Capítulo Cinco: La Voz de la Razón

38 1 0
                                    


— Creo que iré por uno corto – sentenció mi morena amiga mirándose en el espejo en donde un hermoso vestido de novia largo y ajustado decoraba su cuerpo.

—¿En serio? – cuestioné dando un trago a la copa de champagne que nos habían dado las vendedoras -- ¿la princesa latina quiere verse menos princesa? – me burlé y me rodó los ojos.

—No, quiero verme como una princesa ardiente – declaró y una de las asistentas le dio una sonrisa para ayudarla a bajar del podio y llevarla de nuevo al vestidor.

Yo tomé aire y me miré en uno de los espejos fugazmente. Aunque su boda fuera en apenas dos meses, Candelaria aún no se decidía por un vestido de boda, lo que realmente tenía a todo el mundo con los pelos de punta, menos a ella misma.
Candy me había hecho madrina de su boda, lo que realmente me había gustado un montón, y más aún cuando Aiden aseguró que si pudiera también me haría su padrino de boda. Entre sus damas de honor también estaban sus dos hermanas menores, aunque estas seguían en Venezuela y no vendrían hasta una semana antes de la ceremonia. De igual manera Chez figuraba como una de sus damas de honor, pero esta se encontraba bastante atareada y no había podido asistir.

—Estoy exhausta, vamos a comer algo – escuché casi enseguida y alcé una ceja al ver a mi amiga en sus sencillos jeans. – no me veas así, el vestido llegará cuando tenga que hacerlo.

Suspiré y sacudí mi cabeza, dejando a un lado la copa de champagne y poniéndome de pie, tomando mi bolso.

—Se que no es mi boda, pero...
— No voy a decidirme por un vestido que no me encante – aseguró y suspiré de nuevo.

Vi a mi morena amiga despedirse de las encargadas de la tienda y dirigirse de nuevo hacia mí.

— No es como si esperara conseguir el vestido hoy, en verdad sólo quería salir y relajarme un poco antes de volver al trabajo.

Reí y sacudí mi cabeza a la vez que salíamos del establecimiento y subíamos a mi auto. Le pedí a Gunther que nos llevara al bar de Aiden y Candy echó un rápido vistazo a las bolsas que llevábamos como si se asegurara de que no faltara ninguna.

—Bien, ahora cuéntame.

Tomé aire y sentí el aire volverse un poco más tenso. Jesús, ¿hasta cuándo estaría todo el mundo obsesionado conmigo y Foster?

—No te estoy preguntando sobre Foster – aclaró mi amiga cruzándose de brazos y mirando mi rostro como si intentara analizar mi expresión.

Oh, esto era peor de lo que pensaba. Ciertamente el aire se había vuelto jodidamente espeso.


— Ehm, ¿estás segura de que no quieres hablar sobre Foster? – intenté y la vi intentar ocultar una sonrisa.

— No, ya se lo que sucede con Ozz, tengo ojos y un prometido chismoso.

Solté una risa verdaderamente divertida ante su comentario.

— Vamos, tonta, termina de contarme que sucede con tú-sabes-quien.

Suspiré y sonreí de lado ante el tonto apodo que había decidido darle a Andrew porque, seamos sinceros; hubo una época en la que con sólo escuchar su nombre ya quería ponerme a llorar. Si, fue ese tipo de ruptura dolorosa y yo fui esa chica destrozada.

— Bueno, nos encontramos por accidente y de alguna forma eso pareció recordarle que no había terminado de arruinar mi vida – aseguré y ella bufó. – me llamó, me escribió diciéndome alguna estupidez sobre comportarme como adulta...

Candy soltó una grosería en español que no supe descifrar pero que sonaba realmente sincera, lo que me hizo sonreír de nuevo.

— Oh, y recuerdas que mi madre lo adoraba totalmente – recordé y ella bufó de nuevo – bueno, pues ella parece estar de acuerdo con lo que sea que diga Andrew.

— Dios, eso no tiene sentido.

— No tiene mucha importancia tampoco, espero poder evitar a Andrew lo más posible y...

— Oh, Kia, si Andrew fuera a rendirse tan fácil ya lo hubiese hecho, ha pasado casi un año. Tendrás que tomar medidas.

Rodé los ojos y miré por la ventana.

— ¿Medidas? ¿Algo como que mi manager hablé con el suyo? – me burlé y sacudí la cabeza.

Si, toda mi situación parecía no ser más que una encrucijada y sólo podía esperar que el idiota se cansara.

—Pues tendrás que contarle a tu madre.

Miré a Candy esperando que ella realmente hubiese enloquecido antes de sugerir tal cosa, pero sus ojos cafés estaban serios y sus cejas estaban algo hundidas.

— Ni siquiera discutiré eso.

—Tu mamá no es un enorme monstruo al cual debas temer, Kia.

Y yo odiaba que ella tuviera razón en eso, pero que mi cerebro no pareciera creérselo, porque yo sencillamente no parecía tener la capacidad de parármele en frente y reclamar cosas sencillas de mi vida que ella parecía controlar. Mi vida amorosa, mi aspecto muchas veces, el lugar donde vivía...

—Yo tengo 15 años – me lamenté llevando mis manos a mi cabello y Candy se río. – mi mamá controla mi vida, estoy completamente hormonal y...

Candy soltó una carcajada y echó su cabeza hacia atrás, dándose un golpe con la ventana del auto y haciéndome reír como una tonta.

—Hablando de hormonas...

— ¿Ves que si querías hablar de Foster?

Ella rodó los ojos y sobó si cabeza en donde había impactado con el vidrio.

—No quiero chismear...

—Lo se, sólo quieres jugar al psicólogo como siempre.

La mano de mi amiga impactó contra mi brazo y me reí a su costa.

— ¿Qué pasa por esa bonita cabeza tuya? Cuéntale a la futura señora Cox.

Rodé los ojos y me contuve de darle la respuesta más sincera; ni idea.

— Estoy segura de que lo sabes mejor que yo.

—Tengo mis teorías.

—Ilumíname – rogué cruzándome de brazos y mirándola, escéptica.

—Bien, señorita Scott – comenzó fingiendo que se ajustaba las gafas que no llevaba y le rodé los ojos de nuevo. – no me ruedes los ojos, se te quedaran así y no será muy bonito.

—Eso es tonto.

— Silencio – ordenó gesticulando exageradamente y contuve mi risa. – como decía, Kiara; yo teorizo que estas asustada. Conociste a un hombre que despertó lo que hay entre tus piernas y que masajeo un poco tu cerebro también, pero esa mentecita traumatizada tuya fue rápida en encontrar algo que te pareciera mínimamente malo.

— ¿Te parece mínimamente malo que haya usado un montón de palabras bonitas sólo por unas fotos? Podrás tener razón en que me atrajo, Candy, y tal vez estuve un poco deslumbrada, pero eso no implica que vaya a dejarme utilizar.

Me crucé de brazos y ella bufó como si no aprobara mi argumento.

— No sabes eso a ciencia cierta, bebé, crees que es así porque fue lo que hizo Andrew, pero no todos los hombres son así. Foster no es así.

Le alcé una ceja y no dude en entrecerrarle mis ojos, sintiendo mis mejillas sonrojarse.

— ¿Así que esta es una campaña de Foster?

— ¿Qué? ¡Kia! ¡Me conoces! – me chilló y yo me abrace a mi misma, acentuando mis brazos cruzados. – no intento convencerte de nada, sólo resalto hechos. Conoces a Marianne, sabes que no fue una mala madre, conoces a Aiden, Dios, son hermanos.

Suspiré y sacudí mi cabeza, sabiendo que Candy, para varias, tenía razón, y que sinceramente quería ayudarme, darme su opinión.

— De todas formas acepté, un poco bajo presión pero dije que si – admití, siendo Candy la única persona a quien le había contado.

Esta vez fue su turno de alzar una ceja y pareció pensárselo antes de comentar;

—Baja la guardia un poco, Kia, será un desastre si no lo intentas – recomendó y suspiré.

— ¿No es agotador tener la razón siempre? – bromeé abriendo la puerta del auto al notar que acabábamos de llegar.


***

Tomé aire, agotada por mi recién terminada rutina de ejercicios luego de pasar un rato con Candy, Aiden y también Jess, que se encontraba trabajando al momento en que llegamos al bar-restaurant.
Agradecí al personal del gimnasio y salí en dirección a mi auto, en donde Gunther me esperaba para llevarme a casa, para cambiarme de ropa y volver a salir rumbo al estilista, que recortaría un poco mi cabello y depilaría mis cejas. Si, un día bastante interesante.

⎯ Todo en orden – aseguré a Gunther y me subí al auto.

Y al estar dentro del auto mi mente viajo a mi conversación con Candy y casi se me escapa una sonrisa al reconocer que ella siempre sería la mejor consejera que podía existir, ella sencillamente parecía tener todo siempre bajo control, incluso si no luciera así, como por ejemplo con su vestido de novia. A pesar de no tenerlo aún, ella parecía calmada, como si supiera indudablemente que todo se resolvería sólo y como si eso fuera lo correcto.
Inmediatamente también pensé en sus consejos, en mi vida y como parecía estar en manos de mi madre, como yo parecía no asumir mi independencia ante ella y ante mi trabajo. Oh, demonios. Tomé aire y saqué mi celular para escribirle un mensaje a mi madre.

Esta semana estaré viendo departamentos en Manhattan

Suspiré y dudé antes de asumir que muy probablemente debía mandar otro mensaje para hacerle honor a los buenos consejos de mi amiga.

Entonces, ¿cuándo nos veremos?

Solté mi teléfono enseguida sintiendo como mis mejillas se sonrojaban y suspiré sin poder evitar sentirme nerviosa. No volví a encender la pantalla de mi teléfono, pero no dejaba de pensar en lo soso que de pronto me resultaba el mensaje y la cara que pondría Foster al leerlo. Oh, demonios.


***


Me miré en el espejo escuchando las tijeras cortar mi cabello y suspiré, notando que haber dejado mi celular en casa debido a los nervios realmente, y no tener nada que hacer mientras mi estilista recortaba mi cabello. Además, yo nunca parecía haberle agradado a Julie, la dueña del salón aliado a la agencia de mi madre, por lo que no me apetecía siquiera intentar mantener una conversación con ella.
Miré mis uñas por décima vez en aquel espacio de tiempo e intenté apartar mi cabeza de los mensajes que había enviado, pensando en el gesto duro de mi madre al enterarse de mis planes o el gesto burlón de Foster al leer mi tonto mensaje. Y me estaba mintiendo, la verdad es que no podía imaginarme un gesto burlón en el rostro de Foster, al menos no uno realmente burlón. De hecho, pensar en gestos burlones y malas intenciones lo único que venía a mi cabeza era el atractivo, pero endemoniado rostro de Andrew, en quien realmente no quería pensar, porque parecía aparecer cada vez que se le mencionaba.

⎯ Listo – escuché a mi lado y no tuve oportunidad de contestar cuando la mujer se alejó de mi lado.

Resoplé y me puse de pie, quitándome la pequeña bata del salón y dejándola en la silla, para luego mirarme en el espejo para comprobar lo que ya sabía; mi cabello estaba recortado rozando mi mandíbula y mi flequillo había sido recortado un poco por encima de mis cejas. Lo usual, mi corte de cabello había sido retocado.
Tomé mi bolso y me dirigí hacia mi auto a las afueras del salón, subiendo inmediatamente y recostando mi cabeza en la ventana sin decir nada, sólo intentando apartar todo de mi cabeza.


***


Mordí mi labio encendiendo la pantalla de mi teléfono y fruncí un poco el ceño al notar que el único mensaje que tenía era de mi madre.


Bien, mon cherie. Tuve que salir de la ciudad, volveré en un par de días, ¿quieres que te acompañe entonces?


Y si, definitivamente me sentía una tonta exagerada. Mi madre no parecía extrañada ni mucho menos alterada por mi mensaje. Suspiré y quise revisar si Foster había leído mi mensaje, pero siguiendo mi cobarde estrategia nerviosa decidí dejarlo pasar y usar una bandana para apartar el cabello de mi rostro, darle una corta respuesta a mi madre diciéndole que probablemente iría con Chez y que tuviera un buen viaje, para luego acostarme a dormir.


***


Dos días enteros y aún no recibía ningún tipo de contestación por parte de Foster, y aunque no quisiera admitirlo, la verdad es que eso si estaba logrando desconcentrarme un poco. Pensé que era él quien quería hacer esto. Cerré los ojos, tomé aire y me ordené dejarlo ir, enfocarme en mi trabajo y en mi búsqueda de apartamento en lugar de estar dejando mi cerebro ir a lugares totalmente irrelevantes.
Metí mi teléfono en el bolsillo de mi jean y entré a lo que estaba anunciado como mi camerino, bostezando. Podía ver un forro de vestuario en el que reposaba un vestido de novia, que era la razón por la que me encontraba en este set hoy; una sesión de fotos para publicitar una futura exposición de vestidos de novia de diseñadores de todos lados del mundo. Sin embargo, debía esperar a la asistenta de vestuario para ayudarme con él, e incluso antes de eso necesitaba ser maquillada y peinada, por lo que sencillamente me dispuse a buscar ofertas de apartamento en Manhattan y capturar las pantallas de las que me habían llamado la atención para así recordarlas más tarde, pero la estilista y Sebastien no tardaron en llegar para alistarme, por lo que en poco tiempo me encontraba en el set lista para hacer mi trabajo.


—Mademoiselle – escuché a mi lado y sacudí un poco mi cabeza antes de girarme para descubrir a quien sea que acabara de saludarme.


A mi lado se encontraba una muchacha alta y esbelta con un bonito cabello pelirrojo recogido en un moño adornado, Camille Williams, una joven y bonita modelo con la que había coincidido un par de veces; una chica encantadora y talentosa que parecía sólo estarme saludando, totalmente inocente de lo odioso que encontraba aquel apodo que la prensa rosa me había otorgado.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 24, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Kiara y sus Barreras (New Yorker)Where stories live. Discover now