🍼 5 🍼

3K 407 92
                                    

🍼 «Música, historias y besos» 🍼

La gente podría no entenderlo, pero algunos años más tarde cuando Seulgi presumiera a su artista favorito, diría que el tenor lírico de su voz era justo como los rayos del sol. No podría explicarlo, pues para hacerlo habría de sumergir al mundo en el mar de sus recuerdos, hasta esa tarde de otoño en la soledad de su habitación, cuando Luhan la sostuvo en brazos y entonó «Your love».

Era la hora de la siesta, el instante en que la música se convertía en la mejor amiga del chino. Había dado con un método infalible para apaciguar el genio de la pequeña y no pensaba soltarlo a menos que fuera absolutamente necesario. La magia del hechizo, sin embargo, no resultaría tan poderosa sin la silla dormilona para mecer a osita o la cálida luz colándose entre las persianas para cobijarla.

Antes de que se diera cuenta, Seulgi dormía contra el pecho del canguro y sus manitas se aferraban con fuerza a la tela de su camiseta. Tal vez le perdonara por abandonarla hacía un par de días, pero eso no significaba que el asunto estuviera olvidado o que no fuera a evitar que se repitiera. Tampoco debía preocuparse, Luhan no iba a ir a ninguna parte.

«Ya es muy tarde para salir corriendo» pensó.

Estaba demasiado encariñado, Seulgi y Sehun se habían abierto un camino hasta su corazón y lo peor era que el espacio que ahora ocupaban resultaba tan grande que arrojarlos fuera equivaldría a vivir con un horrible y doloroso vacío en el pecho. La culpa no era suya, nadie que conociera al padre y su hija podría evitar caer de rodillas ante su encanto, aunque él lo había intentado.

O eso le gustaba pensar. Quizás sus esfuerzos pudieran cuestionarse y parecer bastante pobres, pero Luhan diría hasta el final que en algún punto intentó mantener las defensas y contener sus emociones. «Y lo habría logrado de no ser por ese tramposo...» bufó para sí, recordando el beso en la mejilla y la absurda palabra con H que Sehun eligiera para encandilarlo y mantenerlo pensativo el resto del día.

¿Qué habría estado pensando cuando lo hizo? ¿Imaginaría si quiera lo que provocaría en el canguro?

No queriendo provocarse él solo un dolor de cabeza, Luhan hizo a un lado los pensamientos tan locos que atiborraban su mente y se aseguró de que osita estuviera bien dormida antes de recostarle en la cuna para luego ir a la cocina, donde un montón de trastos aguardaban a que se hiciera cargo. Había ensuciado más de la cuenta preparando el almuerzo y debía aprovechar para lavarlos o Seulgi despertaría y le entretendría.

Mientras limpiaba, puso a correr los podcast de actuación que solía escuchar, terminando al menos dos episodios antes de pasarse por la habitación de Seulgi y asomarse a su cuna sólo para descubrir que osita estaba despierta. No lucía molesta por no verle cerca cuando abrió los ojos, al contrario, la sonrisa en sus labios indicaba que la alegraba concluir su siesta y encontrar al castaño junto a su cuna.

— ¿Deberíamos estirar un poco? — le preguntó, tomándola en brazos.

Se había vuelto una costumbre juguetear luego de la siesta vespertina, Luhan leía mucho sobre la estimulación del desarrollo así que solía montar obstáculos o sentar a osita lejos de sus juguetes preferidos y animarla a gatear. Acababa de descubrir lo mucho que Seulgi se divertía cuando imitaban sonidos y no negaría que estuviera un poco enamorado de sus risas cuando ponía música y la sacaba a bailar.

Esa tarde perdieron un montón de tiempo y estaban por completo agotados cuando el castaño los tumbó a ambos en la alfombra de la sala. Seulgi se hizo un ovillo en su elefante y Luhan tardó apenas unos minutos en imitarla, cerrando los ojos hasta quedarse dormido. Cuando despertó, llamaban al timbre y Sehun se hallaba en la puerta, recibiendo el pollo frito que hacía rato hubiera ordenado.

Canguros y cangureras || HunHan ✔حيث تعيش القصص. اكتشف الآن