El pequeño le echó los brazos al cuello y lo abrazó con fuerza.

-¡Sabía que vendrías! Le dije a Gillian que nos ayudarías.

-¿Estás bien, Alec? –preguntó, con voz trémula por la emoción.

Se volvió hacia Gillian, interrogándola con la mirada, pero ella estaba contemplando a Alec con dulce y maternal mirada.

-Respóndele, Alec –instó Gillian al niño.

Éste se reclinó en los brazos de Harry,  asintiendo.

-Estoy muy bien, tío –aseguró-. La dama me ha cuidado muy bien. Me ha dado su comida y ha aguantado el hambre cuando no alcanzaba para los dos. Y ¿sabes qué?, no ha permitido que nadie me hiciera daño, ni siquiera cuando aquel hombre quiso hacérmelo.

Harry miró a Gillian mientras Alec seguía parloteando, pero asintió cuando el pequeño hubo terminado con su explicación.

-Vais a explicarme exactamente qué ha sucedido –le dijo a Gillian.

No estaba pidiéndole que lo hiciera; simplemente era  la constatación de un hecho que no era cuestionable.

-Sí –accedió ella-, lo haré.

-Tío, ¿sabes qué?

-No, ¿qué? –contestó Harry, volviéndose hacia Alec.

-No me ahogué.

Harry todavía estaba demasiado conmocionado como para reír ante lo ridículo de la declaración.

-Ya me he dado cuenta –respondió secamente.

-Pero ¿creías que me había ahogado? Le dije a Gillian que no te creerías porque eres muy obstinado. Pero ¿lo creíste?

-No, no creí que te hubieras ahogado.

Alec se volvió para mirar a Gillian.

-¡Te lo dije! –Se jactó, antes de volver a concentrarse en su tío-. Me metieron en un saco de harina, y me asusté mucho.

-¿Quién te metió en un saco de harina? –preguntó Harry, tratando de reprimir la cólera en su voz para no asustar al niño.

-Los hombres que me atraparon. Pude haber gritado.- Parecía que estuviera confesando un terrible pecado-. No fui valiente, tío Harry. Pero ¿sabes qué?, Gillian dice que sí lo fui.

-¿Qué hombres te metieron en un saco?

La sequedad del tono en que se lo había preguntado preocupó al niño, que bajó la mirada.

-No lo sé. No les vi las caras –respondió, acongojado.

-Alec, él no está enfadado contigo –subrayó Gillian-. ¿Por qué no vas y recoges tus cosas mientras yo hablo con tu tío?

Harry dejó cuidadosamente a Alec en el suelo y lo observó correr hacia el fondo de la iglesia.

-¿Me ayudaréis a llevarlo a su casa, junto a sus padres? –preguntó Gillian.

-Me aseguraré de que regrese a su casa.

-Y yo también –insistió ella-. Hice a Alec una promesa, y me propongo cumplirla, pero también debo hablar con su padre. El asunto es extremadamente serio. Además –agregó-, confío en vos, laird Styles, pero no confío en nadie más. Hoy habéis venido con otros ocho hombres, ¿no es así?

El RescateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora