Casi me atraganto con la risa.

—Muy digno de ti.

Ella suspira.

—Seguiré buscando, ya vuelvo.

La sigo con la mirada, olvidándome del mundo entero. Ok, lo admito, me estoy volviendo patético, algo loco y quizás si exista la posibilidad (mínima, claramente) de que me guste Alyssa y ya no sea solo para fastidiar.

Estoy tan absorto en ella que se me había olvidado de que Kim seguía aquí, por eso me asusta su cara de pervertida.

—Se te está cayendo la baba, Aaron—dice con malicia.

Debería seguir con lo que he hecho todo el año pasado, no sucumbir a provocaciones y simplemente ignorarla como la molestia que es, pero no puedo evitarlo.

Me pongo rojo como un tomate idiota.

—¿De qué estás hablando? —digo ofendido —¡Ella ni siquiera me gusta!

Kim me mira con intención.

—¡Deja de hacer eso! —protesto.

—¿Hacer qué o qué? —me pregunta, haciéndose la inocente.

—¡Eso! ¡Insinuar locuras con tu cara! yo...

—¡Chicos! —nos llama Alyssa entonces —¿Qué les parece este?

Esta vez, tanto Kim como yo nos quedamos con la boca abierta.

El vestido era increíble, consistía en una minifalda con vuelos dorada y un top negro con un escote en V muy sugerente.

Maldición, lo admito, ahora si se me estaba saliendo la baba y con toda razón. ¡Estaba increíble!

Kim y yo aplaudimos a la vez, haciendo que ella sonriera.

—¿Ahora si parezco una reina despiadada? —nos preguntó emocionada.

—¡La más mala de todas! —digo con emoción.

Kim me mira otra vez con esa cara de "Oh, ya sé que te gusta" así que me escabullo, diciéndoles que voy a comprarnos unas malteadas.

Estoy haciendo lo que dije, cuando veo al séquito de monos estúpidos pasar, están del otro lado, viendo algo en una tienda deportiva. Están todos, incluso él...

He soñado con ese rostro tantas veces en el último año que jamás podría confundirlo. Sentí el odio arder en mi interior, su vida no había cambiado, no se había detenido en lo más mínimo, pero la mía...

Me temblaban las manos, sé que soy una mierda de persona por pensar esto, pero no me importa, ojalá muriera, ojalá pudiera hacerle sentir como él me lo hizo a mí: impotente, estúpido, inútil.

He soñado con meterle una bala en el cerebro más veces de las que puedo contar.

—Oye—la voz suave de Alyssa y su mano sobre mi hombro me devuelven al mundo real—¿Estás bien? La joven está hablándote...

La miro y le ofrezco mi mejor sonrisa mientras me disculpo con la encargada, pero he visto sus ojos, se ha dado cuenta de que los estoy mirando y seguro no lo dejará pasar.

Nos tomamos las malteadas y aprovechamos el tiempo para bromear y visitar muchas tiendas, es en una de estas cuando aprovecho para agarrar ropa, una sencilla camisa negra y un pantalón del mismo color, con la excusa de que es para ir a la casa de una tía.

Ambas me creen.

Estuvimos hasta eso de las siete de la noche, hasta que por fin nos despedimos de Kim y nos encaminamos a casa.

—No me gusta que estés tan callada—le digo, la luz del salpicadero la baña de una forma curiosa, haciéndola parecer más seria, hasta enojada.

Quizás lo estaba.

—Estaba pensando—me dijo en voz baja—sé que tú no sabes de eso, porque pensar no es propio de ti.

Pongo los ojos en blanco, pero sonrío, al menos no está enojada como suponía.

Cuando llegamos a casa me encuentro decepcionado como un estúpido, el camino ha sido demasiado corto para mi gusto, y debo admitir que me encuentro queriendo pasar más tiempo con Alyssa.

¿Me he vuelto todo un perdedor, no es así?

Ella se baja del auto y se da la vuelta por el frente, para ayudarme a bajar a mí.

Pone mi silla en el suelo y yo acomodo mis piernas como si fuera a bajar, pero cuando viene a darme una mano aprovecho para atraerla cerca de mí.

Ella me mira sorprendida y se sorprende aún más cuando inclino la cabeza y la beso, sin importarme que mis padres estén mirando por la ventana, sin importarme nada más.

Ella me devuelve el beso, primero calmada y tierna, pero luego parece tan hambrienta como yo. Ella enreda las manos en mi cabello y yo hago lo propio, con una mano en sus rizos y la otra en la parte baja de su espalda, disfrutando de ella todo lo que puedo.

La beso y me quedo sin aire, pero me encanta, ¡Puedo vivir sin respirar si eso significa morir besándola!

La he besado tantas veces desde que la conocí y por tantos motivos, pero jamás porque la necesitara, como la necesito ahora.

Fue ella quien rompió la conexión. Quiero protestar, pero no lo hago, aun así, la mantengo entre mis brazos.

—Alyssa, no preguntes—ruego, leyendo perfectamente esos ojos oscuros.

Ella pone los ojos en blanco y me pone la mano en el pecho para crear distancia entre los dos, debo admitir que es algo que no me gusta.

—Me ocultas muchas cosas, Aaron—dijo, su voz era baja, pero podía sentir la furia.

Respiré hondo.

—Admito que sí, pero hay cosas que quiero guardar para mí mismo, ¿Entiendes? —le explico—hay cosas que no debes saber, estamos bien así.

Ella se aparta ahora del todo y se cruza de brazos.

—Ya basta de hacernos los tontos—dice con emoción —tú y yo sabemos que está pasando aquí, tenemos esta cosa...esta ...atracción, y cada día crece más, sé que por ahora es un juego, pero dejará de serlo, ¿Me dejarás conocerte?

Aparto la mirada de ella. No soy estúpido, ¿Bien? Quiero negarlo, pero Alyssa y yo hicimos clic desde el inicio, nos gustamos, y eso solo ha avanzado, ¡y por supuesto que quisiera que siguiera así! pero...

No puedo arrastrarla a lo que soy, no puedo darle algo tan mísero y simple.

Maniobro con cuidado para subirme la silla y avanzo hasta la casa.

—¡Nos vemos, Aaron! —me grita con furia antes de subirse a su auto.

Espero a que el motor suene y su auto se pierda calle abajo antes de entrar.

Como era de esperarse, mis padres me miran impresionados.

—¿Qué hay de cenar? —es lo que digo, porque explicarles lo que acaba de pasar sería un enredo total.

Aaron & Alyssa. |COMPLETA|Where stories live. Discover now