Realidades paralelas, Universo imaginario, Intro (1): Un enjambre de puntos

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Todo era negro. No había nada ni siquiera estrellas. Un punto luminoso rasga la oscuridad y un sonido atronador sobrecarga mis sentidos. Un segundo después recibo una oleada de calor que me habría evaporado de haber estado allí realmente.

Miro a mi alrededor y veo una línea infinita de puntos distintos, pero en realidad no la veo, está ahí, pero algo me dice que no debería ser posible verla. Centro mi atención en el que me queda más cerca que se desenvuelve con una lentitud exasperante, pasa el tiempo y asisto al nacimiento de las primeras estrellas. Curiosamente no encuentro planetas, sin embargo, el ballet de un sistema estelar múltiple compensa el espectáculo.

Desgraciadamente la música termina y cada participante decide explotar de la manera más impresionante posible. Hace un rato nacieron otras estrellas más pequeñas, con colores más variados, ahora el azul no es tan predominante y varias de las primeras ahora han pasado a brillar con un blanco desvaído. La más grande ha perdido todo el color y solo se ve un punto negro en su lugar.

Las más grandes y calientes se consumen también rápidamente dando lugar a otra serie de fuegos artificiales, que esparcen polvo por doquier, que se concentra en algunos puntos para dar lugar a una tercera generación de estrellas.

Ahora debería haber suficiente material como para encontrar un bonito sistema planetario, quizás incluso vida.

Entonces mi vista se reajusta y puedo ver cada planeta, cada estrella, cada mota de polvo, cada átomo d hidrógeno. No puedo verlos exactamente, pero soy consciente de que están ahí.

En la primera estrella en la que se me ocurre buscar no encuentro nada, así que busco una al azar. Cuando llego, me encuentro una esfera de polvo que se va disipando a medida que coagula en pequeños asteroides rocosos; esto promete.
En el centro veo una estrella de tercera generación de color amarillo rodeada de un disco de polvo más denso que el resto de la esfera. Aún no tiene planetas, pero me armo de paciencia y espero.

Mientras dura la espera, me fijo mejor y descubro que los gigantes de la Población I deslumbraban y no dejaban ver un fondo plagado de pequeños puntos rojos. Me recuesto y disfruto de un baile de tres participantes de colores varios que se lleva a cabo en la vecindad.

Vuelvo a fijar mi atención en el cuerpo amarillo. Me llevo una grata sorpresa al encontrar un sistema planetario muy activo. Me acerco y me deleito con la aparente lucha que ejecutan por conservar una posición propia.

Pasa un rato y se alcanza una relativa calma, pero ninguno de los planetas es adecuado para albergar vida. Afortunadamente, las vecindades de sus órbitas no están completamente limpias y todavía puede haber alguna sorpresa...

Mi atención vuelve a desviarse al sistema vecino, que ya tiene algún planeta rocoso con atmósfera y está sufriendo un furioso bombardeo de asteroides, pero se amortiguan un poco los golpes gracias a que ya tiene una atmósfera.

Ante mis ojos se desarrollan ríos, lagos, corrimientos de piedras, glaciares... pero no tiene vida. La vida es algo especial que puede afectar profundamente a un planeta y tiene una complejidad superior a la de las estrellas.

Me vuelvo a fijar en el sistema inicial y me encuentro con un espectáculo difícil de comparar. Tiene cuatro planetas gaseosos. Los cuatro tienen colores diferentes: rojo y naranja óxido de hierro contrastan en el primero; amarillo y beis se han mezclado en el segundo para formar una coloración casi uniforme, además, un satélite rocoso y helado se ha acercado mucho y está siendo desmembrado por las fuerzas de marea, a su debido tiempo formará un anillo y los materiales se terminarán ordenando; los dos siguientes son más pequeños pero tienen cada uno dos tonalidades de azul de nubes de metano pero como tienen concentraciones diferentes se originan colores distintos: turquesa y azul oscuro.

Más cercanos a la estrella hay cuatro planetas bien diferenciados, uno de ellos tiene un satélite gigante en comparación al orbitado, de un tamaño de que solo alcanzan los satélites de los gigantes gaseosos.
Además, tiene un océano de agua, una atmósfera al 100% de dióxido de carbono y ... ¡También tiene vida...! Aunque solo sean un par de bacterias aquí y allá...

Recibo de un lugar que no soy capaz de percibir, un mensaje de invitación.

Busco ese lugar, pero no lo encuentro, parece llegar del más allá, de otra dimensión. Me giro un poco y me muevo en la cuarta dirección ortogonal y llego a otro universo parecido al mío pero diferente en varios aspectos. La entidad que me hizo llegar su mensaje me saluda y me muestra su descubrimiento: un planeta igual que el mío que tiene unas bacterias iguales a las de mi universo.

Parece que nuestros universos son prácticamente iguales pero las reglas que rigen el suyo, son ligeramente diferentes y el tiempo pasa más rápido ahí.

Le felicito y me vuelvo a mi dimensión.


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