Capitulo 14

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Pintar me hacia sentir bien, me hacia ser libre. Supongo que es lo que te pasa cuando algo te apasiona, que te da igual todo, que de repente el exterior se difumina y no puedes concentrarte en algo que no sea eso. Podía estar sola en mi casa, en un parque lleno de niños o en una cafetería abarrotada de gente, que si me ponía a pintar, todo eso desaparecía, se hacia un eco de fondo que ni siquiera podía oír apenas. Además pintar me daba la libertad de expresar lo que mas oculto tenia, toda la rabia, la tristeza, la alegría que llevaba dentro, la plasmaba, daba igual la técnica que utilizase siempre conseguía terminar con un peso menos sobre mis hombros. Además, era algo que no podía estar mal, porque era mío, únicamente mío, podía ser mejor o peor, pero nunca estar mal.

Me aficione a la pintura cuando era pequeña, dibujos tontos sobre lo que veía, nunca se los había enseñado a nadie, total solo era un pasatiempo. No sé ni como empecé a dibujar ya que no tenía a nadie a mi alrededor que lo hiciera y el colegio no es que me motivara mucho para hacerlo, pero había conseguido algo que hacía que mi corazón se emocionase cuando terminaba algún dibujo o iba a alguna exposición y mi cabeza se relajase en esos momentos.

Había quedado con Natalia en una cafetería en un hora y para mi sorpresa, ya que solía llegar tarde a todos los sitios siempre, ya estaba vestida y maquillada, asique me puse a pintar. Pintaba lo que sentía en ese momento, una mezcla entre alegría y desconcierto, no sabia en que punto estábamos, siempre que intentaba sacar la conversación ella desviaba el tema evitándolo, pero feliz porque por lo menos podía estar con ella.

Aunque nuestras conversaciones no hubieran sido muy profundas poco a poco descubría más cosas sobre ella y eso me encantaba, me hacia sentir mas cercana a ella aunque a la vez sentía que no quería involucrarme en ella. Eran sentimientos contradictorios.

Camine apresuradamente por la calle, ya estaba cerca de la cafetería y como siempre llegaba tarde, no se como me las apañaba, salía con tiempo de sobra pero conseguía entretenerme con cualquier cosa por lo que mi paso se ralentizaba. Al entrar pasee mi mirada por todo el establecimiento en busca de la morena, la encontré recargada sobre la barra, llevaba la funda de la guitarra en su espalda, cosa que me extraño. Camine hacia ella y me puse a su lado.

-Hola- dije despacio

-Hey- dijo de la misma forma girándose hacia mí, dándome un pequeño abrazo en forma de saludo

- ¿Nos sentamos? - propuse

-Iba a pedir, ve yendo si quieres, ahora voy

Camine hasta una mesa vacía, estaba en la mitad de la cafetería, por lo que tuve que ir esquivando gente hasta llegar. Dos minutos después llego Nat con las cosas. Había pedido para mi una magdalena gigante de chocolate con un zumo y un café con tostadas.

- ¿Cómo tu con la guitarra? - dije tomando el primer bocado de la deliciosa magdalena

-He estado tocando un poco con unos amigos

- ¿Los del grupo?

-No, otros- sonrió empezando a comer

-Que guay, ¿algún día me tocaras algo?

-Algún día- su mirada estaba puesta en la mía, tenían un brillo especial

Terminamos de comer y echamos a andar sin rumbo fijo, simplemente no queríamos que terminasen todas las conversaciones que estábamos teniendo, yo por mi parte no sabía cuándo volvería a verla por lo que quería aprovechar el máximo tiempo junto a ella. Terminamos en una pequeña plaza, al fondo se podían ver un grupo de niños jugando al balón, nos sentamos en unos escalones un poco escondidos de las miradas más curiosas.

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