Batman contra el doctor Fu Manchú

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Batman contra el Dr. Fu Manchú

El comisario James Gordon escrutaba el firmamento nocturno con aire conspicuo. El cañón luminoso proyectaba la silueta del murciélago contra las nubes una vez más, preludio de la misteriosa aunque familiar figura que haría su aparición. Sabía que Batman no tardaría en acudir a su llamada, como tantas otras veces, pero aun así no podía evitar sentir el habitual cosquilleo en el estómago. Octubre era un mes crudo en Gotham City, y el vaho que exhalaba con cada respiración trazaba difusas formas fantasmagóricas antes de desvanecerse. Sin previo aviso, el toque de una mano enguantada sobre su hombro le sacó de sus cavilaciones.

—¡Jesús! —exclamó, dando un respingo—. ¿Es que quieres que me dé un infarto?

—Lo siento, Jim —respondió una voz cavernosa—. Creía que me habías oído llegar. ¿Qué puedo hacer por ti? —La visión del justiciero encapuchado siempre le causaba un efecto abrumador. Rezumaba poder y autoridad.

—Se trata de un secuestro, Batman. Ha ocurrido en el barrio chino hace unas dos horas. La víctima es Amelie Rosenthal, la actriz. Veintiún años, cabello castaño y más de un metro setenta. Se había labrado una carrera actuando en el teatro y recientemente había dado el salto a la gran pantalla. Nada extraordinario, solo un par de papeles en producciones modestas.

—¿Algún testigo?

—Eso seguro. A esa hora las calles debían de estar transitadas. Lo malo es que nadie parece querer hablar de ello. Hemos interrogado a más de treinta personas que residen en la zona y ninguno dice haber visto nada. Todo apunta a que los autores pueden ser miembros de una banda organizada.

—Hay varias operando en la zona. —La mirada del justiciero casi dejaba translucir el movimiento de los mecanismos de su cerebro de detective, ya barajando posibles respuestas—. Su principal actividad es el tráfico de opio. Hasta ahora no se habían pasado al secuestro. ¿Tus hombres han encontrado alguna pista en la escena del crimen?

—Nada relevante. Aunque supongo que querrás ir a echar una ojeada tú mismo.

—Naturalmente. Solo dame una dirección.

—Calle Mao, esquina con Lao Tse. Justo a la entrada del cine Odeón. La chica había asistido al estreno de su última película y la raptaron a la salida. Por cierto, ¿crees que…? —Tan solo se había dado la vuelta un momento, pero Batman ya no estaba ahí—. Oh, vaya. Algún día tendrá que contarme cómo lo hace.

Las fotos ya habían sido tomadas y, los testigos, interrogados. Por lo tanto, Batman no encontró a nadie en el lugar del secuestro. Encaramado en el balcón dominaba la esquina, con la marquesina del antiguo cine iluminando los créditos del filme. El azote amarillo, así se llamaba la película en que la señorita Rosenthal había tomado parte. Resultaba irónico que se proyectase un título así, precisamente en un barrio como aquél. Seguramente había habido más de un secuestrador; uno tendría que conducir y al menos otro sujetar a la mujer. No era factible considerar a una sola persona como autora del rapto. La calle habría estado demasiado concurrida después de la sesión. Estaba seguro de que tendría que haber testigos; el problema era conseguir que accedieran a hablar. Tendría que hacer una ronda por los lugares frecuentados por delincuentes habituales. Pero antes de recorrer los garitos de baja estofa, llevaría a cabo una inspección a ras de suelo. Utilizando la escalera de incendios, descendió hasta la calle y observó el pavimento y la fachada del cine. No pudo observar fragmentos balísticos ni ningún otro indicio. Estaba a punto de marcharse, cuando un brillo metálico procedente de la alcantarilla llamó su atención. Levantó la reja rectangular y descubrió un pequeño objeto plateado en forma de cono, tallado con intrincados diseños. Se había quedado atrapado en un saliente en precario equilibrio. Visto más de cerca, comprobó que la talla representaba a un dragón enroscado, terminado en punta, y además tenía una oquedad en la que se podía acomodar un dedo. Lo más probable era que el objeto llevase poco tiempo en la alcantarilla, de lo contrario habría llamado antes la atención de los transeúntes. Se lo llevaría para analizarlo más tarde; podría haber sido extraviado por los secuestradores.

Batman contra el doctor Fu ManchúWhere stories live. Discover now