Micro machismos Nuevo Diario 17 de Enero 2018

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Hasta hace poco, apenas le daba importancia a esas "pequeñas" cosas que se sucedían a mí alrededor y olían a rancio, a arcano, a machismo... Era, por mi parte, más bien un, "no pasa nada", "la gente es así". Error, sí pasa. Cuando permitimos, como si no significara nada, que las pequeñas cosas diarias se sucedan sin toques de atención, estamos en cierta forma naturalizando y normalizando esos comportamientos. Al normalizar esos comportamientos, estamos en cierta forma apoyando desde el silencio un tipo de actitud que no compartimos. La ausencia de acción, es alimentar el problema.

Me decía a mí misma, que no merecía la pena, que eran minucias, que no podía hacer nada. Esa pasividad propia de las voces que se quedan calladas. Pero no, no es la solución, si lo piensas, acaban siendo parte del problema.

Seamos sinceras, ser mujer, es un ejercicio reivindicativo constante. La sociedad, pese a estar en el siglo que estamos, pese a la lucha feminista, pese a que se ha adelantado en muchos campos, nos movemos en una falsa igualdad. Una igualdad entre géneros, emponzoñada por el veneno mínimo de lo cotidiano. Gotas, que van cayendo y adentrando en la tierra que alimenta las raíces de la sociedad. Cuando permitimos las pequeñas cosas, estamos fallando a las sufragistas, estamos fallando a las niñas que aún sufren ablación, estamos fallando a las mujeres que sienten miedo en su casa, estamos fallando a todas las chicas que no comprenden que sí es el sexo y que no es, estamos fallando a las acosadas en el trabajo, estamos fallando a las violadas, sus silencios se suceden porque se suceden los silencios de las pequeñas cosas de la normalidad.

Ergo, mujeres (y no sólo mujeres), vamos a dejar de callarnos por esas pequeñas cosas que vemos cada día. Pero no, no caigamos en el error de algunos movimientos feministas, no radicalicemos. Seamos justos por ambos sexos, porque un abuso en nuestra reivindicación, en cierta forma se convierte en una acción que "da permiso de abuso" a los contrarios. Para buscar nuestro sitio, y acabar con los micros y macro machismos, no tenemos que copiar los errores del pasado. La historia nos enseña lo que debemos y no debemos hacer, como si fuera un ensayo y error vital.

Reivindiquemos desde la lógica, la igualdad real, la justicia. Radicalizar un pensamiento rara vez ha dado un resultado, más allá que el despertar odio. Porque la radicalización, huele a censura, huele a dictadura. No lo olvidemos. Hay que saber luchar por nosotras, sin olvidar que también hay un nosotros que debe formar parte. No cometamos los errores del macho alfa a lo largo de la historia. Seamos nosotras, libres, con palabra, sin miedo; seamos nosotras sin convertirnos en lo que han sido y aún siguen siendo ellos.

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