Capítulo 11

383 20 3
                                    

Melissa se había quedado despierta toda la noche, sentada en el sofá del living, mientras tomaba una taza de té. Había escuchado bien a su hija cuando le dijo que iba a escaparse para asistir al festival con su amiga, por eso no estaba preocupada. Le había dicho a su esposo que ella la había autorizado para no causarle tantos problemas.

Cuando sintió que se estaba yendo a dormir le dijo que iba a quedarse un rato más despierta releyendo algunos capítulos de su libro favorito. Él asintió, aunque sabía que ella no se acostaría hasta que su hija llegara.

Se hicieron las cinco de la mañana y la mujer seguía sin inmutarse. Sosteniendo su tercera taza de té, se paró para observar por la ventana la procedencia de la luz que iluminaba el patio delantero de su casa. Pudo distinguir a Julia bajándose del asiento de atrás de un auto amarillo en cuyas puertas se leía «TAXI».

La joven se acomodaba los lentes con su mano derecha mientras que con la otra recibía el cambio del conductor. Lo saludó amablemente y del bolsillo de su abrigo sacó la llave para abrir la puerta principal.

Antes de siquiera poder tocar la entrada, su madre la invitó a pasar.

—¿Cómo te fue? —preguntó tan seria que asustaba.

Julia dudó un segundo la respuesta. Si le decía que le había ido increíble era probable que su madre se enojara más de lo normal, porque eso significaba que el escape había valido la pena y que estaba dentro de las opciones volver a hacerlo. Por el contrario, si le era indiferente, la pena podría reducirse por lo menos un par de semanas.

—No estuvo mal..., aunque estuve toda la noche pensando en lo que hice —soltó al tiempo que vaciaba sus bolsillos sobre la mesa ratona.

—Yo también lo estuve meditando mucho.

La pelirroja se sorprendió al escuchar el tono de su voz, no parecía furiosa sino arrepentida.

—¿No estás enojada conmigo?

—No —respondió—. Estuve pensando en que deberíamos haber llegado a un acuerdo.

»No estoy para nada contenta con la decisión que tomaste pero creo que no fui muy comprensiva. Estaba cegada por lo que me habían dicho mis compañeras que olvidé que mi madre me decía lo mismo cada vez que yo salía cuando era joven.

»Es cuestión de que te cuides y de que cuides a Morgan, así como ella debería cuidarte a ti.

La mujer, aunque pretendía seguir hablando, fue interrumpida por un abrazo de Julia quien pudo estar verdaderamente relajada por primera vez desde que había decidido escaparse.

—Te quiero, mamá.

—Yo también te quiero —soltó sonriendo de lado—, pero todavía tengo más cosas para decir.

—Shhh —la silenció—, no arruines este hermoso momento de madre e hija.

—No, Julia —dijo y se echó hacia atrás—. Te podrías haber matado saltando por la ventana. Ya sé que, a pesar de ser el segundo piso, no es una gran altura pero podrías haberte hecho daño.

»¿De dónde se te ocurrió esa idea? —preguntó aunque sabía la respuesta—. Si siquiera se te ocurre volver a hacerlo, nunca más saldrás de esta casa, ¿me entiendes?

—Sí, mamá —respondió obediente—. Te prometo que nunca más haré algo así.

Entonces Melissa se acercó hacia su hija y volvió a abrazarla, esa vez con más fuerza. Unos segundos después volvió a separarse y se quedó pensando.

—Ahora que sé que estás bien, no quiero ocultarle esto a tu padre.

—Lo sé —le dijo lo más bajito que pudo—. Entiendo.

Send nudesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora