Capítulo 24.

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La ópera terminó y el público empezó a retirarse. Leandro -quien había permanecido en los camerinos durante todo el espectáculo-, salió a buscar a Solange. Y Carlotta, después de haberse quitado el vestuario y haberse cambiado, salió a buscar a Luciana, ya que le preocupaba que la joven no se hubiera acercado a felicitar a su madre al finalizar el espectáculo.

Sin embargo, ni el cantante italiano ni su madre podían encontrar a ninguna de las jóvenes.

Cuando la ópera acabó y Margot se cambió, dejó una nota dirigida a Lara y a Solange en el dormitorio, en la que explicaba que se iría con Anthony y nunca más volvería a la Ópera Garnier.

Margot dejó la nota encima de su cama, salió del dormitorio y llegó a la entrada principal de la Ópera. Pero Anthony no se hallaba por ningún lado.

Margot esperó por algunos minutos, y su amado aún no se hacía presente y todo el público ya había abandonado el lugar.

Entonces, algo curioso llamó la atención de la joven: en la parte trasera del edificio -cerca de una ventanilla- había un camino de pétalos de rosa silvestre.

Algo andaba mal. Anthony siempre le regalaba rosas silvestres, y él no aparecía por ningún lado, por lo que Margot creyó que aquel camino de pétalos era una señal.

La joven comenzó a seguir el camino, y nuevamente entró a la Ópera. Después, siguió caminando y se aterró al darse cuenta de que el camino la llevaba directo a la guarida subterránea de Erik.

Su corazón latía rápidamente, y una parte de ella le gritaba que corriera y se alejara, pero la otra parte le ordenaba que continuara, ya que Anthony podría encontrarse en peligro.

A pesar de que todo se encontraba en penumbra, Margot sabía que había llegado al lugar en el que solía encontrarse con su misterioso maestro de canto.

Margot comenzó a escuchar sonidos extraños. De pronto, el lugar se iluminó y frente a ella se encontraba una especie de telón.

-P-pero, ¿q-qué...? ¿Q-qué es esto? -dudó la joven.

Como si fuera una respuesta a sus preguntas inconclusas, el telón cayó y reveló algo que hizo que el corazón de Margot latiera con más fuerza.

Detrás de la ventana, se encontraban su amado Anthony y su hermana Solange. Ambos, se hallaban atados a una base de madera, amordazados y con un lazo colgando ligeramente alrededor de sus cuellos.

-¡Dios mío! -exclamó Margot, al borde de las lágrimas y cubriendo su boca con ambas manos.

Una risa malévola se hizo presente. Margot volteó y encontró a Erik, caminando hacia ella.

-¡Bienvenida, querida! -dijo éste, con una sonrisa sarcástica.

-¿P-por qué...?

-Éste es un juego muy sencillo. Si no aceptas quedarte conmigo, ambos morirán. Pero, si dices que sí, uno de ellos sobrevivirá.

Erik estaba muy seguro, ya que, con tal amenaza, esperaba que Margot dijera que sí y salvara a Solange. Siendo así, Anthony moriría y él tendría el camino libre con Margot.

-¡¿Cómo te atreves?! -exclamó Margot, histérica.

-Quiero suponer que decidirás salvar a tu hermana, ¿no es así? -preguntó Erik, caminando frente a la ventana.

-¡Por Dios! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué haces esto, ángel?!

-¡Porque ya estoy harto de ser utilizado! -respondió Erik, molesto, deteniéndose frente a Margot-. Años atrás fui utilizado por tu madre. Al igual que a tí, la ayudé a subir a los escenarios como protagonista. ¿Y todo para qué? Para que se fuera con el vizconde. Y tú... ¡Tú estuviste a punto de hacer lo mismo! Casi huyes con el joven conde Deneuve. Yo siempre he estado para tí y para tu familia, ¡pero nadie ha estado para mí! -Erik se dejó caer en el suelo-. Creí que merecía amor. Pero claro, ¿quién estaría dispuesta a amar a una bestia como yo?

El silencio se hizo presente en la guarida subterránea. Margot jamás habría accedido a quedarse con Erik en las catacumbas de la Ópera, pero si debía hacerlo para salvar a las dos personas que amaba, lo haría.

-De acuerdo. Me quedaré contigo -anunció Margot, provocando que Erik volteara a verla, incrédulo-. Pero debes salvar a los dos.

-¡Sólo a uno! -recalcó Erik, poniéndose de pie.

-¡Pero no puedo elegir!

Erik no podía creer que Margot no pudiera escoger a su hermana sobre al conde. Él no podía creer la devoción que le tenía a Anthony, y aquello lo ponía furioso.

-Entonces yo decidiré por tí -sentenció Erik, antes de jalar una palanca que se encontraba pegada a la ventana.

En ese momento, el lazo que se encontraba alrededor del cuello de Anthony, comenzó a apretarlo y a asfixiar al joven.

-¡NO! -gritó Margot, antes de correr frente a la ventana y pegar sus manos delante de Anthony.

Erik miró a Margot; vio su sufrimiento y las lágrimas que corrían por sus mejillas, y escuchó sus gritos y sus sollozos de desesperación.

Erik también miró a Solange a través de la ventana; vio como la joven temblaba de horror y además miró sus ojos vidriosos.

En ese momento, Erik pensó que vivía otro dejavú; recordó cuando Christine era la que lloraba por Raoul. Después, la pequeña y difunta Evelyn de Chagny llegó a su mente al recordar la noche en la que murió.

-Yo c-cuidaré de tí d-desde el... Cielo.... Y sé q-que... t-tú cuidarás de mis hermanas. ¿M-me lo prometes?

-Siempre cuidaré de ellas. Pero, ¿cómo es posible que un pequeño ángel cuide a un demonio?

-N-no es así... Un p-pequeño ángel cuidará de... de otro ángel.

¿Cómo podía ser capaz de romper la promesa que le había hecho a la pequeña niña? Haciendo sufrir a una hermana, y usando a otra como carnada.

Erik tomó la palanca y la subió, por lo que el lazo alrededor del cuello de Anthony se había liberado y éste ya estaba fuera de peligro. Al jalar otra palanca, la ventana de abrió.

-Margot, ayúdame -pidió Erik, antes de acercarse a Solange a liberarla.

Al verlo, Margot no tardó nada en llegar hasta Anthony y liberarlo.

Down Once More | The Phantom Of The OperaWhere stories live. Discover now