No se dio cuenta de lo que hacía, hasta que el llanto cesó y los preciosos ojos marrones que Seulgi poseía se fijaron en él. La dulce melodía brotando de sus labios era lo único que se atrevía a llenar el silencio, haciendo vibrar su garganta y calentando el pecho de la niña en sus brazos. No era la primera vez que le cantaba, lo hizo el día que Sehun presentó su proyecto, así que el sonido de su voz era el primer recuerdo que osita tenía de él.

— Qǐng bié chuō pò cáng qǐ de cuì ruò...

Aplicar a la carrera en música nunca fue parte de sus planes, Yi Fan lo obligó a inscribirse porque le gustaba su voz y quería que aprovechara la oportunidad para pulirla y sacarle brillo. La noche del recital de Navidad, en el que Luhan participaba con un solo por recomendación de la profesora, su hermano arrastró a un posible socio de su firma al auditorio, porque de llevarlo a cenar no habría alcanzado a llegar a tiempo para su presentación.

Esa noche, el castaño ganó una nueva fanática, alguien que al igual de su gege quedó prendada de su voz y amenazó con volver a chillar si Luhan no la consentía con más.

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La quietud que reinaba en el apartamento lo hizo pensar que su canguro se había quedado dormido de nuevo, cuando no bien recorrer el sitio sin advertir rastros de sus personas favoritas, Sehun ingresó en la pieza de su hija y fue a encontrarse con la escena que hizo derretir su corazón. Había hecho remodelar el estudio luego de convertirse en papá, pues hasta el nacimiento de Seulgi no se suponía que la niña fuera a vivir con él.

Soo-young estuvo a cargo de la decoración, a su hermano no le hizo gracia que ignorara sus ideas e hiciera caso a la otra sólo porque era mujer y sabía lo que una niña necesitaba, pero al final tampoco quedó inconforme con el resultado. La pieza que antes de su intervención lucía fría y hasta aburrida, se convirtió en la más acogedora de las habitaciones, con el papel tapiz de un suave lila y todos esos juguetes decorando las repisas.

Había un mueble, un solo elemento que Sehun se aferró en incluir y es que siempre creyó que el día en que tuviera hijos habría un sitio especial en la habitación, un rinconcito exclusivo donde tumbarse y disfrutar de la dicha de ser papá. Descubrir a Luhan en la mecedora, Seulgi siendo un capullo entre sus brazos, no era lo que imaginaba de una vida como padre... realmente, aquella era la escena de una familia y por alguna razón, parecía perfecta.

— Hola — saludó Luhan, en un quedo murmullo.

La sonrisa en sus labios resplandecía a pesar de la escasa iluminación y es que el castaño habría acondicionado la pieza para que osita disfrutara del mejor de los sueños. Sehun, quien siempre pedía por su hija no bien volver del trabajo, se contuvo de extender los brazos y arrebatarla del pecho de Luhan, donde su pequeña había ido a apoyar la cabecita tan cómoda como si se tratara del regazo de su padre.

— Hola — repuso el rubio.

— ¿Qué tal el trabajo?

— Aburrido — susurró, apoyándose contra el marco de la puerta — Las visitas al sitio de la obra empezaran la semana que viene, así que hasta entonces no habrá mucho que hacer. ¿Qué hay de ustedes, lo pasaron bomba hoy también?

— Si supieras... — espetó Luhan — Tu hija es demasiado lista, descubrió el engaño y no me puso fácil obtener su perdón. El lado bueno es que ya no tendré que echar mano a tu armario.

— Así que lo lograste, te hiciste un huequito en su vida.

La pequeña se removió entre los brazos del canguro, permitiendo a su padre distinguir los puños aferrados a la ropa de Luhan. Otra muestra de lo mucho que el castaño estaba ganando.

Canguros y cangureras || HunHan ✔Where stories live. Discover now