— Mejor. ¿Al final os vais con vuestros padres? - les pregunto a los hermanos Johnson, en general, pero en realidad miro a Paris.

— En efecto. Al final nos dijeron de pasar allí el finde.

— Me alegro — muestro una sonrisa y me giro hacia Summer y Clara — . ¿Y vosotras?

— Yo iré con Jaime a casa de mis padres a cenar, y el sábado vas a casa de esta señorita de fiesta.

— Yo me quedo con mi abuela, es su cumpleaños y haremos una fiesta de pijamas familiar — nos comenta Clara. Me encanta la relación que tiene con su abuela, ¡es monísima! 

— Y el sábado mi hermanita y yo haremos otro tipo de fiesta — Sean acaba de llegar y añade esa información por Clara. Físicamente son iguales. Sean es la versión masculina de Clara, y Clara la versión masculina de Sean; pero la forma de ser de cada uno es un mundo completamente distinto. Les pasa como a Paris, Nick y Will. Aunque de estos tres el más particular es Nick. Lo único que tienen igual son los preciosos ojos azules. Algo característico de los Johnson.

— ¡Chicas, nosotros nos vamos ya! — se despiden los chicos.

— Yo también me voy me quedan solo veinte minutos para hacer la maleta — me levanto de la mesa y después de darles un beso en la mejilla a cada una me voy hasta la habitación para meter las cosas del fin de semana en la maleta de mano.

Cojo las cosas imprescindibles, como el móvil, el portátil y el neceser de maquillaje y lo meto dentro de mi bolso. Me quedan unos diez minutos y aún no he guardado nada de nada en la maleta. La abro y la dejo encima de la cama para ir metiendo cosas en ella. Cojo un vestido algo arreglado para ponérmelo en la cena de negocios de mis padres, lo doblo de cualquier forma y lo coloco en la maleta, luego lo plancharé. Agarro del armario un conjunto de falda y chaqueta y otro vestido pero este es de diario. No me detengo en plegar ninguna de las prendas y simplemente las echo dentro de la maleta sin ningún tipo de miramiento.

¡Mis padres ya deben de estar bajo esperándome!

Bajo por el ascensor junto con mi maleta floreada de mano y un bolso negro de piel sintética. Hoy llevo una camiseta de corte V negra, una falda roja, que he combinado con unas botas de caña hasta la rodilla también negras. Al salir por la puerta y ver a mi madre parada en el coche viendo algo de su móvil, una fuerte alegría me recorre. Solo tengo ganas de llegar y abrazarla. Al despegar su vista del móvil y encontrarse conmigo, mi madre corre hacia mí y me abraza demasiado fuerte.

— Mamá, no puedo respirar — me quejo.

— La casa está muy silenciosa ahora mi vida — de reojo veo como rueda los ojos mi padre ante las palabras de mi madre. Mi madre es una mujer que habla hasta debajo del agua, como dicen. Y mi padre es todo lo contrario, yo soy de las pocas personas con las que habla animadamente sin necesidad de querer hacer negocios. Supongo que es lo que toca cuando soy su única hija.

— Yo también os echo de menos — mi padre me guiña un ojo. Ahora es él quien me abraza, pero con menos ímpetu que mi madre, quien ya se ha subido al asiento del copiloto.

Yo subo a la parte trasera del coche, y cuando mi padre ya ha guardado detrás mi maleta y se ha subido al coche, ponen la radio y nos vamos a la casa Smith. Hogar, dulce hogar.

Echaba de menos el perfume olor a rosas de mi madre y el sonido de sus tacones impactando sobre el suelo. No me había dado cuenta de cuánto echaba de menos a Teresa Smith. Si me oye llamarla así, ¡me mata! Mi madre tiene el pelo muy largo, pero siempre lo lleva recogido en moños perfectamente peinados. No como yo, que cuando me hago una coleta llevo mil pelos sueltos en ella. Sus ojos son marrones, todo un clásico, pero preciosos. Su piel es más morena que la mía, que es blanca como la leche. Es una mujer muy elegante y arreglada, "todo lo que no solucionen unos buenos tacones...", frase que utiliza a cada momento. Pero sobre todas las cosas mi mamá es la mujer más cariñosa del mundo.

Luego está el señor que conduce este trasto, mi padre. Él se llama Eduard, siempre va en traje, por su trabajo. Creo que las únicas veces que no lo he visto con uno es en los partidos de baloncesto a los que cuando puede me lleva a ver.  Al igual que mí madre, ambos trabajan en una empresa de construcción que ellos mismos dirigen. La gente dice que yo me parezco más a mi padre, y tiene razón, mi piel es blanca al igual que la suya y mis ojos verdes claro como los de él. También soy bastante alta, por ese motivo empecé baloncesto, entre otras cosas.


— ¡Aquí está su castillo princesa! — "Princesa", Nick siempre me ha llamado así. Pero,  ¿qué hago pensando en él en este momento?

— ¡Hola a ti también, enana! — me acerco hasta mi prima y le doy un abrazo. Vive en Los Ángeles, así que no sé muy bien qué hace aquí.

— ¡Eh! Que sea más baja que tú no significa que sea pequeña — cuando nos separamos me responde bastante indignada y con las manos en la cadera.

— ¡Ya lo sé, peque! — entro a mi casa y de paso despeino su cabello al pasar por su lado.

Las dos entramos — ¿Y eso que estás aquí?

— Mis padres se iban de viaje — se encoge de hombros restándole importancia.

— ¿Por qué no te has ido?

— No me apetecía ir a reuniones aburridas, a parte ¡tú venías este finde!

— ¡Mi compañía es la mejor! — añado de forma egocéntrica echando hacia atrás mi pelo.

— Pues claro, y la más modesta también ¿no? — dice con sarcasmo y yo asiento con una gran sonrisa de suficiencia.

— ¿Vamos a cambiarnos y a hablar?

— Eso ni se pregunta — contesto indignada por su tono de duda.


Llevo un vestido con la falda de color rosa pastel, un cinturón color crema y en la parte del torso una blusa transparente con flores bordadas, combinado con unos tacones crema de aguja y una pequeña cartera de mano color rosa pastel. Mi prima Dana a planchado mi cabello y le me ha hecho ondas en las puntas. He sido su muñeca durante un rato. Ella se lo ha rizado por completo y se ha puesto un vestido ceñido azul celeste. ¡Tiene un cuerpazo!

— ¡Chicas! — grita mi madre desde abajo.

— ¡Ya vamos, mamá! — le devuelvo el grito.

Las dos llegamos abajo. — ¡Que guapas! — nos halaga mi padre viéndonos a las tres —  ¿Vamos? — nos montamos al coche y siri nos indica el camino más  rápido a nuestro destino.

Cuando llegamos al restaurante, este se me hace muy familiar. Al entrar y ver su nombre "el Sabor" recuerdo uno de mis primeros cumpleaños, yo tendría 5 años y aquí estaba toda mi familia celebrándolo conmigo. También, he venido alguna que otra vez a que mi padre o mi madre cerraran algún negocio. "Hay que dar buena imagen", me dijeron alguna vez.

*******************************
NO OS OLVIDÉIS DE VOTAR, COMENTAR Y COMPARTIR.

BESOS,
Airin🧡

Eras tú ✔️#Tú 1حيث تعيش القصص. اكتشف الآن