–¿No habías dicho que querías comprobar los neumáticos?

           Gladio maldijo por lo alto, pero Ignis no se dejó amedrentar. Sabía que lo había pillado. No recordaba ya aquella tarea y, prefería hacerla después, pero tenía claro que Ignis no iba a dar su brazo a torcer. Miró por encima de su hombro con pena como los otros dos se cubrían del intenso sol dentro del local, escabulléndose. Se estaría fresquito allí. 

           Suspiró.

          Lo primero era lo primero. Ya tomaría algo después. Pero no pensaba dejar que la traición fuera plena:

          –¡Esperadnos para comer! –Les espetó desde su posición haciendo bocina con la mano para que se le oyeran cuando justo entraban. No estaba muy seguro de que le hubieran escuchado. Lo que si tenía claro era que si veía que estaban comiendo al entrar, rompería alguna pierna.

        Ignis negó con la cabeza con una suave sonrisa pintada en el rostro. Gladio no tenía remedio.

        –Voy para dentro.

       Gladio asintió, ya con una rodilla en el suelo, comprobando las ruedas y, mirándolo de refilón mientras se marchaba.

       Al final era el único que se quedaba a la intemperie. Pero no valía la pena compadecerse de sí mismo: si terminaba pronto, podría entrar a refugiarse.


       El aire fresquito les acarició el agradecido rostro al entrar en el local, con lo cual ambos suspiraron agradecidos, mientras un suave hilo musical llenaba la estancia.

       –Buenas.

      –Muy buenas. Siéntense donde gusten–. Saludó el encargado, señalando a las butacas rojizas. Ellos asintieron, sentándose en los más alejados del local.

      El tapizado y la mesa metálica estaban fresquitas por el ambiente, cosa que agradecieron en demasía. Prompto se sentó al lado de la ventana, asomando la cabeza, con el codo apoyado en el ancho marco, observando. Podía ver a Gladio peleándose con el coche por algún motivo que no entendía. Supuso que lo habría comentado con Ignis, porque él no recordaba que hubiera dicho nada. O quizá simplemente lo habían hablado y había estado distraído, lo cual era probable.

       Miró de reojo a Noct, que se recreó en el asiento, mirando al techo, aun algo adormilado, pero intentando espabilarse. O no.

        Le vio bostezar y, una pequeña sonrisa se pintó en su rostro, sintiendo un leve estremecimiento que no supo identificar... De un tiempo para acá, le pasaba esa extraña sensación al mirar a Noct, pero no tuvo mucho más tiempo de pensar en ello, porque el camarero interrumpió el hilo de sus pensamientos desde la barra.

        –¿Qué van a tomar?

        Prompto parpadeó, sintiendo que había sido pillado infraganti y se ruborizó un tanto. La mirada de Noct se cruzó con la suya al abrir los ojos y, sus iris le preguntaron en silencio, interrogante, por la cara que estaba poniendo, lo cual Prompto ignoró de cabo a rabo, queriendo que la tierra le tragara.

        –De momento pediremos algo de beber mientras nuestros amigos terminan de venir–. Atajó para salir del atolladero en él mismo que se había metido, aunque ni él mismo entendía muy bien porque estaba tan nervioso de pronto.

         El hombre asintió.

         –Un Jetty's–. Pidió Noct.

         –Para mí igual–. Siguió Prompto. Debía reconocer para si mismo que en aquel instante no quería que el hombre se fuera a atender sus cosas, pero no iba a dejarle esperando eternamente a que se le fuera el sofoco.

Lo más preciadoWhere stories live. Discover now