65. LO QUE FUE DEL PASTEL

Start from the beginning
                                    

Tomi había sido apenas un niño y posiblemente no quedaban muchos recuerdos de ese tiempo tan horrible, pero... este niño era mucho mayor, sus primeros años de vida habían sido seguramente horriblemente manchados, y ahora era posible que debiese lidiar no solo con sus memorias si no con la manera de vida a la que había sido acostumbrado, viviendo con miedo, aterrado por ser maltratado, no era más que un niño asustado que no sabía cómo expresar sus miedos y rabias.

– ¿Podrían vigilarlo? Necesito ver que los demás estén obedeciendo.

– Claro.

– Le pediré a Alison que venga cuando termine con Ricardo.

Dalia se fue y ya solo quedábamos Eduardo y yo cuidando de Miguel. Eduardo miro ceñudo el hecho de que Dalia se fuese posiblemente porque no sabía que hacer ahora, Miguel gruñía y respiraba con fuerza para gruñir otra vez aún atrapado negándose a dar por vencido sus esfuerzos.

Me acerque a Eduardo y sin palabras de por medio hice que lo soltara, el niño era un problema, pero no por ser agresivo si no porque no sabía cómo comunicarse.

– Hola Miguel soy Rebeca – le sonreí, pero a cambio solo recibí una mala mirada, no corrí la vista ante su mirada, debía demostrarle que no me intimidaba así que finalmente fue el quien termino por correr la mirada. Miro a su alrededor el desastre que había provocado sin siquiera importarle, hasta que su mirada se clavó en lo que quedaba del pastel que había terminado en el suelo junto a las muchas otras cosas que pasaron a ocupar un lugar de la mesa y decorar el suelo con sus resto.

Eduardo y yo observamos como su cara se arrugo con arrepentimiento al ver los restos del pastel desperdigados por el suelo y sin más motivación comenzó a lamentarse intentando contener las lágrimas, se lamentaba tan amarga y dolorosamente que era triste oírlo.

Me acerque lentamente no queriendo perturbarlo, me agache a su altura, lo atraje a mi rodeándolo en un brazo lentamente y aunque en un principio se negó golpeando mi brazo para que lo dejara no me rendiría tan fácilmente, me tomo un par de intentos más lograr que me permitiese abrazarlo y cuando lo logre se tensó de tal forma que abrazarlo casi parecía como si estuviera abrazando a una rígido tablón tan tenso estaba que hasta podía apostar que aguantaba la respiración y hasta había dejado sus lágrimas en el olvido. Acaricié su cabeza suavemente, y mientras lo hacía pude sentir una cicatriz a través de su cabello no era reciente, pero parecía ser grande iba desde la parte alta de su cabeza por detrás hasta su nuca. No quería asustarlo así que continúe como si no hubiese sentido nada. Finalmente se rindió, lo supe porque la tensión en su espalda desapareció para adoptar una postura mucho más despreocupada también puede sentirlo respirar profundo, pero con todo eso no se movió ni un milímetro, tampoco intento alejarme.

– Esta bien llorar, no necesitas contenerlo – le susurré cunado lo sentí respirar agitado intentando menguar las ganas de llorar, pero el negó efusivamente ante mis palabras – Todos lloramos cuando las emociones nos desbordan – le sonreí con ternura buscando una señal, un atisbo al menos de que no se rendiría ante el vacío del que estaban impregnados sus ojos.

Y entonces lo vi, su carita pareció desfigurarse al intentar luchar con la última muralla que aún quedaba en su cabeza, como si el niño dentro de él quisiera llorar, pero la fachada de adulto en que había sido obligado a convertirse se lo impidiera. No pude ver como terminaba de resquebrajarse por que Miguel escondió su carita en mi cuello soltando finalmente sus lágrimas, sin intentar contenerse. Escucharlo berrear y chillar era como escuchar a un animalito herido y lastimado. Era la forma más salvaje en la que había visto a un niño, posiblemente había perdido todo aquello que alguna vez pudo darle un reparo de felicidad y había aguantado todo ello encerrándolo en su corazón, hasta que finalmente hoy podía llorar por sus pérdidas. Lo abrace más fuerte queriendo darle algo de calidez y compañía.

Cásate ConmigoWhere stories live. Discover now