donde estaría sin ti o qué sería. Más bien quizá no sería.
Y todo siempre termina en un chantaje sutil, uno que tiene enredado al menor Kim.
En realidad SeokJin no le deja vivir. SeokJin no vive y no deja vivir.
—En dónde estabas.
—No de nuevo...
Siempre un silencio y lágrimas, muchas lágrimas. También mentiras.
—Tuve que pasar a la biblioteca, necesitaba un nuevo libro para continuar la investigación de mi tesis.
—¡Tú crees que soy tonto!
NamJoon solo cierra los ojos y se prepara para lo que sigue.
Cosas rotas, desorden y un SeokJin destrozado que se encierra en el baño.
Y el hospial...
Ya había olvidado cuantos intentos de suicidio llevaba.
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—No puedo creer que seas tan idiota. ¡Entiende de una jodida vez! Solo lo hace para manejarte. El hijo de puta sabe cuánto de esa mierda tomar para no morir, pero sí para asustarte.
—Él tiene problemas. Además...
—Los tiene, pero no los que quiere aparentar. Alguien debería de darle un golpe en la cara por jugar con cosas serias... Y por ahg.
YoonGi siempre se enojaba. Y estaba en su derecho, después de todo el moreno era su novio.
