—¿Me dijiste mi amor? —movió su cabeza de un lado a otro, rozando su nariz con mi cuello, generando cosquillas en él.

—¡Basta no hagas eso! —intentaba separarlo de mí.

—¡Hasta que lo digas de nuevo!

—¡Basta, mi amor!

Se separó de mí, y nuestras miradas se conectaron.

—Amo que me digas así —sonrió de la manera más sincera.

—Mi amor... Mi amor... Mi amor, mi amor, mi amor, ¡Mi amor! ¡Mi amor!

—Shh te van a escuchar, mi amor —depositó un  besito en mis labios, para hacer que callara.

—¿Cómo?

—Ay... Ya —se sonrojó.

—¿Vamos a cenar después de grabar?—hacía dibujos imaginarios en su pecho.

—Si, para mi bebé lo que sea —llevó sus manos a mi cintura y me ayudó a bajar —Por cierto, mi papá me dijo que te avisara, hoy tenemos que hacer un en vivo.

—¿Otro? —hice puchero.

—Si Joaco, es parte del trabajo, amigo.

—¡Ya me quiero ir! —me desplome en el sofá.

—Yo igual, bro —mostraba sus músculos frente al espejo.

—¡Guapo! —chasqueé la lengua— ¿Todo eso?

Emilio sonrió y sus ojos se hicieron pequeñitos, cubrió su pecho y respectivamente elevó sus hombros una y otra vez, encorvando su espalda.

—Te quedaba muy bien el traje de Cuahutémoc.

—Yo quería que lo usarás tú —tomó asiento junto a mí— ¿Te imaginas tu...

—Si haces algún comentario de mi trasero yo... —interumpí.

—¿Me matarás a besos?

Me acerqué a sus labios pero el sonido de una llamada a mi celular interrumpió.

*Número desconocido*

Besé rápidamente sus labios antes de contestar.

—¡Joaquin! Por favor no cuelgues.

Al escuchar su voz, sentí como todo se paraliza. Mis ojos se llenan de lágrimas y mi corazón late a una velocidad récord.

—Sé que es demasiado tarde para hablarlo contigo, sé que la cagué, pero no tenía los huevos suficientes para pedirte perdón. Y se me hace una mamada hacerlo así, pero es casi imposible que aceptes verme.

Emilio me mira con angustia, susurrando un «¿Qué pasa?».

—¡Vete a la chingada!

—Joaquin, neta perdón, necesitaba hablarte y decir que en verdad lo siento.

—Diego, me hiciste mucho da...

Emilio arrebato mi celular.

—A ver cabron ¿Qué quieres? —se alejó de mí, debido a que estoy haciendo todo lo posible para quitar el celular de las manos de Emilio.

—No pendejo, puedes hablarlo conmigo sin problema ¿O te da miedo?

—Emilio ¡Deja que yo hablé! Yo lo puedo resolver —perseguía a Emilio por todo el camerino.

—¡Déjalo en paz! Ahí está es tu pinche solución —Emilio sigue ignorando mis intenciones por resolver esto.

—¡Emilio, déjame hablar con él! ¡Wey, yo puedo solucionar mis propios asuntos! ¡Deja de meterte en mi vida!

El rostro de Emilio derrocha rabia después de haber termimado mi frase. Es obvio que no esperaba esa respuesta de mi parte, pero estoy harto de el control que tiene en mi vida.

Arrojó bruscamente el celular al sofá, con su brazo me apartó del camino y salió del camerino,

Tomé el teléfono y volví a contestar. Por fortuna la llamada aún estaba en transcurso.

—¿Diego?

—¿Qué pedo con ese wey? Gracias por ponerle un alto a ese hijo de puta.

—Oye más respeto —dije molesto.

—Ay, bueno ¿Te puedo ver?

—No es buena idea.

—En ese caso ¿Me perdonas? Por favor, no sabes lo arrepentido su estoy, nunca debí de haberte obligado a eso. Soy un estúpido, lo sé.

—Olvidemos todo, incluso nuestra falsa relación —terminé la llamada.

Emilio está en mi camerino, lo sé por la luz encendida y la puerta cerrada.
Entiendo que intentó defenderme, y no debí de haberle hablado así, pero él tiene que comprender que debe respetar mis decisiones.

Me niego a ser yo el que debe pedir perdón, pero él no lo hará, y odio estar peleando con él, sin mencionar que había quedado en llevarme a mi casa.

Toqué ligeramente la puerta, con esperanza de que no abriera, quiero evitar la vergüenza, pero también, quiero asegurarme de que al menos haberlo intentado. Lamentablemente, la puerta de  abrió casi de inmediato,  permitiéndo admirar su hermoso pucherito.

—¿Te vienes a despedir? ¿Vendrá Diego por tí?

—Si, va a pasar por mi en 15 minutos.

—Ah, está bien.

Si Emilio tuviera la oportunidad de matarme en este preciso momento, lo haría; al menos lo hace con la mirada.

—Pero, nos vamos a seguir viendo, tú y yo ¿No? —dije en un tono sensual, acercándome peligrosamente a sus labios.

—¿Es neta? Wey ¿Qué pedo contigo? —levantó la voz.

—¿Qué? No tiene nada de malo, es precisamente lo que debe suceder. Tú tienes novia y no hay pedo de que te beses conmigo ¡Yo también tengo derecho!

—¡Pero ese wey intento..! Agh —cerró la puerta con brusquedad.

Sonreí, nunca creí que poner celoso a la persona que prédica "la confianza y la comunicación en una relación es lo primordial" sería tan fácil. Me agrada la situación ¿Sin sentimientos, eh? Al parecer no soy el único que está perdiendo.

—Emilio, déjame entrar, deje mi ropa allí dentro.

—¡Tendrás que irte con el vestuario! ¡O ya sé! ¡Pídele ropa a Diego!

—¡Ya, no seas mamón! —giré la perilla y la puerta de abrió.

Ahora me siento tan estúpido, por tocar cuando todo esté tiempo siempre estuvo abierto.

Cuando abrí la puerta, encontré la imagen más tierna y desgarradora posible; un Emilio, sentado en el piso, y sosteniendo mi suéter verde mientras llora.

—¡Joaquin sal de aquí! —sé levantó enfurecido, con la intensión de sacarme de la habitación.

—¡Tranquilo! —fuí directo a su cintura, colocando mi cabeza en su pecho— No me iré con Diego, no seas idiota. Solo quería ver tu reacción.

—Sueltame —musitó en un tono cortante— ¿Sabes? Me hiciste reflexionar, no quiero que sigamos con esto.

Sentí como mi temperatura corporal bajaba, quedándome completamente helado ante la nueva situación. Puede que sea lo mejor para ambos, por lo tanto, debía suceder algo parecido para que ambos reflexionemos acerca del daño que estamos haciendo.

—Yo...

—Tú... No eres el único que puede hacer bromas —sonrió.

—Eres un idiota.

⚫⚫⚫⚫

Debí de admitir que éste no es el mejor capítulo que he escrito, pero espero que les haya gustado ❤️.

Ya llegamos a 👁️100k. Mil gracias, enserio ❤️.

EMILIACO 🏳️‍🌈. #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora