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Marinette⸙

Con una servilleta en mis manos, desde mi perspectiva intentaba cubrir el rostro del impostor tapando de la nariz para abajo, si era Chat Noir yo ya lo había visto bastante cerca, cuando estaba sin máscara se cubría el rostro con sus manos dejando libre los ojos y la frente.

Estaba en una importante misión, mis padres hablaban y hablaban con el impostor mientras yo de seguro me veía ridícula con esa servilleta y mis movimientos. Aun así, yo no atendía a la conversación. Contrario a ello no se me ocurrió otra forma inmediata para revelar su identidad. Pero el odioso ya había caído en cuenta de mis intenciones.

Constantemente se rascaba los ojos, giraba el rostro o hacia alguna acción para que yo no pudiera cumplir mi cometido, y todo lo hacía con una sonrisa de burla en su rostro. Ese era mi gato sí o sí. Aún había rastros del Chat que conocí y la seriedad carente era algo que me lo confirmaba.

—Félix, me recuerdas a cuando yo era joven, empecé limpiando los pisos de la panadería de mi abuelo — mi padre llevó un trozo de alimento a su boca—. Pero este muchacho ya tiene conocimientos de pastelero, le hice una pequeña prueba, aunque no me lo crean, el pie de salmón que están estamos degustando lo ha hecho él, ¡Es increíble! Como si supiera mi receta, hizo todo de memoria.

Y más alabanzas para Chat Noir alias Félix o... ¿Será ese su verdadero nombre?

—Muchas gracias, señor Dupain por darme una oportunidad, espero poder llenar sus expectativas

Claro que sí muchacho — le lanzó otro golpe en el brazo provocándole un poco de tos y volví a fallar al querer taparle el rostro desde mi perspectiva.

—Gra-Gracias señor Dupain — contestó carraspeando después de recomponerse de la tos.

Mi padre estaba orgulloso del nuevo empleado y yo estaba enojada porque apenas lo conocía y ya le entregaba su confianza.

—Hija ¿Qué te parece la tarta que ha preparado Félix? — mi padre me tomó desprevenida.

—Creo que no es del gusto de Marinette —soltó el intruso con falsa desilusión.

—Eh, no... — observé mi plato y la tarta estaba rumeada, pero en ningún momento yo había probado bocado.

—¿Es eso hija? Pero sabe tan bien como la mía —mi parte también mostraba desilusión en su rostro, pero genuina.

—No— negué inmediatamente —. No es eso — tomé la cuchara y rápido me llevé un trozo a mi boca solo con el afán de complacer a mi padre y borrar de su rostro la expresión de tristeza. Él realmente estaba entusiasmado con todo esto que de seguro yo no entendía por el simple hecho de no ser amante de la profesión.

El delicioso sabor inundó mis papilas gustativas y me sentí como la niña de siete años que pedía a gritos la tarta de salmón de mi padre pudiendo entender a la perfección a Anton Ego.

—¿Y qué tal? — Preguntó Félix.

—Sabe delicioso — respondí mirando a la nada aun saboreando lo que quedaba en mis muelas —. Eres como una rata en la cocina — solté sin pensar.

Mi madre se cubrió la boca asombrada de mi respuesta y pude escuchar a mi padre reprenderme llamándome por mi nombre completo.

—¿Me ha llamado rata, Marinette? — pregunto el rubio un poco confundido, pero con una sonrisa ladina en su rostro.

—Eh... No, eres un gran chef... Como un chefcito — afirme como una tonta.

El chico lanzó una carcajada por mi vergonzosa actitud.

✵Por ella Otra vez✵[Marichat / Lukanette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora