14| Deseo Prohibido

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Valentina Copper.

Un estruendo me despertó tomándome por sorpresa, me senté en la cama y observé a Alex quien estaba en el suelo mirándome con el ceño fruncido. Ambos parecíamos unos estúpidos mirándonos el uno al otro por lo que aparté la mirada para observar la habitación, estaba en el cuarto de Alex. Los recuerdos comenzaron a invadir mi mente y la culpa se volvió más liviana cuando recordé que por su culpa estaba aquí.

— ¿Qué haces en mi habitación?.— preguntó con el ceño fruncido.

— La próxima vez evita beber tanto, tuve que arrastrarte hasta tu habitación.— respondí a la defensiva y él frunció el ceño.

— ¿Cuándo...?.— las palabras quedaron en sus labios y suspiré.

No recordaba ni siquiera el hecho de que estuvo embriagándose en la cocina. Una parte de mí se alivió ya que no sería tan incómodo para ambos el estar cerca pero la otra parte se decepcionó de que no recordará las cosas que dijo. Después de todo, estaba ebrio y las personas no suelen pensar con claridad cuando el alcohol está en su sistema.

Mantén la calma, Copper.

— Te encontré en la cocina y te ayude a subir hasta tu habitación, luego me pediste que me quedará contigo hasta que te durmieras y me dormí.— respondí mientras me ponía de pie, caminé hasta la puerta para observarlo sobre mi hombro.— Es mi culpa.

— No, pero...— murmuró confundido.— ¿Hasta dónde llegamos?.

Silencio.

La incredulidad en mi rostro fue auténtica al igual que los deseos de clavarle un cuchillo en medio del cuello, moví la perilla de la puerta y apreté la misma mientras me esforzaba en fingir una sonrisa.

— No llegamos a nada Alex, simplemente compartimos un lugar donde dormir.— aclaré.

Salí de la habitación antes de que él siguiera hablando y me apresuré en ingresar a la mía, solté un suspiro de alivio tras ver que Hannah estaba ausente. Tomé una ducha para luego cambiarme la ropa a un conjunto más cómodo, marqué el número de Amelia y esperé a que atendiera.

— Hola mi pequeña, estaba pensando en llamarte.— comentó con un tono dulce y sonreí.— ¿Cómo sigues? Espero que Thomas te esté cuidando aunque tu padre no estaba de acuerdo en que...

— Sí, estamos bien.— respondí negando con la cabeza.— Arreglamos nuestro problema como dos personas adultas, lamento ser así de directa pero, ¿Papá está cerca?.

— ¿Qué harás?.

No estoy segura.

— Quiero hablar con él sobre Thomas.— dije con una sonrisa.

— Oh, llevo semanas haciéndolo y cada vez dice más tonterías.— respondió haciéndome reír.— Por favor, intenta que se arreglen. No pueden estar separados si son una familia.

— Gracias mamá, eso haremos.

Silencio.

Escuché un chillido por el otro lado de la línea y luego risitas de diversión.

Pequeño Demonio: Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora