Primeros pasos entre risas.

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La mañana había amanecido un poco fría para el gusto de la mujer de la casa. Aunque Kelly insistió en que no era necesario, Cas preparo todo para encender la chimenea. Pasarían un día hogareño, y el pequeño Jack parecía bastante feliz con la idea. Mamá preparo galletas con chispas de chocolate para su desayuno, cediéndole una al bebé; la cual se pasó chupando por mucho rato, hasta que la galleta se deshacía en su boca.

Sentados en la alfombra, jugando con algunos juguetes ruidosos, compartían el calor hogareño. Jack dejo escapar una bola llena de cascabeles que rodó lejos. Kelly y Cas notaron al instante como el bebé intentaba pararse para ir a buscarlo, así que mamá lo ayudo a llegar a su meta. A sus pocos meses, el nephilim era notablemente más hábil de lo que su madre pensaba, sosteniéndose bastante bien. Aun cuando la pelota fue recuperada, Kelly no soltó al pequeño, temiendo que cayera.

- Deja que intente caminar hacia mí. – Pidió Cas.

Obviamente que a Kelly le costó muchísimo ceder, pero allí estarían ambos por si algo pasaba. Se sentó detrás del pequeño, sosteniéndolo erguido. Poco a poco y con mucho miedo, Jack fue liberado de las manos protectoras de mamá. Su próximo objetivo lo llamaba, papá pedía que caminara hacia él y su desesperación por llegar al ángel se pintó en su cara.

Con pasos dubitativos y lentos, Jack avanzaba sin prisa la corta distancia desde los brazos de mamá hacia los brazos de papá. Kelly lo alentaba con dulces palabras mientras vigilaba sus movimientos por si caía. Mientras, el ángel habría sus manos hacia el pequeño que lo miraba como hipnotizado, balbuceando lo que luchaba por convertirse en un "papá" algún día.

Llegando a su meta, pego un saltito imprevisto hacia el pecho de su padre, siendo aferrado contra él. Kelly y Cas rieron orgullosos, felicitando a Jack por su gran proeza.

Mamá creía que el pequeño necesitaba un premio por tanto esfuerzo a tan corta edad. No lo pensó demasiado y tomo una galleta de la mesa de la cocina. En cuanto la galleta apareció a la vista del bebé de la familia, este escapo de su padre caminando peligrosamente tambaleante hacia su madre. Justo antes de caer se aferró a las piernas de Kelly, sin quitar en ningún momento la vista de su galleta con chispas de chocolate. Mamá y papá rieron nuevamente después de sufrir un pequeño infarto. Jack se aferró a la galleta como un animal a su presa, haciendo brillar el celeste de sus ojos en felicidad absoluta.

- Creo que tenemos al monstruo de las galletas viviendo con nosotros. – Bromeo Kelly, alzando a su hijo para sentarlo junto a la chimenea otra vez.

Cas acompaño su risa recibiendo al pequeño de vuelta a sus brazos. De repente el rostro del ángel cambio a aquella cara que ponía cuando no entendía algo.

- ¿Crees que se vuelva adicto a ellas? – Pregunto con toda seriedad en su voz.

Kelly rió con más fuerza. Allí, bajo el calor del hogar, con su bebé y su ángel, era feliz. En algún tiempo pensó que sabía lo que era la felicidad, pero no tenía idea. Esto era felicidad absoluta y no deseaba salir de este momento por nada del mundo. Sonrió a Jack con ternura, y este replico la misma expresión de desconcierto que su padre.

A Kelly ya le dolía el estómago al final del día por tanto reír gracias a sus ángeles. 

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