Capitulo 9 (parte 2)

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–Me está dando mucho morbo solo de pensar en follarte en tu cama –dice finalmente, con la voz ronca. Agoney suelta una carcajada nerviosa, pero se acerca a él para volver a besarlo.

–Tus deseos son órdenes –le susurra al oído. Hasta ahora han compartido juegos eróticos, muchas pajas, alguna mamada... pero nunca han llegado más allá. Realmente se muere de ganas.

A cada beso lo empuja un poco más hacia su cama, hasta llegar al borde, dónde Raoul se deja caer sentado. Agoney le quita la camiseta y vuelve a besarlo, y ahora es Raoul quien se aferra al cuerpo del canario, para que este no se aleje de él.

El moreno se sube de rodillas a la cama, a horcajadas sobre las caderas de Raoul, y le sigue besando, mientras sus manos recorren con urgencia la piel ajena, poniéndole la piel de gallina cada vez que se mueven. Lentamente, le desabrocha el pantalón y de un tirón y con la ayuda del rubio, que levanta la cadera para facilitarle el movimiento, se deshace de este y de la ropa interior de una misma vez, dejándole completamente desnudo y a su merced.

Agoney le obliga a tumbarse y trepa a gatas encima suyo, besando con detenimiento la barbilla, la mandíbula, la clavícula, el pecho, su ombligo... dejando lengüetazos hambrientos en su vientre, que tiembla ante el contacto, lanzando pequeños calambres de placer hacia el cerebro de Raoul.

–Joder Agoney –se permite murmurar, mientras intenta contener los gemidos de placer que su cuerpo quiere gritar, cuando el moreno acaricia con un suave roce de sus labios su miembro, ya bastante duro.

Agoney lo mira travieso, aun con los tejanos puestos, que cada vez aprietan más en cierta zona, sobre todo cuando por fin se hace hueco entre las piernas del rubio y deja que su cadera se roce contra la desnuda de Raoul que, ahora sí, ya no puede controlar más los gemidos. Y sus manos buscan a tientas hueco para desabrochar también el pantalón del canario, a quien pide ayuda para acabar de quitárselo. Agoney le hace caso y se separa por un momento de él, deshaciéndose rápidamente de la prenda que ya sobra, y volviendo rápidamente a juntar sus caderas, en una embestida que vuelve a hacer gemir a Raoul.

Al sentir el miembro de Agoney rozándose contra el suyo, Raoul no puede evitar subir las piernas y rodear la cintura del moreno, mientras con sus manos le rodea el cuello, apretándole más contra él. Agoney ríe contra su cuello, y sigue jugueteando, dejando que su miembro roce por un momento la entrada del rubio, observando su reacción.

Y la reacción es de absoluta satisfacción, porque Raoul al notarlo siente su vientre contraerse de deseo y anticipación, y sus manos bajan rápidamente por la espalda del canario hasta sus nalgas, que aprieta más contra él, necesitado de volver a sentir el roce. Y Agoney se da cuenta, y vuelve a hacer un movimiento de cadera, volviendo a rozarse contra la entrada del rubio, que suelta un nuevo gemido de placer.

–Dios Agoney, necesito follar ya.

–Paciencia, chiquitito –vuelve a reír el canario, con la cabeza escondida contra su cuello, mordiendo suavemente–. ¿Qué te apetece?

Raoul lo mira durante unos segundos, decidiendo si verbalizar o no su deseo más punzante ahora mismo, por miedo a arrepentirse después. Pero honestamente, con Agoney nunca le pasa eso. Una vez que empiezan, nunca le apetece parar, es como si su cuerpo respondiera solo, desconectado completamente de su mente compleja. Y eso le encanta, la verdad, poderse dejar llevar por sus impulsos y sentir que coinciden en todo momento con los del contrario. Así que, ¿por qué no?

–Quiero que me folles, quiero saber lo que se siente.

Agoney lo mira fijamente por un momento, dándole tiempo a cambiar de opinión, pero Raoul enseguida se remueve bajo su cuerpo, demostrando que está ansioso por probarlo. Así que Agoney se mueve hasta quedar agachado entre sus piernas, llevando su lengua a la entrada del rubio, que vuelve a gemir descontroladamente al sentir el calor y la humedad. El canario sigue jugando con su lengua, lamiendo y adentrándose en el chico, hasta que siente sus espasmos de placer y sabe que puede ir algo más allá. Se separa un momento del rubio, acercándose a su mochila, de donde saca un bote de lubricante y una caja de preservativos.

Algo en común | RagoneyWhere stories live. Discover now