Diego está tratando de prender la chimenea mientras yo preparo unos sandwiches de jamón. Inclusive la porcelana de los platos es fina.

—Es bellísima —dejé ambos platos en la mesita frente a la chimenea.

—Es verdad. Soy el único que viene a menudo aquí, mis papás ni siquiera saben que tengo un duplicado de las llaves —tomó asiento junto a mi.

—Es genial —mordí mi sandwich.

—¿Quieres ver una película?

—Claro.

Comenzamos a ver Guerra Mundial Z. Diego se recostó en mi pecho, mientras yo lo abrazaba. Todo estuvo bien durante un rato pero... Él levantó su rostro y comenzó a besar mi cuello de forma desesperada. Tomé sus mejillas y lo lleve a mis labios para que dejara de besar esa zona tan sensible. Tal vez fué mala idea, pues el rizado separó mis piernas y se metió entre ellas.

—Diego... —me quejé.

Cubrió mi boca y subió mi camiseta para besar mi pecho.

—Joaquin, tu ropa huele a Emilio —tomó mis muñecas con brusquedad.

—Es que...

—¿Te portaste mal? ¿Eh? —me dió una nalgada.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? Eso no es nada lindo —lo quité de encima.

—Si puedes con él, también puedes conmigo.

Me tomó de las caderas para regresar a la posición en la que estábamos. Sin dejar de inmovilizar mis muñecas, logró deshacerse de mi playera o bien... La de Emilio, para después deshacerse de la suya.

Bajó delicadamente su mano por mi abdomen, desabrochando con agilidad los botones, lo cual, le permitió que su mano llegara a mi miembro. Lo tomó sobre la tela del boxer y comenzó a masturbarme.

—¡No Diego! ¡Basta! ¡Ah! —daba patadas, ya que no podía quitarlo de encima

—¿No te gusta?

—¡No!

—Pues tú amigo dice lo contrario —besó mi cuello.

No quiero tener sexo aún, no estoy listo para eso. Sin mencionar que no le tengo la suficiente confianza a Diego, y no lo quiero hacer con él. Pero quitarlo de encima es una misión imposible.

Los movimientos de Diego eran cada vez más rápidos, y sus labios estaban ocupados mordisqueando mis pezones.

—Diego ¡Ah! —gemí— M-me vengo ¡Para!

Ignoró totalmente mis palabras, causando que me viniera en los pantalones de Emilio ¡No puede ser posible! Esto no puede empeorar.

Fue liberando mis manos poco a poco, por lo que ahora es más fácil cambiar de posición. Rodeé con mis piernas su cintura, aplicando fuerza para que Diego se recostara y yo quedará encima de él.

Conseguido mi objetivo, subí la cremallera de mis pantalones y acomodé la playera.

—Llévame a casa, por favor.

Me sentía sucio, y no solo por el semen en mis pantalones, si no por todo lo que hizo Diego.

—No —se levantó y tomó mi trasero— Hoy serás mío —besó mi cuello y yo lo aparté.

—¡Diego, basta! Ésto no es divertido.

—¡No Joaquin! ¡Estoy harto de que seas un pinche calienta huevos! —me tomó por los hombros y me arrojó al sofá.

—Diego... Cálmate —dije con la voz temblorosa.

Se lanzó hacía mí, tratando de quitar de nuevo mi playera, pero mis movimientos de resistencia, hicieron que ésta se rasgara del cuello a la manga, dejando al descubierto el hombro que Diego no tardó en besar y succionar hasta dejar un chupetón.

—¡Por favor déjame ir! ¡No me obligues a esto! —no puede contener el llanto.

—¡Carajo, cállate Joaquin! —me miró.

Se apartó de mí, al ver mi llanto. Caminó en círculos tomando su cabello con fuerza. Yo lo miraba con terror desde el sofá.

—¿Amor? —se sentó junto a mí, intentando tocarme, pero no quiero que lo haga, así que me alejé de él.

Todo el amor que le llegué a tener, en estos momentos se había transformado de miedo. Él simple hecho de que me tocará me incomodaba.

—Alejate, yo... —tomé mi mochila— Yo me voy.

—Deja que te lleve —tomó mi brazo.

—¡No me toques Diego!

—Bebé, yo no quise hacerte nada. Estaba muy desesperado y estoy bajo el efecto de...

—No digas nada —caminé a la puerta.

—Joaquin, desde la fiesta iba a pasar ésto. Por eso me acerqué a tí, por qué desde un principio quería...

—¿Te hiciste mi novio solo para cogerme? —lo empujé.

—Después te conocí y sin duda me enamoré de tí.

—Eres un idiota —abrí la puerta— Te pido que nunca en tu vida vuelvas a buscarme ¿Oíste?

Salí de la cabaña, sin la menor idea de en donde me encontraba. Me rehúso a regresar con él. Yo arreglaré este problema. Miré la hora en mi celular 10:37pm. Caminé hasta llegar a la carretera, debo llamar a alguien. La primer persona que llegó a mi mente ¡Andy!

Buzón de voz, su llamada será transferida a buzón...

¿En dónde estás cuando más te necesito? Debo calmarme y pensar en alguien más ¿Mamá? No, jamás te lo perdonaría. Rena... No, ni loco.

Entré a mi lista de contactos, y busqué desesperadamente a alguien a quien le tuviera la suficiente confianza para verme así.

El contacto de Emilio llamó mi atención, y una sensación de alivio invadió mi cuerpo.

No dudé ni un segundo y lo llamé.

—¿Joaco? —dijo desconcertado.

No pude evitar llorar al escuchar su voz...

—¡Joaco! ¿qué tienes? ¡Contesta! —llamó alterado.

—Necesito que me ayudes.

—¡No mames! ¿Qué pasó? ¿Estás bien? —se exaltó aún más.

—No te preocupes, si... Estoy bien. Pero no sé en donde estoy y tengo miedo... No tengo dinero y no sé como regresar.

—¿Pero qué pasó? Yo voy por tí solo, explícame todo.

—Diego me trajo a la cabaña de su abuelo y él... Yo no quiero regresar con él, no podría.

—No es necesario que expliques más, ya sé en donde estás, quédate justo afuera de la cabaña ¡No te muevas! Voy para allá.

⚫⚫⚫⚫

Creo que nunca había escrito un capítulo tan intenso como éste 😅.

Sé que querían que su relación quedará en buenos términos, pero desde un principio ya se sabía el objetivo de Diego.

Espero que estén disfrutando la historia ❤️.

EMILIACO 🏳️‍🌈. #Wattys2019Where stories live. Discover now