21. Dejaste nuestro amor en el olvido

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Indra.
CDMX.
Dante me ayudo a bajar del helicóptero en medio de la noche iluminada por las luces de la gran metrópolis.

Me sentí más segura cuando él chino detrás mío me tendió un portabebes, el otro le fue entregado a Dante en medio de la heladez y el fuerte viento producto de las aspas del helicóptero.

Uno de los hombres enmascarados nos tenía abierta la puerta de la azotea del gran y lujoso edificio que de seguro también le pertenecía al hombre de tatuajes.

Me hubiese gustado que Dasha estuviera con nosotros, pero ella ahora mismo debería estar llegando a Rusia con Johanna. Luka y Sofia habían tomando un avión de nuevo a Canadá después de una corta visita de fin de semana.

Me quede de nuevo solamente con Dante en medio de esta ajetreada vida que parecía tener de pronto el hombre.

Seguí al número de seguridad de Dante. Por supuesto el chino se ofreció a tomar a mi hijo que yacía en el porta bebés pero yo no me quise sentir una inútil por completo.

Después de descender dos pisos en el elegante elevador de madera fina finalmente aparcamos en nuestra puerta de pesada madera y mármol. No me asombraría el saber que esta puerta fuera a prueba de balas.

Lo primero que noté fue la espectacular vista hacia el resto de los edificios que cubría demasiado terreno.

La pared de cristal abarcaba completamente toda la pared de la sala, comedor y cocina.

Con cuidado Dante dejo el portabebes de Fara sobre la mesa de mármol de la cocina, lo mire atender una llamada y luego perderse en el pasillo que conectaba con unas escaleras de metal entre monosílabos hacia la persona detrás del teléfono.

Deposite el porta bebés de de Franco a lado de su hermana y luego solté un ligero suspiro de cansancio.

—Será mejor que nos acostumbremos a esto Indra— dijo Jorge al aire. Segundos después se lanzó a uno de los gigantes y mullidos sillones de piel color marrón. El chino se colocó todas las almohadas azules de gamuza que pudo detrás de la cabeza y luego lo mire cerrar los ojos cuando se cruzó de brazos, dispuesto a tener una siesta ajeno completamente al escándalo a su alrededor.

No quise decirle absolutamente al hombre de cabello rizado. Solo podía pensar que ahora tendría que hacer todo de nuevo, acondicionar un cuarto para mis hijos. Rectificar las medidas de seguridad que Dante implementaba en cada lugar al que acudíamos.

Esto era cansado. En esto se convertiría nuestra vida. ¿No tendríamos un lugar fijo durante mucho tiempo? ¿Cómo iban a crecer mis hijos? ¿Ellos tendrían oportunidad de ir a un colegio? ¿Qué se supone que consideraban hogar estas personas?

Marzo fue relativamente tranquilo entre idas y venidas a Oaxaca y a la Ciudad de México.

Incluso mi cumpleaños número veintitrés fue demasiado calmado con un pastel casero hecho por la pequeña hermana de Salazar.

Un pastel que ni siquiera pude disfrutar porque los hombres de esta casa Jorge y Dante, se habían lanzado sobre este cómo si fuese competencia para ver quién podía comer más.

Se sintió tan bien tener una reunión tranquila como esa. Luka y Dasha habían hecho FaceTime conmigo, incluso Johanna participo en las felicitaciones.
Los tres estaban ahora mismo en Rusia atendiendo trabajo de Dante.

Jorge trajo mientras tanto una temporada a Sofía en nuestros viajes, lo cual fue un alivio para mi en medio de la extraña seriedad que se había instalado en nuestros hogares temporales.

Sofía se había pegado como chicle a mí, ambas vimos el rápido crecimiento de mis hijos.

Fara parecía un periquito a todas horas, nunca se callaba. "Apa" era su palabra favorita, la única que sabía decir realmente.

Prisioneros de la muerte ➂ #DramaWhere stories live. Discover now