Capítulo 22 Los demonios

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El sol entra por la ventana, y me despierta lamentablemente, estoy durmiendo sobre mi costado, me estiro y siento un peso encima de mi espalda, miro y es el cuerpo de Alejandro sobre , tiene uno de sus brazos debajo de mi cuello y el otro sobre mi cintura. Estoy cansada y con muchísimo sueño pero no puedo seguir durmiendo, por lo menos no tuve pesadillas anoche. Intento levantarme sin despertar a Alejandro pero cuando me logro sentar en la cama, el me jala por la cintura y de nuevo caigo entre sus brazos.

-No te levantes aun, es temprano- me dice en mi cabello sin abrir sus ojos. Me abraza y siento su calor vibrante en mi espalda.

-Debe ser aproximadamente, como las 11 de la mañana, lo creo por el sol- le digo. Es tarde

-Ok, será entonces- dice a regañadientes mientras me suelta. Me giro, le doy un beso de bueno días y me levanto, camino hasta el baño. Dentro me doy una ducha rápida y salgo de baño enrollada en la toalla, miro a la cama y Alejandro todavía está sobre ella, revisando su celular, el cual se está conectado al cargador. Yo pensaba que estaba afuera.

-Esta vista es... perfecta- dice para ruborizarme.

-¿Tienes señal?- pregunto cambiando el tema mientras recojo mis cosas.

-No- me dice sin dejar de mirarme- no te imaginas cuanto esfuerzo me toma no aprovecharme de ti, así- dice con sus brazos cruzados sobre el pecho.

-Gracias al cielo por lo caballeroso que eres- digo dirigiéndome al baño de nuevo.

-No tientes al caballero- me dice divertido. Rio y cierro la puerta.

Me coloco un suéter de cuello en forma de V y jean de color gris los dos, una chaqueta de falda amplia, botines y bufanda de color negro. Me maquillo y peino.

Salgo y Alejandro no está en la habitación, recorro la sala, el comedor y la cocina; no está por ningún lado, toco una de las puertas y Alejandro me contesta a través de ella.

-Estoy recién bañado y me estoy vistiendo, si entras va hacer bajo tu riesgo- me dice advirtiéndome, yo sonrío, y dudo entre entrar o no. Decido no hacerlo, mejor dejo quieto, lo que está quieto.

Voy a la cocina, comienzo a preparar el desayuno. Preparo café y arepas. Alejandro llega a la cocina con un una chaqueta ceñida al cuerpo de color azul oscura, jean y botines negros.

-¿Que hay para desayunar?- me pregunta mientras me abraza por la espalda y me besa.

-Café- le digo entregándole una taza de café con leche y un poco de chocolate- y Arepas... aunque no sé, con qué las prefieras- digo girándome para quedar de frente a el entre sus brazos.

-Este es el mejor café que he probado en mi vida- me dice saboreándolo.

-Gracias- digo más que feliz por su cumplido, me da uno de sus besos, eso que me encantan.

-¿con que las quieres?- le pregunto.

-No sé, sorpréndeme- me dice mientras me besa nuevamente pero esta vez, de forma apasionada- podría acostumbrarme muy fácil a esto.

-¿A besarme?- le pregunto.

-Ah esta imagen todas las mañana, ah esto de despertarme contigo y compartir el desayuno contigo- me dice mientras me sonrojo y me besa.

-¡Las arepas!- grito mientras me separo para revisarla, aunque, ya sé cuál es el final de antemano, el olor a casi quemado es inconfundible. Lo bueno es que solo se quemaron en pequeños lugares. Sirvo un par de platos con su respectivo par de arepas con mantequilla, jamón, queso amarillo, tocineta y tomate.

Sala de EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora