CAPITULO 4

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-          Upss – sonrió inocentemente

Se dio media vuelta y subió las escaleras hasta el salón. Yo me levanté del suelo con ayuda de Tatiana y me acomodé el uniforme mientras me lo sacudía.

-          ¡Oye! – rugió Elizabeth. Obviamente enfadada - ¡¿Qué te pasa, estúpida?!...¡tú…!

-          ¡señorita Johnson! – regañó la auxiliar que caminaba cerca de nosotras – modere su vocabulario. Una dama como usted no debe…

-          Hablar groserías – imitó su voz- ya lo sé, ya sé. No me lo tiene que recordar.

Cuando la auxiliar se marchó, todas me miraron preocupadas. Les sonreí y le quité importancia a lo que acababa de pasar. Recogí los restos de mis anteojos y los tiré a la basura. Iba a tener que volver al oculista para que me dé unos nuevos, otra vez.

Seguramente se preguntaran ¿Por qué no hemos acusado a las huecas con la auxiliar? Pues, la respuesta es muy sencilla: no nos creen. Como la familia de Luciana, Vanessa y Anahí tienen mucho más dinero y poder (sobre todo influencia) les creen todo a ellas. O al menos, solo los profesores y auxiliares, el director si nos trata a iguales cada vez que llegamos a su oficina cada vez que hay un encuentro mano a mano de Elizabeth y Luciana.

Llegamos al salón cinco minutos antes de que llegara el profesor de literatura con los exámenes bimestrales de física.

-          Buenos días, chicos – nos saludó

-          Buenos días, profesor – respondimos todos al mismo tiempo

-          Siéntense, por favor – obedecimos – bien, saquen sus cartucheras para que…

-          Disculpe profesor – lo cortó una voz que jadeaba - ¿puedo pasar?

Miramos a la persona parada en la puerta. Era Ana.

-          Pase, pase.

-          Gracias – respondió aliviada

Caminó hasta que llegó a su lugar, justamente delante mío y al costado de Elizabeth.

-          ¿Qué pasó? ¿Por qué llegaste tarde? – le susurró Elizabeth

-          Es que…

-          ¡Señoritas! – les llamó la atención el profesor - ¿tienen algo importante que hablar? Porque si es así por favor retírense del salón.

Ana y Eli se quedaron calladas y bajaron la mirada avergonzadas. Unas risitas llamaron mi atención. Eran las odiosas huecas burlándose de mis amigas. Está claro que ellas estaban gozando del momento.

-          Muy bien, como estaba diciendo…saquen sus cartucheras, mochilas cerradas y en el piso. Ya vamos a comenzar el examen.

Exámenes bimestrales. Cada dos meses hacen evaluaciones de todos los cursos para poder ver nuestro rendimiento académico. En una parte es bueno, porque así sabremos que tal vamos; pero, por otra parte, es malo, porque los resultados los publican en el pasadizo donde se encuentran los cuatro salones del mismo grado y los ponen en nuestra libretas de notas.

-          Pueden comenzar

Tras la indicación del profesor, todos volteamos las hojas y comenzamos a resolver.

“pásate la dos, pásate la cinco” se susurraban mis compañeras en la parte de atrás del salón, que es justamente en la parte donde me siento con mis amigas. La verdad es que es divertido observar como los alumnos, a la hora del examen, hacen hasta lo imposible por poder aprobar. Una de esas cosas es poder sacar el cuaderno del curso a escondidas del profesor, o hacer pequeñas anotaciones en una hoja diminuta donde cada uno entiende lo que ha escrito. El profesor está demasiado ocupado sentado en el escritorio que esta frente a todos los asientos, leyendo un libro de no sé qué cosa, como para darse cuenta de lo que estamos haciendo. Justo cuando puedo respirar tranquila por haber acabado el examen, el profesor grita:

PROMETEME UNA COSAOnde as histórias ganham vida. Descobre agora