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Ese día había sido completamente lluvioso, incluso aquella tarde las gotas caían sin cesar, aunque las nubes comenzaban a abrirse y revelar rayos solares

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Ese día había sido completamente lluvioso, incluso aquella tarde las gotas caían sin cesar, aunque las nubes comenzaban a abrirse y revelar rayos solares.

Un demonio yacía bajo esa lluvia, ansioso a la espera de que el ser de luz llegará a iluminarle el día, y poder pedir un deseo más antes que la lluvia acabase.

Hace un mes que comenzó a pedir deseos de diferentes maneras, y aunque se reservaba para pedirlos con la persona que los incentiva, buscaba otras maneras para pedir deseos. Había muchas, pero ese día en especial daba luz a una más.

La difracción de la luz blanca, o más bien conocida como arcoíris, y ese día, un arcoíris doble.

A lo largo de su camino vio a personas maravilladas por ver dicho suceso, sin embargo no pediría nada hasta ver al causante de todos sus anhelos, que extrañamente, estaba demorando más de lo habitual.

Sin embargo, este ya no demoró más en llegar.

El pobre diablo vio llegar al ángel bajo la lluvia, tan perfecto que sintió cómo su marchito corazón volvía a latir con rapidez, cosa que ultimadamente hacía muy a menudo.

Por fin se quedó quieto en su lugar, siendo que desde hace horas no podía estar tranquilo por la espera.

Sus mejillas estaban rojas, y su cabello se pegaba empapado, se veía desaliñado, la ropa se le pegaba al cuerpo y sin embargo, a él no dejaba de parecerle hermoso.

A lo largo de su análisis pudo ver una bufanda en su cuello, sin rodearle, solo sujetándose de la nuca y callendo por sus hombros. Sin pensarlo dos veces, corrió hasta él y tomó entre sus dedos los dos extremos de dicha prenda, con cuidado de no tocarle y a la vez haciéndolo rápido.

—¡Ven! —dijo para después arrastrarlo por el parque hasta una zona despejada, donde podrían ver el arcoíris doble.

Sin embargo, su mente embustera comenzó a trabajar mientras corrían, viéndole a él jalar de aquella bufanda para estrellar sus labios en los ajenos.

No le importaba lo efímero que fuera, anhelaba con todo su ser ese contacto.

Quería tocarle... Quería sentirle.

Se detuvo cuando llegaron, y vio a su acompañante detrás suyo, se le veía el rostro pálido, no le prestó atención al porqué, solo a lo bien que se sentiría acunarlo entre sus manos.

Le deseaba... le amaba y no podía dudarlo.

Volteó a ver al arcoíris, a aquellos colores que adornaban el cielo gris, sintió un picor en la garganta que ignoró.

Suspiró, y cerró los ojos.

—Dabi...

—Pide un deseo —le interrumpió y volteó a verle, el ángel le veía abatido, y sin embargo, se acercó a él, como queriendo su cercanía. —Puedes pedirle un deseo a un arcoiris doble.

Notó cómo la mirada de Shoto adquiría cierto brillo, y entonces se sintió lleno.

Como si también anhelase lo mismo.

Dirigió su mirada una vez más al arcoíris, y dijo en voz alta sin dudarlo.

—Quiero poder tocarle.

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¿Está mal si te deseo?  •Dabitodo•Where stories live. Discover now