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Apenas la recordaba cuando le dijo su nombre. Carola. Llamó a su celular para invitarla a tomar un café porque tenía algo importante para decirle. ¿Lesbiana? La situación era tan extraña e intrigante que no se animó a decir que no.

Un año y medio atrás yo estaba en esta misma mesa de este bar con un mujer que apenas conocía, dijo Carola. Estaba amargada, como lo estás vos ahora, pero esta mujer me dijo que vaya al Swingers Club. Le dije que la promiscuidad no va conmigo. Pero ella me dijo que no era lo que pensaba. Que ella había estado en mi lugar. Y que gracias al Swingers Club había evitado que su esposo se fuera de casa.

Agradezco tu preocupación, dijo Augusta, pero ¿tan malo es que un hombre se vaya de casa? Quizás nos hagan un favor si se marchan, ¿no te parece? ¿Por qué deberíamos estar tan pendientes?

Carola sonrió. Esto no se trata de los hombres, sino de la sociedad matrimonial. Separarse sólo es viable para que los que no tienen nada o tienen demasiado. Pero es un drama para las que apenas tenemos algo. La vida de adolescente en la adultez es carísima, casi tanto como mantener y educar hijos, con lo cual los presupuestos, por más holgados que puedan parecer en un inicio, mucho más pronto de lo que supones van a comenzar a menguar para generar, inevitablemente, diferentes tipos de conflictos. Y eso sin mencionar las dificultades operativas.

Pero yo también puedo conocer a alguien.

Por supuesto, respondió Carola, pero no funciona de la misma manera para nosotras. Además, deberías comenzar mañana mismo a ir una hora por día al gimnasio.

Augusta dejó por la mitad la medialuna que estaba comiendo. No se atrevió a terminarla.

El club de la no divorciadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora