—Espero que eso sea un cumplido, claro si es que me estas comparando con Remy.

Sonreí con mis mejillas encendidas — Sí, como la de la película.

Estaba segura de que Félix era Chat Noir, pero no sabía cómo abordar el tema, sin embargo, decidí transformar mi debilidad en una fortaleza y aprovechando que los reflectores estaban sobre mí, me atreví a preguntar.

—Así que Félix — crucé mis manos como si te tuviera a punto de interrogar a un criminal —. ¿De dónde vienes? — pregunté buscando sacarle información.

—Vivo en París, Gabriel Agreste es mi tío lejano— soltó sin reparos.

— Así es, y como un avaro no le quiso prestar ayudar a su propia sangre — acotó mi madre —. Tu padre lo encontró en la calle.

— Estaba repartiendo volantes de la tienda de telas de madame Lenoir. Yo no me di cuenta y lo choqué haciendo que tirara todos los papeles al piso.

—Y el señor Dupain muy amable me ayudo a recogerlo todo.

—¿Y lo contrataste por sentirte culpable? — extendí los brazos señalando al rubio.

—Entonces tu padre se disculpó y tuvieron una conversación, Marinette — mi madre sonrió con su sonrisa de advertencia, pues yo estaba asumiendo demasiado.

—Cuándo levantamos todos los papeles del suelo le invité un café porqué lo vi muy pálido, quizás lo asusté con mi manera de abordarlo — rio y por supuesto que le creí. Mi padre solía ser demasiado efusivo cuando algo o alguien le agradaba —. Conversamos y me contó que lo desalojaron de la habitación en donde vivía, su único pariente en París es Gabriel Agreste, pero le ha negado su ayuda.

—Y como has sobrevivido — pregunté casi creyéndome la triste historia.

— He estado trabajando como repartidor de volantes de algunas cafeterías, pero me he visto obligado a renunciar... Por explotación laboral y ahora último ayudo a madame Lenoir repartiendo volantes, también a André el heladero haciéndole mandados.

—Así que Tom Dupain — mi padre se golpeó el pecho orgulloso —. Le ofrecí trabajo.

—Mas bien le rogó — interrumpió mi madre riendo.

—El señor Dupain puede ser bastante persuasivo — sonrió el encantador extraño.

—Pero... — intenté objetar, pero no tenía nada que decir.

—Pero ahora trabaja en la panadería, tiene talento y por eso le dejaremos un cuarto de abajo hasta que encuentre un lugar donde vivir.

Me quedé con la boca tan abierta que una mosca pudo entrar y salir fácilmente de ella. Vi a mi madre levantar la mesa y a Félix ofrecerse a lavar los platos sucios. Mis padres le dieron palmaditas en la espalda como si de un hijo se tratase y yo seguía sin salir del asombro.

Mis padres me dieron la tarea de adecuar la habitación para el huésped y me vi obligado a dirigirlo a una de las puertas del piso de abajo.

—Adelante — indiqué que entrase junto a mí, escuché que cerró la puerta detrás y me di la vuelta para encararlo.

Pero en su rostro estaba dibujada una sonrisa ladina, no había duda.

—Gracias por tu hospitalidad, princesa — me mostró la sonrisa descarada que conocía perfectamente bien.

—¡Lo sabía! — grité apuntándolo con mi dedo sintiendo el orgullo recorrer mi cuerpo por haber estado en lo correcto.

Él río a carcajadas y para silenciarlo le lancé una de las almohadas que estaba sobre la cama golpeándolo en todo el rostro, sin embargo, no pude cesar su diversión.

✵Por ella Otra vez✵[Marichat / Lukanette]Where stories live. Discover now