Capítulo 4

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Todo el mundo ha temido por algo, tal vez la oscuridad en las noches, luego de que se apagan las luces del cuarto para dormir. Sentir tu cuerpo temblando debajo de las sábanas temiendo si hay algo o alguien asechando en las sombras.

Eso fue lo que Sam y yo sentimos cuando estábamos encerrados en el armario de su habitación.

Un hombre, o al menos eso creía que era, caminaba por la sala, soltando susurros y comentarios indescifrables desde el punto en donde estaba escondido. Pisadas de botas se escuchaban pisar el piso de madera acompañadas con el sonido de unas cadenas de metal.

Luego de un tiempo, alguien nuevo entró a la casa o, mejor dicho, Alex Jones había entrado a la casa.

-¡¿Sam?! – Sam comenzó a abrir la boca para advertirle a Alex sobre el hombre, pero, si lo hacía, estaríamos perdidos, así que le tuve que cubrir la boca con mi mano para que se callara. Las pisadas se detuvieron en la planta baja. - ¿Sam? ¿Eres tú...? – La última palabra fue llevada por el aire luego de un sonido de un disparo seguido de un grito de dolor.

Sam empezó a llorar en mi hombro luego de escuchar el disparo en la planta de abajo.

Iba a salir del armario para ver si mi amigo estaba bien, pero luego el hombre comenzó a subir las escaleras.

- Viene hacia acá... - sollozó Sam a mi lado.

Una sombra de dos pies apareció por el pequeño espacio que había debajo de la puerta.

- Max... - Se escuchó del otro lado una voz ronca. - Despierta, Maxwell Wilson. – Dichas estas palabras, el hombre comenzó a dar golpes a la puerta del armario, como si tratara de derribarla. Sam trató de gritar, pero no pudo debido a que seguía cubriéndole la boca con mi mano. Era nuestro fin. Estaba completamente seguro de eso. El hombre derribaría la puerta y nos dispararía como lo hizo con Alex. 

Pero no iba a dejar que eso pasara. 

Apoyé ambas manos a la pared, poniendo todas mis fuerzas en ellas, tratando de que la puerta no callera en pedazos y nos mataran.

Minutos más tarde, los golpes cesaron. Di eso como una señal de rendición del hombre. Pero, después, se escuchó el sonido de una cierra.

- ¡Sam, agáchate! – Le grité a Sam mientras saltaba sobre él y lo arrastraba hasta un extremo del armario para evitar que seamos atravesados por una cierra, la cual hizo un agujero en la puerta, agujero por donde el hombre terminó de destrozar la puerta y me agarró del brazo con fuerza. 

- ¡No es nuestro mundo, Maxwell Wilson! – El hombre... ¿el hombre sabía mi nombre?

- ¡¿Qué quiere?! – Le grité, tratando de apartar al hombre que me empezaba a jalar fuera del armario mientras Sam me jalaba por la espalda para que le hombre no me llevara. - ¡¿Cómo sabe mi nombre?!

- ¡TÚ! ¡Tú serás la causa de nuestro fin! – Mi fuerza se agotó, lo que logró hacer que el hombre me jalara y me llevara a la habitación a rastras. Al llegar fuera del armario, el hombre me aventó al suelo y me apuntó con un arma. - ¡Harás que nos maten a todos! ¡Todo esto es tu culpa!

- ¡Escuche! ¡Puedo explicar...!

- ¡NO, tú hiciste esto!

- ¡¿Pero de qué habla?! – Le grité desesperado, arrastrándome por el suelo para alejarme del arma que me apuntaba, pero, mientras más me arrastraba, el hombre se enfurecía más.

- ¡TÚ CREASTE ESTO! – El hombre tomó con más fuerza la pistola apuntándola a mi pecho y quitando el seguro del gatillo. – Y... ahora... pagarás por lo que hiciste. - Cerré los ojos, preparándome para recibir un disparo que tal vez terminaría con mi vida. 

Pero nunca llegó ningún disparo. 

En vez de eso, unos sonidos de una ventana rompiéndose resonaron por el lugar. Abrí los ojos, una mujer de cabellos castaños ondulados y de una chaqueta de cuero azul oscuro con botas café entró por la ventana de la habitación. Al caer al suelo, la mujer se quedó mirando al hombre que me apuntaba, quien dirigió su pistola hacia la mujer. 

- Suelte eso, Walker. – Dijo la mujer, sacando su propia pistola. 

- Suelte su arma primero, Hart. – Le respondió el hombre. – Usted sabe que tengo razón. El muchacho será nuestra perdición.

La mujer negó con la cabeza mientras observaba al hombre con una mirada asesina. – Es solo un muchacho, Walker.

- Un muchacho, sí. – El hombre asintió. – Pero también acabará con nuestra raza.

- Eso no lo sabemos. – La joven suspiró. - Walker... te ordeno que bajes el arma. – Dijo la mujer con calma para no alterar al hombre y que provoque un disparo.

En ese ambiente de tensión, unos pasos se escucharon por el pasillo que daba a la habitación.

- ¿Sam? ¿Max? ¿Son ustedes? – Habló Alex con un hilo de voz, como si fuera un perro herido.

El hombre desconocido miró hacia la puerta de la habitación. Lo miré. Iba a matar a Alex.

- ¡NO! – Grité, poniéndome de pie y saltando sobre el hombre. Escuché cómo Sam comenzó a aproximarse hacia Alex. El chico de cabello largo castaño había recibido su disparo en una parte baja de su abdomen. Sam le pasó uno de sus brazos por sus hombros y lo metió a la habitación, asentándolo lentamente en el suelo. - ¡No dejaré que nos haga daño! – Volví a gritar. Tenía al hombre recostado en el suelo, tomando sus muñecas a ambos lados de su cabeza y poniendo mi pierna sobre su abdomen. - ¡¿Qué quiere y quiénes son ustedes?!

- ¡Espera! – Se escuchó decir a la mujer en la puerta, viendo la escena. – Nosotros podemos explicarte... Podemos explicarles todo... 

SIMULACIÓNWhere stories live. Discover now