Capítulo siete: Reciprocidad.

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— ¿Puedo preguntarte algo, Li?

— ¿Mmm? —Dijo Liam distraídamente, hurgando en el armario por sus zapatillas.

— Crees... —Harry hizo una pausa, y luego decidió que no había realmente ninguna manera discreta o evasiva para formular la pregunta—, ¿crees que hay alguna regla sobre que a los sub-guardias no se les permita salir con los estudiantes de su sala?

—No lo creo, —dijo Liam, con el ceño fruncido—. He leído el manual de residencia de estudiante de principio a fin y no había ninguna mención sobre el tema. Quiero decir, data que tu sub-guardia no puede como, salir con tu profesor o asistente de enseñanza; no debería haber ninguna razón en contra de ello por motivos éticos. Además, si ese fuera el caso, entonces Zayn no estaría... —se detuvo, no encontrándose con los ojos de Harry y de repente mostrándose muy interesado en el contenido de su bolsa de deporte.

—Sí, no lo creo. —Harry volvió a mirar su libro de texto, leyendo las palabras, pero no entendiendo, perdido en la meditación.

Liam se acercó y se sentó en su cama. — ¿Se trata de Louis?

Harry se encogió de hombros evasivamente y Liam sonrió ante su respuesta tácita. —Lo que esté pasando con ustedes, confío en tu juicio, y yo estoy aquí para ti, ¿de acuerdo? —Harry asintió, sonriendo. Siempre podía contar con el apoyo silencioso e incondicional de Liam. Liam se puso de pie y palmeó a Harry en la espalda—. Pero por ahora, trata de no pensar demasiado en ello y concéntrate en estudiar para el examen de Lit de mañana. No has estado muy atento en clase últimamente y vas a necesitar todo el tiempo de revisión que puedas obtener.

Harry se abstuvo de responder que en este momento, probablemente sabía más sobre El paraíso perdido de lo que Liam lo hacía, y simplemente se despidió de su amigo mientras salía para la práctica.

Desde el tutorial, él y Louis habían vuelto a su coqueteo despreocupado de costumbre sobre los mensajes de texto. Ninguno había sacado el casi-beso y Harry estaba empezando a preguntarse si había imaginado todo. Él miró por la ventana: la luz de Louis estaba encendida pero las cortinas estaban cerradas, ocultando al chico enigmático de la vista. Harry seguía mirando a través del espacio que separaba sus habitaciones, con la esperanza de que Louis de alguna manera telepáticamente percibiera su mirada y... ¿para qué? Harry no estaba seguro de sí mismo, de qué quería del chico mayor. Tal vez un simple reconocimiento de que había algo más entre ellos que dos chicos calientes que buscan una salida a sus frustraciones sexuales.

Brrrr. Harry casi se cae de su asiento cuando su teléfono vibró con fuerza en la habitación silenciosa. Lo cogió y levantó las cejas ante el nombre en la pantalla. Tal vez había algo que decir acerca de las ondas cerebrales telepáticas, después de todo.

Qué llevas puesto?

ni siquiera un saludo? pensé que tu madre te enseñó mejor

Buenas noches, sweetcheeks. Qué llevas puesto?

Harry apartó su cuaderno, abandonó toda pretensión de estudiar y tecleó: no estoy desnudo si eso es lo que preguntas.

Por qué no? Está Liam allí?

no, acaba de irse para la práctica en realidad. ¿hay alguna razón para que esté desnudo?

¿Soy una buena razón?

Harry respiró hondo. SI fue su respuesta instintiva. Aplastó ese pensamiento traicionero. Mientras reflexionaba sobre cómo responder sin aparentar ser demasiado fácil, su teléfono sonó de nuevo.

un curioso enigma del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora