Capítulo 9

37 4 4
                                    

ALEX

Lo había perdido.

Lo había perdido para siempre.

La última vez que vi el rostro de Maxwell Wilson fue ese mismo día hace unas horas cuando atravesó la puerta de metal junto a la chica rubia de ojos penetrantes.

Antes éramos cinco, ahora somos cuatro.

Estaba perdiendo la cabeza, caminando de un lado a otro por la habitación, lanzando maldiciones al aire y tomándome la cabeza.

- ¿Puedes dejar de hacer eso? Comienzas a estresarme.

Me detuve y volteé mi mirada en dirección a Walker.

- ¿Por qué? ¿Te molesta? - Le respondí, con una sonrisa divertida.

- Solo digo, que es estresante verte caminar de un lado a otro como un león enjaulado. ¿Puedes parar?

Negué con mi cabeza, sonriendo, solo para molestarlo. Walker bufó.

- Hubira preferido que el muerto seas tú. - Dijo este, serio, tratando de matarme con su mirada.

- Hey no es mi culpa que usted sea un amargado. Mejor diviértase mirando la pared.

- ¡¿Disculpa?! - Walker se puso de pie con rapidez, acercándose hacia mí y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, me tomó del cuello de la camisa, haciendo que mis pies se eleven unos centímetros arriba del suelo. - ¡¿Quién te crees que eres para llamarme así, muchacho?!

- ¡WALKER! - Gritó Paige, poniéndose de pie. - ¡Bájelo, ahora!

- ¿Por qué? Esta misión es un asco, no logramos hacer que Wilson esté a salvo y ahora Blake lo llevó a la realidad. No logramos cumplir con nuestra misión y Jeremy nos asesinará cuando volvamos.

- ¿Pero qué dices, Walker? Esto no se a acabado. Aun no sabemos si Max está muerto.

- No hay ninguna probabilidad de que haya sobrevivido al suero, Paige. Ya debería de estar ahí.

- ¡YA BASTA! ¡PAREN ESTO!

Todos se giraron a ver a Sam, sorprendidos. Ese chico que se mantenía alejado de los demás, ese chico tímido y callado que no sabía defenderse, lo había hecho, se había armado de valor y detuvo una pelea que estaba por explotar.

- Deje a mi amigo, Walker. - Siguió diciendo el castaño, con los puños apretados.

Walker, rendido, aflojó su fuerza y me lanzó al suelo, haciendo que caiga con un estruendo y que me lastime la cabeza.

Miré a Sam, quien seguía apretando los puños y con los ojos llenos de furia. Me levanté y me acerqué a él.

- Hey, gracias. - Sonreí, revolviéndole el cabello. - Me salvaste de una buena.

- ¡Deja de hacer eso! - Me apartó mi mano que seguía acentada sobre su cabeza. - Sabes bien que no me gusta.

Reí, dándole palmadas en el hombro.

- Lo sé.

Nunca creí que en medio de la desesperación y el terror, alguien pudiese sacarme una sonrisa como lo hizo Sam, aunque sea involuntariamente. Pero, esa sonrisa, tan solo duró unos segundos, porque el lugar se tornó en un color de una luz roja intenso junto con el sonido de una alarma que resonó por todas las paredes. Inmediatamente, me cubrí ambos oídos con mis manos.

- ¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO?! - Grité en medio de la molesta alarma.

- ¡UN ATAQUE! - Paige comenzó a dar fueltes golpes en la puerta. - ¡DÉJENOS SALIR!

- ¡¿UN ATAQUE?! - Dijo esta vez Sam. - ¡¿DE QUIÉN?!

- ¡DEBEN SER LOS VIAJEROS!

¿Viajeros?

- ¡¿LOS QUÉ?!

- ¡Los viajeros del tiempo! ¡Los que se encargan de reparar las anomalías!

Okey, esto ya se volvió extraño.

- ¡AYUDA! - Gritaba Paige, pero parecía que nadie nos escuchaba desde el otro lado. - ¡DÉJENOS SALIR!

Pasaron algunos minutos, quizás horas, ya no sabía cuánto tiempo había pasado desde que había empezado a sonar la alarma, pero, por fin, alguien escuchó nuestros gritos y abrió la puerta.

- ¡VAMOS, TODOS SALGAN, ESTÁN A SALVO!

Me costó trabajo reaccionar y entender que ya éramos libres y que podíamos escapar, ya que me había quedado paralizado sin poder moverme, hasta que el hombre de traje blanco que había abierto la puerta me tomó del brazo y me llevó hasta afuera.

- ¡CORRAN, NO TENEMOS TIEMPO!

No entendía a lo que el hombre se refería, pero sabía que no podóa ser nada bueno.

Cruzamos por incontables pasillos interminables, habitaciones sin ventanas, incluso por una cocina, y, al pasar por la última vuelta, pude ver la puerta principal que daba al mundo exterior. Fue gracias a eso que comencé a correr como nunca antes lo había hecho, pero, cuando estábamos a pocos pasos de salir, todo el techo se vino abajo, tapándonos la entrada.


SIMULACIÓNWhere stories live. Discover now