🔥Capítulo II: La joven Lovelace🔥

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Al día siguiente los pájaros piaban alegremente para ser una mañana de otoño

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Al día siguiente los pájaros piaban alegremente para ser una mañana de otoño. Los árboles estaban casi pelados y un manto rojizo amarronado cubría los suelos de la finca de los Warmwood. Las tupidas cortinas que cubrían la ventana fueron descorridas y con ellas entró el sol y además el polvo fue removido. Las motas danzaban en los rayos que se filtraban creando una neblina fina que rápidamente se disipó. Ronalee estaba moviéndose de forma ágil mientras sacaba la ropa de su nueva ama. Ahora que su madre había muerto todo le pertenecía a Taylor, aunque ella en ese preciso instante estaba más ocupada en bostezar que en todo lo que conllevaba ser la heredera.

La muchacha se deshizo de las mantas que la cubrían para ponerse en pie encima de la alfombra que esa misma noche había parecido un agujero sin fondo.

—Señorita, más despacio no queremos que se maree—dijo su criada con un cierto aire de reproche amoroso.

Taylor se puso la bata de algodón grueso para calentarse mientras esperaba de pie. Ronalee miraba dentro del armario, mientras, con movimientos ágiles de sus rechonchos brazos oscuros movía las perchas para encontrar un vestido adecuado para aquel día.

—Parece que va a hacer un buen día—dijo Taylor mirando a través de la ventana—.Los días que le gustaban a mi madre—su voz denotó un tono triste. Sus ojos adquirieron el color de una tormenta.

—No piense en cosas tristes, señorita. Hoy tiene un largo día por delante—Ronalee encontró un vestido azul claro para su ama. Sin corsé para que no le oprimiera el pecho y se ahogara. Solo le ponía corsé cuando salía de casa y en contadas ocasiones.

—¿Hay algo programado para el día de hoy?

Se quitó la bata una vez que toda su ropa estuvo dispuesta encima de la cama y se pusieron a colocar la primera capa interna de algodón para abrigar a su señora.

—Hoy llega su nueva institutriz.

—Fastuoso—dijo sin muchos ánimos.

Taylor hubiese preferido pasarse el día acabando un cuadro que tenía a medias o tocando el piano en vez de estar aprendiendo modales de señoritas refinadas.

—Ronalee dispón mi desayuno en el porche trasero. Me apetece tomar el sol un poco esta mañana—dijo haciendo un movimiento con la mano.

—Señorita, su salud. Ayer tuvimos que traerla después de uno de sus desmayos.

—Como nueva señora de la casa me dispongo a hacer lo que me plazca Ronalee. A partir de ahora soy la nueva señora por lo que debes de tratarme como tal. Ya basta de cuidarme como a un bebé. Es la hora de que dirija esta casa ¿lo has entendido?

—Sí, señora—la mujer hizo un asentimiento con la cabeza en señal de respeto.

Cuando acabó de ayudarla a vestirse y peinarla con una trenza, la cual le llegaba hasta la parte baja de la espalda. Se fue a las cocinas para avisar a las otras sirvientas de que el desayuno se serviría en el porche trasero y no en la mesa del salón como se hacía siempre en esas fechas.

Susurros [DISPONIBLE EN AMAZON]Where stories live. Discover now