ii. el intercambio

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MUCHOS ESTABAN perplejos ante la noticia que el director les estaba proporcionando.
El viejo hombre se había colocado frente a ellos en el Gran Comedor, con una desconocida rubia a su lado, una chica que portaba el uniforme de Slytherin. Su cabello era rubio, un rubio muy claro que se alzaba en una perfecta coleta, y su uniforme estaba perfectamente planchado e impoluto. Su cara demostraba completa seriedad, sus ojos analizando los rostros que la miraban con curiosidad, y es que a pesar de estar aterrado, Draco Malfoy no iba a demostrar el pánico que sentía en aquel momento al tener que ser presentado como una chica.

Debía admitir que la profesora McGonagall había hecho un estupendo trabajo con él, le había enseñado postura y andar, por lo que ahora no parecía un gorila con aspecto de porcelana. Le había costado horrores acostumbrarse a su nueva anatomía, y aún se sentía incómodo con ella, pero lo llevaba mejor que hace dos semanas atrás.
Lo que le había parecido un horror, era el llevar aquella falda del uniforme, y es que sentía que el aire entraba por todo su cuerpo y no le hacía ni la más mínima gracia.

Por último, tanto el director como los profesores se sentaron junto a él para decidir qué nombre usarían hasta que consiguieran arreglar aquel desastre que el anillo había provocado.

— La señorita Aitne Edevane nos acompañará en principio durante este curso, espero que sepan tratarla con respeto —informó Dumbledore antes de darle vía libre a la joven para que fuera a sentarse en su tan conocida mesa.

El antes chico dio pasos pequeños, aterrado ante el poder decir algo frente a los que eran sus amigos y descubrir aquella vergonzosa situación. Malfoy había aprendido a caminar con delicadeza, despacio y con sus piernas apenas despegándose. Sentía como la mirada de la mayoría estaba clavada en su espalda, tampoco ayudaba el ser observado por las decenas de ojos de las serpientes. Por primera vez en mucho tiempo se sintió intimidado ante algún alumno de su casa.

No se sorprendió al ser bombardeado con preguntas, algunas chicas se habían acercado a él con la intención de conseguir llamar algo la atención, Draco no era tonto, era la nueva noticia de Hogwarts y sumándole que nunca antes había habido un intercambio en la escuela, aún más.

Era consciente de las extrañas miradas de algunos, es decir, ¿realmente Draco Malfoy se había largado de Hogwarts?

Dumbledore se había encargado de comunicarle la situación a sus padres al tener que inventar aquella historia, Narcissa se había reído en su cara inconscientemente, pero Lucius no lo había nada bien. Gritos y maldiciones era lo que aún resonaba en lo más profundo de su cabeza, más Draco lo entendía, a él tampoco le caía aquella situación en gracia. Pero a pesar de aquel escándalo que se formó en el despacho se pudo llegar a una especie de solución, y es que Lucius no iba a dejar que su único hijo siguiera convertido en mujer. De cierta forma lo veía muy extraño.

Por otra parte, Draco había sentido verdadero pánico al ver entrar a sus padres, sin embargo con el pasar de las palabras pudo relajarse un poco ante la situación. También se sintió algo molesto al tener que cambiar la historia que dirían, la cual en principio iba a ser que aquella joven que era ahora no había podido ingresar antes a la escuela por razones varias, más su padre con todo el sarcasmo que poseía preguntó si no sería extraño que apareciera ella y Draco no estuviera por ninguna parte.

Eso hizo replantear muchas cosas, y era por aquella razón que ahora se sentía como un objeto en exhibición.

Al empezar la cena, comenzó a colocar la comida lentamente en el plato. Admitía que si estuviera en su cuerpo masculino no le habría molestado en lo más mínimo recibir aquella atención, pero ahora no le agradaba en lo más mínimo. Quizás por la novedad.

— Hola —una molesta y conocida voz se hizo presente frente a él. Ella. Levantando la mirada pudo reconocer un corto y negro cabello de una cara irritantemente familiar—. ¿Edevane, cierto? —asintió—. Soy Pansy Parkinson.

El ahora rubia sacó el tenedor de su boca, mirando con desconfianza a la chica. La conocía, y aquella actitud no le agradaba para nada.

— ¿Un placer? —susurró algo extrañada.

— ¿Tienes a alguien que te enseñe la Sala Común? —preguntó nuevamente.

Raro.

— No —su voz había sonado algo más fuerte, por lo que llamó la atención de un par de alumnos que cenaban a su alrededor.

— Perfecto, yo te la mostraré —demandó con fuerza.

La rubia terminó de comer, ignorando el centenar de rumores e historias que la pelinegra le narraba ya que las conocía a la perfección, más de vez en cuando simulaba realizar una expresión de sorpresa o asombro.

Cuando se pusieron en pie y comenzaron a caminar hacia las mazmorras, Draco procuró quedarse algo atrás y dejar que fuera Pansy quien lo guiara para evitar levantar sospechas.

— ¿Cómo es que decidiste realizar un intercambio? —preguntó.

La rubia la miró.

— No lo decidí yo.

— Sabes, es extraño que Draco se haya ido —confesó—, ¿lo pudiste conocer?

La contraria suspiró.

«Lo sigo conociendo».

No, no tuve esa suerte —contestó.

— ¿Y a qué escuela ibas? —una vez más, Parkinson lo comenzó a interrogar.

La chica se había puesto nerviosa, más logró ocultarlo. No recordaba lo que habían acordado decir junto al director y sus padres. Por alguna casualidad o suerte, Blaise Zabini apareció delante de ambas chicas con una sonrisa en la cara.

— ¿Es esto una clase de interrogatorio? —rió. El moreno miró a Draco, quien por primera vez se alegraba que fuera tan sociable entre los que conformaban su casa—. Por cierto, soy Blaise Zabini.

En ese momento un bombardeo de preguntas volvió a él, sin embargo agradecía la interrupción ya que había logrado evitar contestar la pregunta de Parkinson.

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⏰ पिछला अद्यतन: May 19, 2020 ⏰

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