Yuri soltó todas las lágrimas que quiso y pudo con el pretexto de estar ahogándose con un pene muy bien dotado, lágrimas de felicidad, soledad y de lo incómodo que resultaba tener semejante cosa acaparando toda su boca, estirando sus labios y profanando su garganta deliciosamente. Se sentía dichoso de ver a Otabek tan inmerso en el placer balanceando sus caderas solo un poco, lo suficiente para no hacerle daño. No era muy fan de dar sexo oral, aunque sí de que se lo hicieran, pero estábamos hablando de Otabek, su crush de toda la vida (universitaria) y el hombre con la hombría más prometedora que había visto jamás, porque había espiado un poco cuando iban al baño juntos, era algo que no podía dejar pasar y había servido de material para muchas sesiones de masturbación y fantasías eróticas entre las cuales estaban, obviamente, practicarle una felación ¿Acaso todos sus sueños se harían realidad? Porque de ser así este era un buen comienzo, aunque no muchos considerarían como buen comienzo tener una polla en la boca.

— Yura... suficiente — le susurró con voz ronca que le hizo soltar un gemido quedo sobre la cabeza de la imponente erección. Otabek tomó su rostro con cuidado y lo puso de rodillas frente a él para volver a besarlo de aquella manera tan única que le hacía perder la razón y aprovechando su estado lo volvió a recostar sobre la cama para una vez más llenar de pequeños besos su piel.

El moreno volvió a desaparecer de su vista por un momento para tomar una de sus piernas y recorrer toda su extensión con pequeños besos de mariposa que lo hicieron gemir de felicidad y excitación, sobre todo cuando ascendieron hasta el interior de su muslo, muy cerca de su entrepierna para después depositar su extremidad sobre su fornido hombro. Yuri sabía lo que venía, aquel momento que a veces se le hacía demasido incómodo con sus parejas ocasionales por ser tan íntimo, uno que no sabía como sobrellevar luego de que todo terminara, aún así se obligó a dejar de pensar por un momento cuando el kazajo tomó la pequeña botella de lubricante y vació un poco en sus manos, la izquierda se dirigió a su miembro para relajarlo mediante un buen ritmo de masturbación y la derecha se abrió paso entre sus nalgas para acariciar la pequeña entrada la cual se contrajo por reflejo.

— Relájate, Yura.... Todo estará bien — dijo con ese tono de voz que nuevamente le arrancó otro suspiro necesitado junto a un conjunto de gemidos consecutivos cuando volvió a la carga con nuevos besos sobre la piel de sus piernas.

— ¿Has hecho esto antes?... — El ojos oscuros e miró con una ceja alzada. — Con un hombre, digo...

— ¿Importa? Te lo estoy haciendo a ti.

— Claro que importa porque...ughh — Calló de pronto cuando el primer dedo se abrió paso entre sus pliegues dejando que la frase muriera en un jadeo, se aferró a las sábanas y respiró profundo buscando relajar sus músculos nuevamente, tarea que fue beneficiada gracias al leve bamboleo de la mano izquierda de su compañero. — No quiero que duela... — dijo por fin cuando sintió que podía hablar sin tener la voz quebrada.

— Contestaré tu pregunta — depositó un nuevo beso esta vez cerca de sus testículos que le obligó a contener la respiración momentáneamente, cosa que no duró ni un segundo cuando el dedo índice del moreno se adentró aún más en su cavidad e hizo una ligera flexión que envió una fuerte corriente eléctrica a lo largo de su columna que lo hizo poner los ojos en blanco. El rubio no pudo decir más y tampoco quiso hacerlo o recibir algún comentario porque aquella deliciosa lengua se concentró en lamer y estimular su miembro mientra otros dos dedos se unían al que ya tenía insertado.

Fue una maldita tortura y a pesar de eso lo repetiría mil veces o más. Para él cada caricia fue lenta como si quisiera envenenarlo con placer. Realmente no sabía cuánto tiempo estuvo ahí recostado siendo lamido, besado y embestido hasta que Beka se incorporó lo suficiente, sin bajar su pierna, para buscar con la mirada su pantalón.

Simon Says [OtaYuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora