Epílogo

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Canción: Así era ella.

Artista: Matisse.

ROGER

Mi cabeza está en todos lados menos en esta reunión. Los ejecutivos de Miami que vi en California están tratando de hacer negocios con Sunshine. Ellos hablan sobre números, marketing, inmobiliaria, inventarios, pero mi mente solo piensa en Lola, en cómo la perdí por estúpido.

No la he vuelto a ver desde que me cerró la puerta en la cara cuando hablé con ella, no me responde los mensajes, ni mis llamadas. Creo que hasta me bloqueó en Whatsapp. Sé que está dolida, pero realmente no quise hacerle daño. Pero estoy consciente de que lo hice.

Mentirle tantas veces nunca debió haber sido una opción. Nunca debí haberlo hecho.

—Señor Butler, ¿qué piensa sobre nuestra inversión? —pregunta uno de los hombres de traje que viajó desde Miami hasta aquí. Estoy tan en las nubes que no sé de qué habla. Intento asentir para que no se den cuenta que no les estoy prestando mucha atención.

—Creo que la podemos negociar mejor en una próxima reunión, hacer balances internos, hablar con nuestros ingenieros y jefes de marketing, tener una buena coordinación —menciono algunas estrategias. El hombre que me está mirando en estos momentos hace un asentimiento con su cabeza, suspira y comenta:

—Me parece bien, agendaremos una nueva reunión para dentro de un mes.

Y así finaliza la reunión. Odio haber estado tan perdido, no debería de estar distrayéndome con asuntos personales en el trabajo, me río internamente al pensar que eso dejó de serlo cuando mezclé las dos cosas hace unos meses atrás.

—De eso me encargo yo —murmuro, tomo mis labios con mis dedos, hago esto cuando estoy distraído—. Tranquilo, las finanzas están bien, ese pedido que me dices llegará por la mañana a Vancouver, sí, está bien, buenas tardes.

Vine al sótano de la empresa a buscar unos archivos que me dijeron que estarían aquí, aunque me extrañé porque aquí hay solo una oficina que realmente no sé de qué es.

Cuelgo la llamada, volteo y veo a una chica muy hermosa en frente de mí. Es un poco más baja que yo, pero con esos tacones que usa no se ve tan pequeña. Su cabello es rubio con ondas, sus cejas están alzadas con un atisbo de sorpresa hacia mí. Así que saludo... aunque no sepa quién es ella. ¿Qué hace aquí en el sótano?

—Buenas tardes, ¿nos conocemos? — inquiero.

—Buenas tardes, señor. No lo creo... —responde con una mirada de curiosidad. Es realmente hermosa—. Soy Lola Walts, soy contadora de la empresa.

Me sorprendo, eso debería de saberlo, pero ciertamente no lo hacía. Se supone que debo conocer a todo el personal que trabaja en esta empresa. Niego internamente. La señorita Walts estira su mano, hago lo mismo y estrechamos nuestras manos. Sus manos son suaves y delicadas.

— ¿En serio? Soy Roger Butler, al parecer, su jefe.Me río por lo bajo. Es impresionante el hecho de que sea una de las contadoras de la empresa y no nos hayamos conocido antes—. Soy el presidente encargado de Sunshine.

Ella me mira sorprendida, le sonrío ladeadamente.

Sus ojos son un color miel oscuro que quizá en el sol se vean más claros. Ella se remueve en su sitio y acomoda mejor su bolso en su hombro.

—He escuchado sobre usted, pero nunca lo había visto, mucho gusto —dice sonriendo.

Meneo mi cabeza, lamo mis labios y la miro por varios segundos. Su belleza me llama mucho la atención. Eso no suele suceder seguido. Me gusta su sonrisa.

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