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El joven Draco Malfoy nunca se había considerado alguien que tuviera necesidad de sentir envidia, es más, lo tenía prácticamente todo. Era sangre pura, rico y procedente de una de las mejores familias sangre pura en el momento. Pero el rubio nunca imaginó que un simple y estúpido anillo en la mano de Harry Potter conseguiría tan brutalmente su atención. Sentía una especie de hipnotismo hacia aquel insignificante objeto, tanto que se pasó cerca de dos semanas admirando desde lejos la mano del Gryffindor.

No fue hasta un diez de noviembre, cuando el frío descendió con brutalidad por los alrededores del castillo, que el joven Malfoy encontró -por casualidad del destino- el anillo solo en una de las mesas de la biblioteca, aguardando por alguien que le tomara. Había dudado, por supuesto que lo hizo, pero la tentación a obtenerlo fue mayor y terminó por llevarlo consigo, colocándoselo en el dedo anular de su mano derecha ni bien lo tomó.

Aquella noche, un Slytherin de semicorto pelo rubio se fue a dormir, tranquilo y contento por su nueva adquisición.

Más despertó con cierto cambio físico, y es que el atractivo y masculino Draco Malfoy...

Se había convertido en una chica.

MALFOY BECOMES A GIRLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora