Un fin de semana muy largo

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Después de acompañar a María a su casa, llegamos sobre las cinco y media de mañana bastante afectadas.

Sobre las dos del medio día, me levanté con un terrible dolor de cabeza. Me hice un vaso de leche con colacao y me tomé un ibuprofeno. Poco después se levantaron las demás reclamando una aspirina para la resaca.

-¡Menuda noche!-. Comentó Noa sujetándose la cabeza como si se le fuese a caer.

- Estamos mayores-. Contestó Noelia indignada.

Yo me reí al verlas. Teníamos unas pintas que dábamos miedo. Llegamos tan mal, que ni nos desmaquillamos y el rímel se había corrido dejándonos la cara como la de camuflaje de un ejército.

- Creo que ayer le di mi número a un chico-. Dije preocupada. -Espero que no me llame.

-Pues yo espero que sí, estaba tremendo-. Dijo Noa con burla, riéndose a carcajadas. -¡Mas bien era un trol! No se como no te daba miedo.

- Pobre chico, que cruel eres. Sólo tenía una ceja y el mostachín que no le acababa de crecer... era igual que Cantinflas-. Le siguió la broma Noelia.

- En mi defensa diré que bailaba muy bien.

- Sí, ya. Tu intenta consolarte-.Dijo Noa con lágrimas en los ojos de tanto reir.

- Por lo menos fui la única que ligué-. Dije sin poder parar de reir.

- ¡Yo no me jactaría de eso!-. Espetó Noelia.

Pasamos casi dos horas contándonos anécdotas de la noche anterior, que nos venían, como flashes, a la cabeza.

Noa recibió una llamada, era Raúl.

- ¿Lo cojo?-. Dijo enseñándome la pantalla del móvil y asentí. -¡Hola Raúl!... Sí, nos lo pasamos muy bien... ¿Esta tarde?-. Con un gesto me preguntó si debía quedar con él y le dije que sí. - Me va bien... Vale, hasta luego.

Quedaron a las siete e iban a una cervecería que estaba cerca de casa. Le recordé a Noa que no quería que hablaran de mi y de hacerlo, que le dijera que seguía en pie lo de volver a Barcelona.

Noa entró en el bar y vio que la esperaba sentado en una mesa. Se le veía nervioso.

Tras pedir un par de cervezas, Noa y él se pusieron al día. Casi no se conocían pero cuando él estuvo en Barcelona, hicieron buenas migas.

Después de más de una hora de charla, Raúl quería preguntarle por Marta pero, nervioso, no encontraba la manera de interrumpir la conversación y la verdad es que sólo había quedado para sacarle información sobre ella.

- Noa, ¿qué tal está Marta?-. Preguntó impaciente.

-Has tardado más de lo que me esperaba en preguntarme por ella-. Sonrió Noa. -Marta está bien, un poco agobiada, pero bien.

-No entiendo nada. Estábamos genial, habíamos decidido esperar a que llegara el verano para hacerlo público y así no arriesgar su trabajo por las estúpidas normas del centro y de la noche a la mañana todo se ha acabado.

Noa bajó su mirada. No podía soportar ver como destruían sus ilusiones por culpa de Sophie. Era muy sincera y deseaba explotar y contarle la verdad pero le había jurado a Marta que la protegería y le seguiría el juego.

- Raúl, Marta no quiere atarse aquí ni quiere que cambie tu vida y lo dejes todo por ella-. Dijo sin poderle mirar a los ojos.

- Pero es que ni si quiera me lo había comentado-. Dijo un desconcertado Raúl.

- No la agobies. Ahora no pasa por un buen momento y es mejor dejarla sola.

Raúl no estaba de acuerdo con las cosas que le decía Noa. Quería recuperarla como fuera.

-¡Ayúdame a que cambie de idea! ¡Ayúdame a recuperarla!-. Imploró.

- Raúl... veré qué puedo hacer. Ya te digo que la cosa está difícil.

- La que te acompañaba, ¿era tu mujer?-. Preguntó Noa cambiando de tema.

- Es mi ex mujer. Quedamos para pasar el día, una vez al mes, con nuestro hijo. Íker nos echa de menos y entendemos que eche de menos el ver a papá y a mamá juntos.

-Entiendo-. Dijo Noa comprensiva.

- No paró de hacerme preguntas sobre ti. Se volvió loca. Después de dejarla con Íker en su casa, aún me llamó para saber si tenía algo contigo.

- Deberías dejarle bien claro que no sois pareja. Hazme caso, te traerá problemas. Sólo faltaría que tuvieras que darle explicaciones.

- Lo sé. Pero no es mala. Ella quiere volver pero yo jamás lo haría.

- Bueno, se ha hecho tarde. Me tengo que ir. Raúl, párale los pies a tu ex o de verdad que tendrás problemas, te lo digo como amiga-. Le advirtió Noa con todo el conocimiento de causa.

Tras darse un beso en la mejilla, se despidieron. Noa le prometió llamarle si había alguna novedad y él esperó impaciente a que lo hiciera.

Cuando llegó Noa, dos horas después, yo ya estaba histérica. La miré esperando una explicación pero no decía nada. Algo me decía que no había ido bien, hasta que no pude más.

- ¿Vas a tardar mucho en contarme cómo ha ido?-. Le pregunté angustiada.

- ¿Qué quieres que te diga? A él le he mentido por ti pero a ti no te voy a mentir. Raúl no está bien. Le has dado calabazas sin más. Eres una cobarde y te aterra decirle la verdad y no creo que sea por la loca o tu trabajo, creo que lo que te da miedo es ilusionarte porque una vez, un capullo, te hizo daño. A ver si maduras y luchas por ser feliz.

- Pero si está claro que ha decidido retomar su relación familiar. Ya se han ido a cenar los tres juntos. ¡Qué pronto me ha olvidado!-. Dije enfadada.

- Para tu información, me ha dicho que quedan una vez al mes para pasar el día en familia por su hijo. ¡Simplemente coincidimos en día y lugar! Y ahora si me disculpas, voy a arreglarme ¡señora paranoyas!-. Y entró en el baño pegando un portazo.

Las palabras de Noa estaban llenas de enfado. Era, básicamente, lo que me decía Noelia. Me limité a callarme y a encerrarme en mi cuarto. No quise salir y me quedé en casa mientras María, Noelia y Noa se fueron a cenar.

El domingo por la mañana hacía sol y salí a correr un rato por la urbanización. Necesitaba que me diera un poco de aire.

Lo pensé bien. Se acercaba Semana Santa y teníamos casi dos semanas de vacaciones en el colegio, necesitaba huir. Así que decidí ir el lunes a comprar los billetes para ir en Semana Santa a casa. Sin duda debía alejarme de allí. Y quizás, una semana y media lejos de Palma, me abriría los ojos en lo que se refería a Raúl.

Volví a casa hacia el medio día. Noa ya estaba acabando de recoger sus cosas y la maleta ya estaba casi terminada. Cuando oyó la puerta de casa, se volvió para verme.

-¡Hola! Siento si ayer te dije las cosas tan enfadada. Sabes que me cuesta mentir y más si te veo mal-. Dijo Noa abrazándome.

- No importa, sé que tienes razón. Estoy un poco atrapada y agobiada. No sé qué debo hacer. Iré a casa en Semana Santa, necesito alejarme de aquí.

- Llámame cuando llegues. Te vendrá bien desconectar.

Miré a Noa apenada. Me dolía que se marchara.

La acompañé al aeropuerto y nos despedimos.

La soledad me invadió. Tener a Noa me alegraba mucho. Poder discutir y reir, entrar y salir... era mi confidente. Sé que en Palma había hecho nuevas amistades y que tenía a Noelia, pero Noa era especial, era mi mejor amiga. La iba a echar muchísimo de menos.

Te beséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora