Parte 1

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Fernando

―Confiesa de una buena vez por todas, ¿lo mataste o no lo mataste? ―dijo el detective golpeando fuertemente la mesa pero el asesino sabía perfectamente que esa era una técnica para intimidarlo.

Simplemente alejó la mirada del hombre y se encogió de hombros distraídamente. Si el policía creía que confesaría la verdad de sus crímenes, estaba muy equivocado.

Al ver que lo ignoraba, el enfurecido detective lo tiró al suelo. El asesino no había podido hacer nada para evitarlo debido a que tenía las manos esposadas y el golpe lo dejó aturdido. Tampoco estaba seguro de cómo debía reaccionar ante esta situación de brutalidad policial, así que simplemente se le quedó mirando con sorpresa, esperando a ver qué haría el otro hombre.

―Te crees muy inteligente, ¿no? ―preguntó el detective quitándose la corbata―. Crees que porque soy un policía no te pondré en tu lugar. ―Se quitó la chaqueta y la lanzó sobre la mesa.

―¡Vete a la mierda! ―dijo el asesino enfurecido. No se dejaría intimidar por ese policía demente.

Sin embargo, aunque quiso parecer relajado y tranquilo, se le secó la boca y comenzó a respirar rápidamente. No estaba seguro qué ocurría aquí, pero su sangre había comenzado a hervirle cuando el delicioso detective había comenzado a quitarse la ropa.

El policía se acercó a él y le arrancó la camiseta y los pantalones. El asesino se quedó boquiabierto ante tal acción inesperada.

«¿Qué carajo?» pensó confundido.

―¿Sin ropa interior? ―le preguntó el policía con una sonrisa sarcástica.

Después acomodó sus manos esposadas sobre su cabeza y con movimientos rápidos liberó un brazo solo para dejarlo esposado a una de las patas de la mesa y por último se subió sobre sus piernas. Ni siquiera le dio tiempo de reaccionar al aturdido asesino.

―¿¡Qué carajos crees que estás haciendo!? ―El asesino pareció espabilarse, dejando su pasividad de lado y comenzó a resistirse. Movió todo su cuerpo para quitarse al otro hombre de encima, pero sin importar cuánto luchó, no cambió en nada su situación.

El detective ignoró sus preguntas y añadió con un tono sarcástico:

―Ah, vamos dulce ratoncito ―le sujetó la barbilla con fuerza―, no me gusta que te resistas. Ríndete, te conviene.

Comenzó a besarlo acaloradamente y aunque el asesino quería resistirse y alejar su rostro, esa deliciosa lengua lo embriagaba con pasión.

Sin entender por qué, comenzó a frotar su entrepierna contra el duro cuerpo del policía. No era gay, pero había algo de ese detective que hacía que le hirviera la sangre. Quizás era porque habían estado jugando al gato y al ratón por tantos meses que la pasión que estaba naciendo en su interior era incomparable a todo lo que había experimentado hasta ese momento.

El policía se quitó los pantalones y casi instantáneamente el asesino pudo sentir un líquido frío sobre su ano. No supo en qué momento, pero el otro hombre había sacado una botella y estaba vertiendo líquido sobre él. En esos momentos entró en pánico e intentó alejarse del otro hombre, pero este simplemente dejó caer su peso sobre el asesino y comenzó la exploración del interior de su cuerpo.

El asesino sintió un dedo penetrarlo y aunque quiso evitarlo fue inútil, dejó escapar un gemido de placer, que el detective supo reconocer inmediatamente.

―Realmente no eres tan virginal como pensé, ¿verdad?

―Cállate y vete a la mierda.

El hombre solo rio y continuó dilatando su cuerpo. Después de eso el policía lo penetró deliciosamente duro. El pobre asesino no tenía ni la más mínima oportunidad contra ese delicioso placer. Comenzó a moverse violentamente, sin ningún tipo de delicadeza, y el asesino pronto se vio envuelto en un placer inimaginable.

Deseos Oscuros (Secretos Oscuros 2)Where stories live. Discover now