Por favor.

Volviendo a una de esas conversaciones con Nina, fue ella la que me dio la idea (y la que se llevó un chocolate caliente gratis).

Lysandro.

Cuando estuvimos en su casa recuerdo quedarme fascinada con los muebles y la decoración de la vivienda. Piezas de madera dignas de un anticuario. Me puse en contacto con él y no dudó en echarnos una mano, seleccionando algunos muebles acordes con nuestra propuesta a cambio de una invitación al evento. A modo de complemento, Hyun y yo hemos aportado algunas guirnaldas de luces y comprado sendas telas para terminar con el ambiente.

En este momento estamos terminando con la decoración y he decir que no podría estar más satisfecha con el resultado. Hemos tapado las luces con telas de gasa, lo que atenúa las luces y las tiñe de tonos cálidos, los muebles están pegados a la pared, lo que, por un lado, deja un espacio central que permite a los camareros moverse con libertad y bailar a todo aquél que los desee, a la par que se crean pequeños rincones más íntimos que permiten conversar y disfrutar de una bebida con tranquilidad. Mañana por la noche, lleno de gente y con música de fondo esto va a parecer otra cosa, estoy segura. 

- Ahora nos toca a nosotros. 

Hyun recorre el espacio, moviendo algunos sillones y mesas, intentando perfeccionar lo máximo posible su disposición.

- ¿A qué te refieres?

- Ya hemos terminado con el espacio, es nuestro turno de camuflarnos con él. Ya sé que en las invitaciones no se exigía dresscode, pero creo que podría ser interesante que, como anfitriones, nosotros sí que nos vistamos de acuerdo con la ocasión.

- Sería una forma de distinguirnos del público general, por si cualquier persona necesita algo.

Y quiero ponerme un vestido con flecos y lentejuelas. Y una pluma en la cabeza. 

- ¡Sí! No es porque sea mía, pero creo que es una gran idea.

- Pues lo hacemos así.

Sin demora, llamo a Rosa, creo que es la persona adecuada para echarme una mano con esto.

Y una vez en su casa prácticamente me arrastra su dormitorio. Sobre la cama hay dispuestos un montón de modelitos que van desde vestidos rectos con guantes largos a pantalones por encima de la cintura. 

- Necesito esos guantes largos, Rosa.

- Fíjate que yo estaba pensando en descartar justo ese conjunto.

- ¿Y eso porqué?

- Piénsalo, es demasiado evidente. Siempre que se hace una fiesta años 20 aparece alguien vestida de flapper dispuesta a darlo todo con el charlestón. Creo que deberías ponerte algo más sofisticado y menos disfraz ¿me explico?

- Tú mandas.

Ha escogido para mí un vestido recto y plisado, un poco ajustado a la cadera. Es de un tono rojizo bastante particular, y cuenta con adornos de pedrería en negro, que parecen gotas de rocío sobre los pétalos de una flor. No me llega a los tobillos, y lo complementa con unos zapatos de tacón bajo del mismo tono con una hebilla plateada con la misma pedrería negra en el tacón. Perdemos mucho tiempo con el peinado, intentando recrear las hondas al agua propias del momento, así como elaborando un recogido que emule el corte bob tan de moda en el momento. El maquillaje es ligero y, después de mucho insistir, me deja ponerme los guantes largos, también negros.

- Cuando te mires en el espejo no vas a creerte lo que ves.

Me gusta verla tan animada y contenta. 

Rewrite [Nathaniel, Corazón de melón]Where stories live. Discover now