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Cuando la luz de la luna llena estaba en lo más alto, las olas se alborotaban con violencia, y podías escuchar los azotes que le daban a las rocas, a la arena, a sí mismas

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Cuando la luz de la luna llena estaba en lo más alto, las olas se alborotaban con violencia, y podías escuchar los azotes que le daban a las rocas, a la arena, a sí mismas.

Shoto veía como estas, agresivas, golpeaban lo que se les pusiera en frente, y él, con los pies descalzos, dejaba que azotaran levemente sus pies, sintiendo la textura suave de la arena bajo ellos.

Era de noche, y el viento acompañaba a la olas en su furia, aunque a él le parecía que este quisiera jugar con su cabello.

Que las olas acompañaban a sus sentimientos, y traían piedresillas desde el fondo.

Pequeñas y redondas.

Dabi caminaba frente suyo, callado, buscando con la mirada algo en el suelo, aunque su postura era decaída.

De nuevo, aquella tristeza que desde hace algunas semanas los envolvía.

Deseaba que acabase.

Vio como el demonio se agachaba y recogía algo, y posteriormente esperaba a que una ola lo limpiase, una vez hecha esta labor, volteó a verle, y le sonrió cansado para después entregarle una pequeña concha.

Entendió que eso buscaba, le ayudó en su búsqueda de más de aquellos tesoros marinos.

Dabi, al ver al bicolor esmerarse en la tarea, sonrió con ganas.

Era precioso ver como se agachaba a buscar más de cerca, con la poca luz de la luna, y las alas totalmente extendidas para que no llegasen a mojarse.

Tenía tantas ganas así de arrojarse al mar junto con él, así tendría que esperar a que sus alas se secasen para volver, y estaría junto a él mucho tiempo más.

Había tantas cosas que quería hacerle.

Un leve dolor se instaló en su garganta, pero continuó en su búsqueda, recolectando más y más conchas de mar.

Una vez creyó tener suficientes, corrió hasta Shoto, quien aparentemente se instaló en una zona donde quedaban tiradas varias piedritas y caracolas.

Al escucharle, el ángel se paró y volteó a verle, así que se acercó lo suficiente como para que solo un par de centímetros los separasen.

Se encantó con la diferencia de alturas, que hacia que Shoto le viera hacia arriba, con las mejillas sonrojadas, con el cabello alborotado, con la boca en línea recta pero con sus preciosos ojos anhelantes.

Un ángel era el ser más precioso que podía existir.

Y el suyo sobrepasaba límites.

—Vas a tomar una —susurró ronco, y aún intentando ser suave para los ojitos que le veían antentos —y vas a susurrarle o gritarle lo que deseas, entonces la arrojas al mar

Hace tanto prefirió simples deseos mundanos.

Hoy anhela el paraíso que le brinda un solo ser.

Shoto tomó una pequeña concha en su mano, y la vio con atención, entonces la acercó hasta su boca como si no estuviese solos, como si no pudiese convertir el ambiente a uno mas íntimo.

—Deseo poder estar siempre con él —susurró.

No le volteó a ver, y entonces arrojó la concha con fuerza al mar, luego volteó a verle, era su turno.

Le miró con ternura, y apretó una concha en su mano, extendió su palma y le vio con atención, no a la concha, si no a él.

—¡QUIERO PODER TOCARLE! —gritó, tan alto que su garganta ardió, su ronca voz no estaba hecha para eso, y para compensarlo lanzó la concha tan lejos como su brazo pudo.

Le gustó.

Amo esa sensación de libertad.

Una risa ronca y quebrada salio de su garganta, frágil ante las sensaciones, volteó a ver a Shoto, quien ahora miraba esas cositas que se encargaron de juntar.

—¡QUIERO QUE ME TOQUE! —gritó el bicolor. Ni siquiera se escuchó el chapoteo de la caracola al caer.

Sus miradas se volvieron a ver, anhelandose.

Y esta vez lo iban a gritar a viva voz.

—¡LE QUIERO CONMIGO SIEMPRE!

—¡QUIERO QUE ESTO SEA ETERNO!

—¡QUIERO QUE YA NO SEA PROHIBIDO!

—¡LE QUIERO CONMIGO!

La playa se lleno de gritos, y posteriormente las lágrimas comenzaron a surcar sus rostros.

Dabi lloraba, y veía a Shoto llorar, solo desahogándose a gritos, que le llenaban de satisfacción el pecho, mientras las olas se llevan sus deseos.

Dabi cayó de sentón al suelo, vio por un instante el cielo estrellado, sintiéndose desdichado por no pertenecer allá arriba.

Miró a Shoto, quien con lágrimas en los ojos y la última concha en mano gritó.

—¡LE DESEO A ÉL! —su voz ahora estaba ronca, y los ojos hinchados le vieron, esperándole, era su turno.

Se levantó, y corrió hasta Shoto, pero se detuvo a medio camino de sus impulsivos actos.

Quería abrazarle, quería tocarle.

Quería ser de él.

Y gritó, volvió a dejar que las lágrimas fluyeran, y su corazón marchito se partió en pedazos al ver al ángel.

Shoto sabía lo que estuvo a punto de hacer, y su mirada suplicaba que lo hiciera.

Frunció el ceño, y aunque su alma lo gritó tan fuerte, de su boca solo salió un leve susurro.

—Quiero ser suyo.

Creo que el siguiente capítulo es él más esperado xdxdxd

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Creo que el siguiente capítulo es él más esperado xdxdxd

Que por cierto, ya esta escrito.

¿Está mal si te deseo?  •Dabitodo•Where stories live. Discover now