¿Como Era Mi Mamá?

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El abrazo de una 

madre dura más tiempo 

cuando ella se va

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 Un niño de diez años salia de su cuarto con una tarjeta en sus manos, sus ojos lloraban y sus manos temblaban, no recordaba cuando fue la ultima vez que le hizo algo así a su madre, y no era capaz de entender porque lo ultimo que le dio fue un simple abrazo, y eso que aquello fue a sus seis años. No entendía porque su personalidad era así, sus dos padres eran cariñosos y amables, pero él, él era distante y frío, o al menos así fue, hasta que un día su madre dejo de recibirlo con una sonrisa y un dulce abrazo, hasta que vio a su padre llorar y hasta que sintió la diferencia al ya no estar su madre con ellos.

Era un niño no mayor de diez años, rubio y de grandes ojos verdes. Con una piel pálida y tersa, de mejillas rosadas y pequeñas pecas decorando su rostro.  Era alto, y eso suponía que era heredado de su padre, también era delgado, pero de forma proporcional a su altura, la cual correspondía a 150 centímetros. Él consideraba que sus ojos no eran gran cosa, pero desde que tenía  conciencia, su padre siempre le halagaba por estos, aunque, desde sus seis años aquellos halagos pasaron a ser miradas melancólicas y temblorosos ''—Eres idéntico a tu madre—''. No lo negaría, su madre tenia unos ojos hermosos, y agradecía haberlos heredado, para así recordar las amorosas miradas que desde que nació le dedico. 

Él niño camino hacia la sala de estar, su padre estaba ahí, y como siempre, sonreía melancólico mientras observaba una foto de su madre. Creía entender el porque de su actuar, todos decían que ellos estaban unidos por el hilo rojo del destino, y que, desde que su madre ya no estaba, era notorio el cambio que el rubio mayor había tenido, manteniéndose igual que antes solo con su hijo.

Papá ¿Como era mi mami?— Se atrevió a preguntar el niño, sentándose junto a su padre y viendo aquella foto, foto en la cual un pelirrojo era mostrado, sonriente y con una corona de flores en su cabeza.

Tu madre era...— Alzo la mirada, vio hacia un lado y finalmente agacho esta misma, después rasco su nuca y regreso la vista a su hijo. —Sabes, hijo. La vida se vuelve difícil cuando creces. Muchos problemas, tensión: Peleas y responsabilidades. Pero por un momento todo se pausa. El mundo se calla, por un momento todo esta bien. Tu madre era eso.— Soltó un pesado suspiro, alzando la vista nuevamente hacia el cielo, empezando a recordar a su esposo.

 —Él era la taza de café por la mañana antes de ir a trabajar. El mensaje con un emoji que te sacaba una sonrisa. era el ''—¿Como te fue?—'' después de un duro día. El abrazo con el cual dormías por las noches. La compañía que no querías. QUE NECESITABAS. Podía tener las conversaciones más profundas e inteligentes con él. Debates interminables sobre la vida y la música. Y luego acababa con un chiste tonto que él contaba y que solo a él le causaba gracia. Amaba el cine. Veía las películas con una pasión que las vivía. Hablaba con los personajes, cantaba, gozaba y sufría con ellos. Adoraba a los animales. No sabia si sus gatos eran gordos de tanto comer o de tanto amor que les daba. Y su pasión por la vida...— Soltó un suspiro acompañado de una sonrisa —Llegue a creer que era una Musa viviente. Si algo se le cruzaba por la mente, no lo dejaba hasta lograrlo. Fueron meses practicando el piano, la pintura, costura, manualidades, videojuegos y más. Nunca se rindió. Siempre lo consiguió. Su cabeza estaba llena de historias. Llenaba libretas anotando cada una. Eran vivencias, eran sueños. Era ese deseo por contarle al mundo de todo. '' —Solo quiero que seas feliz—'' le dije ''—Y que sigas tu camino hasta conseguir esa felicidad, hasta lograr todas tus metas. No importa si ese camino te lleva lejos de mi. Estaré feliz y orgulloso—''.— Sonreía alzando su vista, con sus palmas abiertas y sus ojos brillando —''—Yo se que tu estrella brillara por siempre—''.— Termino de decir, pero al hacerlo, sus sonrisa se borro y lagrimas empezaron a emanar de sus ojos. Agacho la mirada y cubrió su rostro con una de sus manos —Debía brillar por siempre...— Y no lo soporto, rompió en llanto. dejo de lado la foto y sujeto su rostro con ambas manos.

El menor de los rubios abrazo a su padre, llorando junto a él. El niño no recordaba mucho de su madre, era pequeño cuando este dejo de brillar, pero, con lo poco que podía recordar, sentía un vació en su ser. Lo extrañaba, y lo admitía, no era lindo para un niño crecer sin la compañía de su madre, para un adolescente seria difícil crecer sin aquel que le haga cumplir reglas, con quien pelear y enojarse, a quien gritarle una estupidez, y saber que le perdonaría y que siempre estaría para él. Si, tenía a su padre, pero era distinto, madre solo iba a tener una, y sin importar todo lo que hiciera su padre, no sería igual, e incluso este mismo lo admitía, no sería nunca igual.

El niño suspiro, limpiando sus lagrimas e intentando sonreír, tomo la tarjeta que había escrito y hecho por si solo, tomo una mano de su padre.

Vamos, papá, es momento que vayamos a ver a mamá, no queremos llegar tarde en su día.— invito el niño, captando la atención de su padre, el cual limpio sus lagrimas y se levanto del sofá, para seguidamente abrazar a su hijo y cargarlo.

Así se dice, Leo. Ya es momento de ir donde tu madre.— Y seguido de aquello, camino fuera de casa, obviamente tomo su abrigo y el de su hijo antes, hacia frió y no deseaba conducir.

Caminando entre charlas y sujetos de la mano, padre e hijo ingresaron donde el tercer integrante de aquella familia descansaba. Caminaron por entre las lapidas, hasta llegar a la perfectamente cuidada que buscaban. En esta, se podía leer de una forma bellamente legible, el nombre ''Kyle McCormick'', y, aunque su apellido de soltero fuera ''Broflovski'', estaba ya casado cuando falleció a causa de la leucemia. El mayor se arrodillo ante la lapida, dejando contra esta un bello ramo de flores, el niño repitió la acción de su padre, solamente que dejo aquella tarjeta que había hecho.

Hola mamá. feliz día de las madres. ¿Como estas? Yo y papá te extrañamos mucho...— Saludo el niño, acariciando las letras que escribían el nombre de su madre.

Y así, pasaron la tarde charlando a la nada, aunque entre susurros del viento, juraban oír la distante voz de un pelirrojo de ojos esmeralda. Pelirrojo el cual, desde su fallecimiento a acompañado a los dos hombres que más amo; Su esposo y su hijo. A la hora de abandonar el cementerio, la calidez de la brisa los abrazo, haciéndolos sentir aquello que solo cuando acudían al cementerio sentían, ''—Es mamá—'' le comento el niño a su padre, el cual, simplemente le acaricio el cabello y asintió, alzando su vista al cielo ''—Si, mi amor, es tu madre. Tu madre siempre a estado con nosotros—''. Y sin repetir palabra, se retiraron del lugar, para regresar luego de un par de semanas, llegando a celebrar el cumpleaños del pelirrojo.


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⏰ Last updated: May 11, 2019 ⏰

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