—No, no se preocupe —respondió él con tranquilidad —. ¿Qué necesita?

—Uh... bueno —rascó su cara con torpeza mientras elaboraba la frase que quería decir —. Me gustaría saber si podríamos... vernos. Necesito hablarle sobre algo realmente importante y estaría bien poder hacerlo en persona.

Él tardó en responder, probablemente no estaba acostumbrado a recibir llamadas en las que un desconocido le pedía hablar cara a cara sobre un asunto importante.

—Si quiere consultar cualquier cosa puede pasarse este mismo lunes por las oficinas y...

—No, no. No tiene nada que ver con su trabajo —le interrumpió, soltando un suspiro disimulado —. Mire, solo voy a estar en la ciudad hasta esta noche y es... bastante urgente. Si pudiera...

Harry estaba tratando con todas sus fuerzas no parecer un psicópata, pero él le interrumpió de vuelta con un evidente tono de sospecha y desconfianza totalmente justificado.

—¿Podría explicarme cuál es el asunto y por qué es tan urgente?

Harry supo entonces que había llegado el momento de lanzar la bomba. Inhaló profundo antes de soltar el aire de golpe en un suspiro.

—El asunto es que usted y yo estamos casados.

Las palabras sonaron tan absurdas que ni siquiera se sorprendió cuando la línea telefónica fue invadida por un largo silencio en el que ya ni siquiera podía escucharse la respiración del susodicho. Harry separó sus labios en un intento de volver a tomar la palabra si él no lo hacía, pero antes de poder murmurar un solo sonido, escuchó una risa ronca e irónica atravesar la línea.

—¿Disculpa? —cuestionó Louis, y cuando Harry intentó abrir la boca para responder algo, él volvió a hablar con cierto tono de recelo —. Es una broma, ¿no?

Podría haberlo sido, porque usualmente las bromas de Harry hacían tan poca gracia como aquella situación. Pero no lo era.

—Sería una broma de muy mal gusto, ¿no cree? —fue lo que dijo, antes de aclarar su garganta y pasar a dar más explicaciones —. Hace cinco años estuve en la ciudad por mi cumpleaños, nos conocimos en un casino y al parecer... llevamos todo este tiempo legalmente casados por Elvis Presley.

Harry juró haber escuchado como él golpeaba su frente, para luego responder eliminando de golpe toda la formalidad que habían estado utilizando a lo largo de la conversación.

—Oh, mierda —maldijo, haciéndole suponer que su mente había sido bendecida por el mismo golpe de realidad que Harry se llevó al descubrirlo —. Mierda, joder, mierda —Harry apretó sus labios para silenciar una risa porque puede que no fuera el momento idóneo para reír, pero jamás había escuchado a nadie insultar tantas veces en apenas un segundo —. Llevabas una... corona de plástico y no sabías nada sobre hacer apuestas —se reveló a sí mismo —. Mierda, te recuerdo.

Harry soltó una leve risita desde el fondo de su garganta, y por un momento se preguntó si también recordaba su aspecto, porque defintivamente él aún no había logrado formar una imagen clara del rostro de la persona con la que se encontraba hablando. Ni siquiera su voz se le hacía familiar.

—Conservas más recuerdos que yo, desde luego.

—Pero... ¿estás seguro de lo que estás diciendo? —cuestionó Louis —. ¿Completamente seguro? Porque yo pensaba que... yo estaba casi seguro de que fue una ceremonia simbólica.

—Si no estuviera seguro ya habría volado de vuelta a San Francisco para seguir con mi vida —respondió Harry con cierto tono de obviedad —, pero lo comprobé ayer mismo en una de las oficinas matrimoniales, allí me dijeron tu nombre.

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