Capítulo dieciséis: Año nuevo.

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En su tercer día en Holmes Chapel, Louis finalmente cedió ante su culpa y llamó a Zayn.

—¡Aleluya, estás vivo! —Zayn exclamó—, Pensé que estabas ya sea, fiesteando demasiado duro para tener tiempo para mí, o que te habías ahogado en tu propio vómito en una zanja en alguna parte.

Louis hizo una mueca ante la forma inadvertidamente cerca en la que Zayn había llegado a la verdad. —Ninguna de las anteriores. Estoy en Holmes Chapel, en realidad.

—Espera, Holmes Chapel, como en ¿Holmes Chapel de Harry? —Zayn dijo lentamente.

Sentado en los escalones del porche de la casa Styles, Louis acunó su teléfono en la oreja y miró alrededor del pueblo idílico, cubierto de nieve. Él no había querido quedarse aquí como un huésped no invitado, pero la madre de Harry vociferante había insistido en que se quedara con ellos hasta el final de las fiestas.

(—Además, —ella añadió con firmeza—, si te fueras me temo que Harry podría hundirse en una depresión. Él ha estado mucho, mucho más alegre desde que llegaste.)

Louis miró hacia donde Harry estaba jugando con los niños de los vecinos, pateando una pelota de fútbol de ida y vuelta en la calle desierta y riendo tanto que parecía uno de los niños. Louis se echó a reír cuando la pelota se deslizó entre las piernas larguiruchas de Harry y en la portería improvisada demarcada por dos contenedores con ruedas que le custodiaban. Harry, dándose la vuelta ante el sonido, asomó la lengua fuera. Tenía las mejillas rosadas por el frío, ojos arrugados con alegría y el cabello aún más desastroso que de costumbre, aplastado bajo un beanie con mullidas orejas de animal. Se veía ridículo. Ridículamente lindo.

—Um, —Louis respondió tardíamente, dándose cuenta de que había olvidado que estaba hablando por teléfono con Zayn—, sí, estoy en la casa de Harry.

Hubo una pausa. Louis fijó su flequillo compulsivamente.

—No puedo decir que vi eso venir, —dijo Zayn al fin—. Pensé que ustedes dos lo habían dado por terminado.

—Bueno, estamos en un tipo de... en una relación ahora, —dijo Louis—. Realmente no sé lo que estoy haciendo, para ser honesto.

—Mi querido viejo Louis, un hombre asentado, al menos, nunca pensé que llegaría el día.

—Cállate, —Louis gruñó—. Estoy jodidamente aterrorizado, Zayn.

—No. No, no, no, —dijo Zayn inmediatamente—, no vas a huir de esto. Esto es bueno para ti, Lou. Harry es bueno para ti.

—Sólo estás diciendo eso por lo que ya no tendrás que lidiar conmigo y mis temas, perra desagradecida. Pensé que nuestra amistad valía más que esto.

—Bueno, si pasa algo entre tú y Harry, seguiré aquí para ti, —dijo Zayn con una voz sufrida.

—¡Hey! —Gritó Louis—. Muestra un poco de confianza en mí, ¿podrías? Acabo de lograr hacer las cosas bien entre nosotros, ¡así que no vayas a traer mala suerte!

Las cosas eran todavía provisionales entre él y Harry, ninguno de los dos dispuesto a perturbar esta nueva e inquieta tregua. Eran como dos adolescentes saliendo por primera vez y sin saber qué era y no estaba permitido. Sorprendentemente, Louis descubrió que él estaba bien con esta provisionalidad. A él le gustaba la forma en que yacían en la noche en la cama de Harry, dedos entrelazados juntos inocentemente, compartiendo historias de la infancia y hablando de todo y de nada. Cómo llegando a conocerse entre sí. Era una experiencia nueva para Louis.

—Estoy orgulloso de ti, Lou.

—Gracias. Entonces, ¿qué has estado haciendo? —preguntó, cambiando de tema.

un curioso enigma del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora