Primera parte

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La lluvia había cesado ya hace horas, dejando la tierra húmeda y lodosa, llenando el mausoleo de un olor extraño entre humedad y muerte.

Agobiante.

Naruto hacia horas que derramaba lágrimas indignas de un rey, hacia horas que se hallaba sentado sobre las rocas con el cadáver maltrecho de su reina a un lado, con el cuerpo de ese soldado enemigo más allá.

Con el desesperante ardor de su palma marcada volviéndolo loco.

Con los esporádicos truenos retumbando en las nubes grises que iban dispersándose.

Con la nefasta culpa y estupidez grabada en sus pensamientos.

— Madre, padre... perdónenme — pidió perdón en medio de su atroz amargura, el actual rey apenas si pudo erguirse para deshacerse de su pesada y estorbosa armadura dejándola caer al piso.

El sonido de la coraza al chocar contra el piso se le antojó como los gruesos eslabones de una cadena.

Ya estaba condenado.

Y con su desesperación arrastró a todo su reino, al de Hinata... con su sandez había acarreado a todos a la perdición.

Su reino no se salvaría, al menos no ahora.

Arrastró sus pasos como si llevase plomo, un vistazo lento a su reina, a esa expresión de muñeca desarticulada, a ese vacío ensangrentado en sus entrañas.

¡Oh! ¿Cómo le pediría perdón? si ella seguro ya estaría en el paraíso, y él se calcinaría en el fuego del infierno.

Se dejó caer de rodillas al lado de su enemigo, también lucia macilento, como si le hubiese arrebatado más de media vida, se encargaría de quitarle toda... sus sucias manos se alzaron pesadas posándose sobre el cuello blanco presionando cada vez más.

Sintiendo el débil latir que pronto se habría de extinguir. Pero se detuvo de nuevo, su hijo estaba creciendo allí.

Su plan había fracasado, en cuanto le ofrecieron salvación debieron burlarse en su debilidad, era indigno de ser el rey.

¿Cómo habría de mantener el ejército de Hinata bajo su orden? Siendo su mayor preocupación Naruto no entendía en que momento durante las promesas de ese demonio dejó de pensar con claridad.

Hinata estaba muerta y los ministros se enterarían en cualquier momento. ¿Cómo explicarles algo tan profano? ¿Cómo decirle a cualquier devoto que vendió su alma para salvar solo a su hijo?

Lo acusarían de herejía, lo quemarían probablemente.

Un fallo tan evidente.

El fallo imperdonable.

— Su majestad... los reyes no deben llorar.

Naruto sintió su sangre hervir al oír la raposa voz del menesteroso que lo engañase el día de ayer.

— ¡Me engañaste! — Gritó liberando la garganta del otro hombre ahí antes de terminarlo — ¡te maldigo criatura de pesadilla!

La risa escalofriante se coló al helado viento recorriendo en un instante su entorno gris, — yo jamás lo engañé mi rey, yo cumplí con mi parte. Hice lo que usted me pidió.

— Hinata está muerta... ¿Cómo haré para que nadie lo sepa? — se lamentó desdichado, no podría ocultar la muerte de su esposa en encargo, de haberlo podido hacer nada de lo hecho habría sido necesario.

MaleficioWhere stories live. Discover now