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Mi mente comenzó a recopilar las imágenes de mi vida donde podía ver a simple vista que todo podía ser mejor, que no me tenía que conformar con lo que tenía, que sí quería más, necesitaba más en mi vida y él nunca llegó a completar mis necesidades, aquellas que se sienten tan básicas como cualquier otra.

Para ese momento ya se acercaba la media noche y yo seguía caminando. Mis lágrimas habían cesado ya desde hacía un rato mientras me dirigía al centro de la ciudad. Caminar por ahí me hacía sentir viva, y notar que todavía había gente dando vueltas me hacía sentir mejor, aunque ellos estén acompañados. Los locales de comidas seguían abiertos pero mi hambre nunca apareció en esa noche. Las luces estaban dispersas por cada rincón al que podías ver y eso me llenaba de la confianza que necesitaba para decidir que todavía no quería estar en casa. Aunque varios de los locales, al acercarse la medianoche, cerraba, y muchos de ellos eran de mi agrado decidí ir a un Café, que era justamente lo que necesitaba, despertar mis ideas del más allá, aquellas que se escondieron durante mucho tiempo para no ahogarme, pero la realidad era que ellas no me ahogaban, sino que yo me ahogaba sola y no me daba cuenta.

Me senté en una de las mesas más cercanas a la barra, y podía divisar a las familias a mí alrededor que cenaban tranquilamente, entre risas y miradas cómplices que solo aquellas personas que se las intercambiaban podían entenderse. Siempre había querido algo de aquella magnitud.

Tomé mi celular en manos mientras esperaba ser atendida y noté las llamadas perdidas que tenía de él y a su vez todos los mensajes de disculpas sin sentido que me brindaba. Cómo es el ser humano ¿No? Nos mandamos la cagada más grande y luego pedimos perdón, y a veces creemos que tenemos el mismo derecho de enojarnos porque esa persona no nos perdonó, y es ahí cuando comienza la verdadera pelea, y todo se va al diablo.

Si bien, lo de él no fue tan terrible, quedarse dormido a cualquiera le puede pasar, pero no a cualquiera le pasa que de algo tan simple quiera tirar todo por la borda, y si eso pasa, es porque las cosas no vienen funcionando mal desde ese momento exacto donde el lío comenzó de algo pequeño, sino de mucho más atrás, de esos lugares que ya te habías olvidado, de esos momentos que ya apenas recuerdas pero cuando lo comienzas a hacer, sabes claramente de qué estoy hablando.

Otra vez mis pensamientos habían sido interrumpidos pero por haber sido atendida. Le di mi pedido al mozo y sonreí al darme cuenta que no muchas personas van a tomar un café a la medianoche un día sábado casi domingo, y contaba con la suerte que sean esos días, ya que los locales duraban hasta más tarde en esos días.

Mi pedido llegó tan rápidamente que me sorprendió, sonreí cuando me lo dejó sobre la mesa y le agradecí. Mientras lo tomaba pensaba, y no paraba de pensar... en lo ocurrido esta noche, y lo que ocurría en todos los días anteriores cuando teníamos una relación. Pensé en mí, y en la manera en la que iba perdiendo importancia cuando se trataba de mí. De la manera en la que me conformaba con lo que sucedía, que no buscaba más, que solo me conformaba para ser feliz, para sentirme así, y es acá cuando puedo notar que lo que sentía era falso.

Entre los sorbos que tomaba de mi café vi a una chica... y noté claramente que era una chica a pesar de su cabello corto, de su remera holgada y de sus pantalones al cuerpo que acompañaba con zapatillas. Rápidamente se me cruzó por la cabeza la cantidad de personas que logran confundirse con su aspecto, de cuántas personas deben llamarla "chico" por día.

A decir verdad, era muy linda. Tenía facciones en su rostro que parecían hechas a mano, y una mano muy buena diría yo. Al pensar esto, sonreí tratando de aguantar la risa, no quería parecer una loca riéndome sola a la medianoche. Noté que estaba sola, me sentí aliviada de no ser la única solitaria en la noche, pero luego pensé que ella podría estar esperando a alguien más, cosa que a mí no me estaba pasando en esos momentos.

También noté que no podía dejar de mirarla, que justo se sentó a dos mesas de mí y quedaba enfrente de mí. No quería que piense que la estaba observando en cada detalle, cosa que sí estaba haciendo, pero no quería que se dé cuenta, por lo que en cada sorbo que daba del café trataba de apartar la vista hacia otras mesas o hacia la ventana que daba a la calle, donde pasaban las parejas de la mano, amigos entre gritos que seguramente terminarían en alguna fiesta. Dios... cómo me hacían falta las fiestas. 

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⏰ Last updated: Mar 14, 2019 ⏰

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Mía.Where stories live. Discover now