Capítulo 19.

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ADVERTENCIA: Este capítulo tiene contenido fuerte.

Eran las cuatro de la mañana, y las hermanas de Chagny dormían.

Margot había caído rendida después de memorizar tantas piezas musicales y pronunciaciones alemanas para la ópera; Alice dormía profundamente, ya que había pasado noches en vela por cuidar de Evelyn; Lara dormía con lágrimas de sal en las mejillas, ya que se había quedado llorando por su flauta rota hasta la una de la mañana; Solange dormía con una sonrisa en el rostro, porque estaba soñando con Leandro.

De pronto, Evelyn despertó debido a que sentía como su temperatura corporal comenzaba a aumentar a gran velocidad; su cuerpo ardía y el sudor frío corría desde su frente. Evelyn se sentía mareada y empezaba a tener alucinaciones.

Las primeras alucinaciones de Evelyn consistieron en miles de voces que rodeaban sus oídos. Después, llegó la alucinación que hizo que se levantara de la cama: Evelyn vio a sus padres.

Raoul y Christine se hallaban tomados de las manos y sonriendo, frente a Evelyn.

-¿M-madre...? ¿P-padre...? -dudó Evelyn, mientras se incorporaba.

Los padres imaginarios de Evelyn comenzaron a caminar lejos, y a la jovencita le preocupaba aquello. Entonces, Evelyn batalló para levantarse de la cama y cuando lo logró, comenzó a perseguir a sus padres imaginarios.

La joven salió del dormitorio, persiguiendo a los imaginarios Christine y Raoul hasta que llegó al auditorio. La temperatura de Evelyn continuaba aumentando, y ésta seguía sudando y ahora su rostro se había puesto colorado.

Los padres imaginarios de Evelyn llegaron hasta el escenario, y ella llegó hasta allá para alcanzarlos.

De pronto, un fuerte olor hediondo a alcohol penetró las fosas nasales de Evelyn, y de este modo, los padres imaginarios desaparecieron frente a ella.

Ahora, Evelyn ya no estaba alucinando y se preguntaba cómo había salido de su dormitorio para llegar hasta el auditorio.

De pronto, Evelyn escuchó pasos detrás de ella y alguien jaló su brazo. La joven gritó, y al darse la vuelta, se percató de que Dalvert era quien estaba cerca de ella y quién la jalaba del brazo.

Evelyn lanzó un grito, y volvió a lanzar otro cuando Dalvert la tiró al suelo y se sentó sobre ella para inmovilizarla.

-¿Ahora sí me amarás, bonita? -susurró Dalvert, arrastrando las palabras y tocando la pierna de Evelyn.

-¡Jamás! ¡Déjame ir! -exclamó Evelyn, antes de abofetear a Dalvert y escupir en su rostro.

-Entonces aprenderás buenos modales

Dalvert comenzó a golpear violentamente a Evelyn, y la joven comenzó a gritar.

Dalvert era fuerte, y el alcohol sólo lo volvía más violento y lo potenciaba. Evelyn ya no soportaba el dolor provocado por los golpes, ni su alta temperatura corporal; la jovencita creyó que en cualquier momento moriría.

De pronto, los golpes de detuvieron, ya que Dalvert tenía una cuerda alrededor del cuello: era Erik, quién se estaba dedicando a ahorcar al ebrio tramoyista.

En ese momento, Evelyn aprovechó para arrastrarse y alejarse de Dalvert, antes de que a éste se le saltarán los globos oculares y cayera muerto.

Evelyn colapsó en el suelo, y Erik -después de haber acabado con Dalvert por completo- corrió junto a la joven y la tomó en sus brazos.

A Evelyn le costaba tener los ojos abiertos, su respiración era lenta y su piel parecía fuego, ya que su temperatura había aumentado de manera sobrehumana.

Down Once More | The Phantom Of The OperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora